Estimado Martin_Ant: El único que está en un callejón romántico-academicista sin salida es vd. Repito: Está contando, como otros (Y otros que nada quisieron saber de D. Javier cuando estaba vivo) la historia al revés. Pero bueno, se refuerza lo que digo. Cada día que pasa, le doy más la razón al general Cabrera, salvo en lo de reconocer a la usurpación puigmoltiana.

Por mi parte no voy a entrar más en este pseudo-debate.
La cuestión legitimista no es asunto romántico-academicista, sino que va, de manera realista, al corazón del problema que llevamos sufriendo desde 1833.

Repito las mismas palabras con las que comencé este hilo: "Sinceramente, no entiendo esa trivialización de la cuestión legitimista. La legitimidad es lo más importante, pues es lo que hace que un Gobierno sea justo y favorable a los intereses de la comunidad política."

Y añado la declaración autorizadísima de D. Jose María Alsina Roca:


El carlismo tuvo arraigo popular gracias a su legitimismo dinástico, de tal modo que sin este hecho difícilmente hubiera aparecido en la historia española un movimiento político semejante, aunque su principal y más profunda motivación fuera religiosa. Podríamos encontrar semejanzas con otros movimientos antirrevolucionarios como la Vendée, los tiroleses de Austria o los cristeros de México. Pero estos casos, después de haber fracasado su levantamiento militar desaparecen como movimientos políticos. El carlismo, por el contrario, reaparece en la vida política española tras varias derrotas militares y largos períodos de paz en que se afirma que ha perdido toda su virtualidad. Se explica esta diferencia por el hecho de que la defensa de los principios político y religioso está íntimamente unida con la causa dinástica. Por ello Cuadrado puede afirmar que si ésta desapareciera su presencia se refugiaría “en las regiones inofensivas del pensamiento”.
Si se tratara de encontrar el medio para que desapareciera definitivamente el carlismo de la escena política española, habría que seguir aquella política que se propone desde El Conciliador. Hacer que desaparezcan las motivaciones dinásticas y de este modo se habrá conseguido que el carlismo no represente un permanente peligro de desestabilización política”.

(José Mª Alsina Roca. El Tradicionalismo Filosófico en España)


Un saludo en Cristo Rey