Revista FUERZA NUEVA, nº 468, 27-Dic-1975
Al Sr. Cardenal Arzobispo de Madrid-Alcalá [mons. Tarancón]
Excmo. y Revdmo. Señor:
Durante muchos años, incluso antes de haberse pactado en el Concordato suscrito entre la Santa Sede y España el 27 de agosto de 1953, los católicos españoles veníamos escuchando todos los días durante la santa misa una oración por el Jefe del Estado. Lo que se hacía espontáneamente por todos los sacerdotes que pudieron sobrevivir nuestra Cruzada y que, gracias a aquel Jefe de Estado, podían seguir celebrando la santa misa, fue refrendado por aquel Concordato en su artículo 6º, que textualmente dice:
“Conforme a las concesiones de los Sumos Pontífices San Pío V y Gregorio XIII, los sacerdotes españoles diariamente elevarán preces por España y por el Jefe del Estado, según la fórmula tradicional y las prescripciones de la Sagrada Liturgia”.
La fórmula tradicional fue durante mucho tiempo incluida en la oración Te igitur, con la que comienza el canon de la misa. Al final de la misma se pedía por el Papa, por el obispo de la diócesis del celebrante y por el Jefe de Estado Francisco. Pero, desde hace bastantes años, fue desapareciendo esta costumbre, pese a la vigencia del Concordato que la había convertido en norma de obligado cumplimiento. Cierto que el Concordato está, como ahora se dice, desfasado, y así lo han admitido ambas partes concordatarias. Cierto que se pretende derogarlo, cambiarlo o modernizarlo…
Pero más cierto es que, mientras no se cambie, el actual Concordato sigue vigente, y no sólo para obstaculizar el procesamiento de algún clérigo que se haya hecho acreedor a ello, sino para todo lo que concordó. Y por ello creemos que esta norma de petición por el Jefe del Estado debería seguir cumpliéndose todos los días. Y no es así… unos sacerdotes han suprimido totalmente la petición, y otros la trasladaron primero a las oraciones que el celebrante, el diácono o uno de los asistentes leen después del Evangelio, para suprimirla totalmente después.
Es verdad que, en estos días últimamente transcurridos, primero de angustia por la enfermedad del Caudillo, luego de luto nacional por su muerte y por último de júbilo y esperanza por la proclamación del nuevo Jefe del Estado, el Rey don Juan Carlos I, hemos vuelto a escuchar aquellas oraciones que tanto echamos de menos en los últimos años… Pero en la misa de ayer, primer domingo de Adviento, volvió a reinar el silencio… hemos vuelto a la normalidad, y por lo visto la normalidad consiste en el olvido, nuevamente, de la norma 6ª del Concordato…
Por ello eminentísimo señor, nos atrevemos a dirigiros… que se renueve esa costumbre… que de hecho se perdió con gran dolor de todos cuantos, católicos españoles, vimos siempre en el Caudillo a un verdadero padre, católico ejemplarísimo y salvador de la Patria. Y que ahora se pida todos los días por el actual Jefe de Estado, el Rey don Juan Carlos I, que tanto va a necesitar de la ayuda de Dios.
(…)
Queda de V. E. humilde servidor y se encomienda a sus oraciones
Rafael GIRONÉS
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