Y por cierto, Franco mejoró en lo que pudo para España el documento bastardo de la de Dignitatis Humanae, que quedó aplicado así en el FUERO DE LOS ESPAÑOLES, 1966:

"La profesión y práctica de la Religión Católica, que es la del Estado español, gozará de la protección oficial.
El Estado asumirá la protección de la libertad religiosa, que será garantizada por una eficaz tutela jurídica que, a la vez, salvaguarde la moral y el orden público."



Vaya. Cómo le da usted la vuelta a la tortilla en este argumento. Ahora resulta que debemos agradecerle la modificación a peor del artículo 6º (artículo, por cierto, como recordé en otro hilo, tolerado que no querido por la Roma todavía católica de entonces, cuando fue aprobado).

Está claro que se extralimitó a favor de la antigua unidad católica, lo que suscitó quejas de algunos sectores progresistas y sectas heréticas españolas.
¿Extralimitó dice usted? Antes de la ley de libertad religiosa que consumó la destrucción de la unidad católica española, los protestantes, judíos y mahometanos ya disfrutaban en la práctica de los favores de la oficialidad del Régimen. Un estado en la práctica hecho posible por la interpretación laxa (ya se sabe, hecha la ley hecha la trampa) que se realizaban en las distintas Órdenes Circulares (1945, 1948, 1954), hasta el punto de ser tan descarado que motivaba la queja en pastorales colectivas de los Obispos de entonces. Se podría decir que la ley de libertad religiosa simplemente vino a consagrar jurídicamente un estado de cosas que ya, desgraciadamente para la unidad política española, ya existía, promovida desde el Gobierno (por acción u omisión) desde mucho antes.

Pero bueno. Esto sería salirse del tema propio del hilo.

¿Cuanto hubiéramos dado ahora por haber mantenido un texto así?
De hecho, la canalla postfranquista (obispos incluidos) fue lo primero que se cargó.
Yo no hubiera dado nada por un texto mojado como ése. Lo importante en un régimen es lo que se lleve a cabo realmente en la práctica. Obras son amores y no buenas razones.

Así que Franco no solo no "consumó la destrucción de la unidad católica de España "sino que, en lo que de él dependió, mantuvo de ella lo que pudo hasta su muerte. Que Dios se lo pague.

Así que Franco no solo "consumó la destrucción de la unidad católica de España "sino que, en lo que de él dependió, destruyó de ella lo que pudo hasta su muerte. Que Dios se lo demande.

En cambio, por el contrario, los legitimistas españoles sí fueron defensores de la unidad católica española contra Franco.