Re: Autores pseudotradicionales (Francisco Elías de Tejada)
Y ahora, a continuación, reproduzco un texto que no es mío y que espero le resulte útil para acabar de entender que se puede ser tradicionalista sin ser carlista, algo tan cierto como que no se puede ser carlista sin ser tradicionalista.
"(...) Es el nacionalismo teoría política que aparece en el siglo XIX heredando los principios formulados por los revolucionarios de la Francia de 1789 en lo próximo y en lo remoto el antihistoricismo de la Ilustración, secuela a su vez de la escisión protestante entre naturaleza y gracia. El nacionalismo es además la proyección en política del positivismo filosófico y consiste por ende en afirmar que las diferencias entre grupos humanos tienen lugar mediante rasgos físicos: apelando a la raza o a la geografía.
La raíz del tradicionalismo, por el contrario, aliente en ver al hombre según la antropología católica, cual entidad metafísica condenada por su misma naturaleza a obrar historia en tanto grado que lo eterno trascendente dependa del actuar concreto terrenal. Es la historia el horizonte concreto del destino humano, la plaza prcisa donde se pierde o se gana la salvación eterna. Lo decisivo en el hombre, que es su encuentro definitivo con Dios, prepárese en el marco de una realidad no elegida, pero no por ello menos determinante del obrar del individuo. Hablamos una lengua, poseemos el honor de un apellido, pertenecemos a una patria y todo ello sin intervención de nuestra voluntad, simplemente porque somos titulares forzosos de una herencia sociológica y cultural. Vivimos para la eternidad de Dios, mas vivimios en el presente histórico. Un presente formado por la decantación de quehaceres de las generaciones que plasmaron a lo largo de los siglos este tesoro de la Tradición que necesariamente recibimos al nacer.
Por supuesto que para el tradicionalismo la raza o la geografía constituyen factores que intervienen en la constitución de los pueblos, igual que las decisiones de nuestros antepasados. Pero no infieren directamente, sino en la medida en que han contribuido a la forja de la Tradición viva que los pueblos son. Cribados en el tamiz de la historia, los datos físicos repercuten en nosotros; pero solamente así. Un pueblo es la condensación viva de los aconteceres del pasado, jamás la suma de determinados rasgos físicos. Por la escueta naturaleza distínguense entre sí los animales, no los hombres. Pues, el hombre está destinado por fuerza a hacer historia a tenor de su misma naturaleza, porque el hombre es cultura más allá de la escueta biología; porque lo que distingue al hombre del animal es la condición de heredero más que la de descendiente; porque desde el ángulo de la sociología el ser humano que negara ser tradicionalista daría en animal puro y simple. Razón y sociabilidad de consuno truecan al hombre en ser histórico, esto es el heredero de una Tradición viva. De la Tradición merced a la cual los pueblos son lo que son en el curso de los siglos (...)"
Francisco Elías de Tejada. Los Fueros de Vizcaya, Centro E.H.P. <<General Zumalacárregui>> Ediciones JURRA Sevilla 1977. Cap. 2, "El Señorío de Vizcaya y su Fuero". págs., 67-68
En las palabras de Elías de Tejada entiendo que queda sobradamente de manifiesto que todo hombre es tradicionalista "per se", de nacimiento y en cualquiera tiempo o lugar, cuestión aparte es lo que pase después, lo que decida hacer con su vida, al igual que salvarse o condenarse.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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