Revista FUERZA NUEVA, nº 489, 22-May-1976
La apostasía del diario «Ya»
… Viene esto a cuento del editorial de “Ya” (20-IV-76), titulado “Legitimidad” donde leemos: “Existe un amplio consenso en torno a la idea de que la futura vida política española debe asentarse sobre una legitimación democrática. Dicha legitimación no supone la destrucción de cualquier legitimidad precedente… El futuro es tan irrenunciable como el pasado y, desde luego tan legítimo como aquél… No sería legítimo un futuro que se asentase en los criterios del pasado.”
Es claro, si el cardenal Herrera Oria, si León XIII, si San Pío X, levantaran la cabeza, no les quedaría tiempo para excomulgar a estos apóstatas del “Ya” actual, porque es probable que volverían a morirse del sobresalto, al contemplar las aberraciones doctrinales y morales, la apostasía real del periódico más importante de la Editorial autodenominada “Católica”.
¡Donosa idea de la legitimidad política! ¡La voluntad de la mayoría como criterio de la verdad, del bien y de la justicia! Los actuales doctrinarios liberales del “Ya” han olvidado todo lo esencial de la concepción política cristiana y no han aprendido otra cosa que no sea sustituirla por el más puro liberalismo. Porque, ¿en qué texto de Pablo VI, de Juan XXIII, de Pío XII, de San Pío X, de Pío IX o de Gregorio XVI ni en qué pasaje del Concilio Vaticano II encuentran los “católicos” de «Ya» que la “consulta popular”, el plebiscito, el referéndum y el sufragio universal sean verdadera “legitimación” para un católico?
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Escribía el Cardenal Herrera Oria el 3-XII-1953: “No se aprovecha bastante la lección que nos da la Madre de Dios en orden al cumplimiento de los deberes cívicos. Lección que repitió de palabra y con el ejemplo su divino Hijo; que predicaron y practicaron los apóstoles Pedro y Pablo. Lección muy necesaria hoy porque, precisamente, ese liberalismo que condenó Pío IX ha deformado en extensas zonas la conciencia católica. Y a veces la conciencia de católicos que son, por otra parte, consecuentes con su fe y ejemplares en su conducta… Se ha perdido (…) esta noción cristiana de la autoridad civil (…) Para un católico, la suprema autoridad civil tiene siempre una doble representación: por una parte representa a Dios y por otra parte representa el bien común de la sociedad (…) He aquí una piedra angular del derecho público católico. Conscientemente la ha removido la revolución, sabiendo que, suprimido el fundamento divino de la autoridad, los pueblos serían fácilmente arrastrados a la revolución y a la anarquía”.
Pues bien, este reconocimiento de la soberanía de Dios, de la Ley de Dios, positiva o natural, es lo que, para un cristiano, presta legitimidad a un Gobierno y a un Estado, que no la efectiva manifestación de la “voluntad general”… de la “legitimación democrática” positivista o voluntarista, pedida por el diario «Ya» ,haciendo caso omiso de la soberanía de Dios, de la voluntad de Dios.
Aunque si bien se mira no es solo el diario «Ya» quien, tácitamente, reniega o repudia la legitimación moral, tal como la propone la Iglesia católica. Palabras y conceptos, negándole legitimidad a los 40 años de Franco profieren ciertos demócratas que se llaman “de inspiración cristiana”, pero que se inspiran en el liberalismo y apostatan de hecho respecto al cristianismo, reclamando esa misma legitimidad que… daría a un Régimen el simple hecho de proceder del sufragio universal… Entre estos renegados cristianos, cristianos inconsecuentes, están los que, como los “Tácito”, los Ruiz Giménez, los Gil-Robles, los Jiménez de Parga, etc. prefieren que la vida pública se base en la voluntad de los hombres y no en la voluntad de Dios.
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Decían los católicos más bien progresistas, de “Esprit” (de Mounier a Lacroix, desde que lo estableciera Perroux), que no son ni siquiera demócratas –no ya cristianos- aquellos que carecen del sentido del diálogo… Pues bien, ¡a ver si alguno de los llamados “demócratas” se aviene a dialogar con nosotros sobre esta particular!…
Puesto que los “apostólicos” que militan en «Ya» o en sus órbitas, pretenden encarnar el cristianismo y dado que los obispos españoles se han atribuido con todo derecho eclesial la misión de establecer cómo debe encarnarse hoy el cristianismo en la vida de España, así como la función de darle “coram populo”, al Rey de España lecciones que en otro tiempo daban en privado, al jefe de Estado español, Rey o Caudillo, que nos digan sin rebozos ni ambigüedades, cuál es la legitimidad que debe propugnar el que quiera llevar el nombre de católico: si la “legitimidad democrática” que preconizan los sicofantes del «Ya» o la legitimidad exigida por el Derecho público cristiano tradicional.
Los obispos no pueden sustraerse al cumplimiento del deber de predicarnos el Evangelio, inclusive la teología política cristiana auténtica.
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Y, por lo demás, es claro que la “legitimación democrática”… sólo será coincidente con la legitimación cristiana, con la voluntad de Dios, cuando el pueblo, debidamente instruido y perfectamente católico, conozca pormenorizadamente la traducción práctica de la voluntad de Dios, de la Ley moral. Es claro, sólo cuando un pueblo, merced a la constante evangelización de sus pastores conoce perfectamente el dogma y la moral católica… quiere no pecar, sino hacer la voluntad de Dios… resultarán coincidentes la voluntad del pueblo y la voluntad de Dios. De lo contrario, la voluntad del pueblo será diferente y aun contradictoria con la voluntad de Dios, que es teocéntrica y heterónoma, contra la legitimad “democrática”, que es autónoma, atea, antropocéntrica.
En España, como en Italia, en Francia y en cualquier país de tradición católica, el sufragio universal, una vez admitido como única legitimación posible… es obligatorio admitir los corolarios o resultados que de él provengan: sea el aborto, sea el divorcio, sea la eutanasia… sea la conquista del Gobierno por los comunistas. Como es obligado admitir la volubilidad política: que uno vote a un demócrata cristiano por creerlo cristiano y se traicionado uno, porque es demócrata más que cristiano…
Eulogio RAMÍREZ
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