Revista FUERZA NUEVA, nº 491, 5-Jun-1976
MARXISTAS EN MONTEJURRA
No nos ha sorprendido la información falsa y en gran parte errónea sobre los sucesos de Montejurra, como denunció, en forma amplia y detallada y de manera clara y contundente –aunque muy poco recogida por los medios de comunicación-, la Hermandad Nacional de Combatientes de Tercios de Requetés de la Cruzada.
Y es que aunque haya pasado ya algún tiempo del asunto, se oculta un punto clave: el que dichos hechos fueron provocados por el ilegal partido marxista-federal de Carlos Hugo –usurpando el nombre de Partido Carlista, seguramente para confundir al noble pueblo carlista y a los españoles en general- al pretender convertir Montejurra 1976, según abundantes documentos e incluso reconocido por la misma prensa que pone el grito en el cielo, aunque sólo sea de pasada, en un acto netamente marxista-separatista, aliado con las demás fuerzas marxistas-comunistas-separatistas, después de fracasarle días antes, el Aberri Eguna en Pamplona, gracias a la enérgica intervención de la Fuerza pública.
Provocaciones
Provocación, al invitar a todos los partidos de oposición de la extrema izquierda, de los que, según propias referencias de prensa, asistieron miembros de ETA, Partit Socialista Unificat de Catalunya, Partido comunista de Euzkadi, Partido Comunista de España, Federación Socialista del País Valenciano del PSOE, Euzko Socialistak (en representación de las Federaciones de Partidos Socialistas), Movimiento Comunista, Partido Socialista Popular de Euzkadi, Organización Nacional de Trabajadores Revolucionaria, Unión Sindical Obrera, Comisiones Obreras a nivel del Estado español, Joven Guardia Roja y Partido del Trabajo de España.
Provocación, al convertirlo en un acto totalmente contrario a los ideales por los que dieron su vida los requetés, en cuyo honor fue erigido el grandioso Vía Crucis de Montejurra, lo que constituye un grave insulto a su memoria.
Provocación, al invitar asimismo en las hojas impresas de propaganda a celebrar una asamblea democrática de socialismo de autogestión global, entendiendo por tal un marxismo radicalizado, más aun que leninista, de tipo libertario, propugnando “la tierra y la empresa para quien la trabaja” y “la autodeterminación por parte de todas las nacionalidades y de todos los pueblos del Estado español que conduzcan a una Federación de Estados autónomos”, precisamente en Montejurra, símbolo hasta entonces del más puro patriotismo.
Y así Montejurra se convirtió este año en una masiva manifestación antipatriótica, con banderas separatistas al frente –iguales a las que al intentar retirarlas produjeron, en otras ocasiones, varios muertos a agentes de la autoridad-, puños en alto, canciones libertarias y la hoz y el martillo al pie de las cruces, como ha reconocido la prensa, incluso por parte de los que les manifiestan su simpatía, pero en general sin resaltar su verdadera importancia para analizar objetivamente los hechos y orientar debidamente a la opinión pública.
Por otro lado, vimos jóvenes y veteranos requetés, tradicionalistas, familiares y simpatizantes que continúan leales al espíritu patriótico de la Cruzada, y que, según habían manifestado públicamente, acudían a rezar en paz por sus muertos, lo que no les fue posible ya que, cumpliéndose las amenazas, fueron recibidos violentamente por los huguistas y sus compañeros de viaje.
Palos, pedradas y disparos
Ahí empezó la tragedia. Palos, pedradas y disparos al pie de la montaña y horas después en la cumbre. Todo muy triste. Resultado: dos muertos, varios heridos y numerosos contusionados por ambas partes. Entre los heridos tradicionalistas, uno con la cabeza y los brazos rotos.
Los marxistas se adueñaron del monte, al retirarse para evitar una mayor tragedia los tradicionalistas. Sin embargo, en lo alto no llegaron a tremolar las banderas separatistas ni a celebrarse la asamblea marxista anunciada, porque, según informaciones de prensa, un reducido grupo tradicionalista, con el príncipe don Sixto a la cabeza, les hizo frente, aunque esto no está muy claro, ni de dónde partieron los disparos que allí ocasionaron un muerto.
Se buscan ahora responsables, y, según noticias, están detenidos José Arturo Márquez de Prado y don José Luis Marín. Y lo estuvo don Alfonso Fal.
Según nuestras noticias –lo decimos sin triunfalismo- tres patriotas de siempre. El primero, como jefe nacional del Requeté después del Alzamiento. El segundo, voluntario en la Cruzada y alférez provisional, comandante del Ejército en la reserva, y el tercero, hijo de aquel hombre, patriota ejemplar que en vida fue don Manuel Fal Conde, jefe delegado nacional de la Comunión Tradicionalista en la Cruzada y uno de sus más importantes pilares en su preparación.
Sabemos, a la vista de informaciones de la prensa, de lo que acusan a Marín. Pero lo que es indudable en la fotografía acusatoria es que periódico tan moderado como “Ya”, al pie de la misma, publicó el siguiente comentario: “la actitud amenazante de los que le impiden el paso es clara”.
Desconocemos la verdadera filiación política de los dos muertos, pero, al parecer, según las informaciones de la prensa, ninguno era ni había sido carlista. ¿Qué hacían entonces en Montejurra?
¿Por qué?
Respecto a los dos detenidos, no sabemos de qué se les acusa.
Creemos que se trata de un suceso desdichado que hay que analizar a fondo para concretar las verdaderas responsabilidades, como por ejemplo la quema de los 6.000 ejemplares de “El Alcázar”. Si fuera de un periódico de ideología contraria, tal vez se hubiera puesto el grito en lo alto.
Lo que, por muchas vueltas que le doy, no comprendo es por qué se permitió o toleró esta concentración totalmente ilegal de fuerzas marxistas separatistas en Montejurra, causa principal de que estén en la cárcel, y sólo ellos, dos hombres firmemente leales a la Cruzada. Porque no cabe duda que, sin la presencia de los que no tenían razón para estar en Montejurra, no habría habido incidentes. Y que conste que no soy de los que creen que se trató de una lucha entre dos hermanos o entre dos facciones carlistas, sino de algo mucho más serio: de un enfrentamiento entre defensores de la MONARQUÍA TRADICIONAL. CATÓLICA, SOCIAL Y REPRESENTATIVA, o sea, el orden vigente aprobado en las Leyes Fundamentales y otros claramente enemigos del mismo.
J. M. P.
Alférez Provisional
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