Hay otra cuestión que me produce verdadera perplejidad, o sea, ¿se está insinuando que Cristo no quiere la salvación de todos los hombres? Entonces ¿para qué se encarnó? ¿para qué trajo la Verdad? ¿para qué se dejo crucificar? No me estoy refiriendo al hecho de que muchos hombres renunciasen voluntariamente a la salvación, ni a que hoy en día siga sucediendo lo mismo y ocurra hasta con premeditación y alevosía, ¡no! No me refiero a eso, sino al hecho de que el Hijo se encarnó buscando la redención del género humano y eso significa todos los hombres. Y cuidado, porque negar lo que manifiestamente nos dicen Los Evangelios se puede llegar a entender como jansenista, una herejía.

9. Esta era la luz verdadera
que, viniendo a este mundo,
ilumina a todo hombre.

16. de su plenitud recibimos todos
gracia sobre gracia.


(Jn. 1 Prólogo)

Errores teológicos.---El Jansenismo

Miguel BAYO, profesor de Lovaina, había enseñado, tocante a la predestinación y a la gracia, la doctrina de CALVINO, atribuyéndola a SAN AGUSTÍN. SAn PÍO V le había condenado en 1567. Cornelio JANSENIO renovó las doctrinas de BAYO. Sostenía que JESUCRISTO no había muerto por todos, sino tan sólo por los predestinados; que no existe una gracia suficiente que se de a todos los hombres; que no hay más gracia que la eficaz, propia tan sólo de los predestinados y a la cual no se puede resistir. JANSENIO expuso sus doctrinas en un libro titulado Augustinus, que él hizo imprimir después que hubo sido nombrado obispo de Iprés; pero antes de ser publicado dicho libro, murió (1638), habiendo recibido los Sacramentos y declarado que se sometía al fallo de la Iglesia romana.

Entre tanto, el abad de Saint-Cyran (Juan DUVERGIER de HAURANNE), amigo de JANSENIO, propalaba doctrinas análogas en el orden de las prácticas cristianas: debíase estar alejado de la Eucaristía meses y años, por razón del respeto que se le debe; había que hacer penitencia y dar muestras de haber cambiado de vida antes de recibir la absolución; en los días festivos se había de celebrar en cada localidad una sola Misa, a la que todos venían obligados a asistir. Pretendía, asimismo, restablecer la penitencia pública como en los primeros tiempos de la Iglesia. Llegaba casi a equiparar los presbíteros con los obispos y a éstos con el Papa; autorizaba a los obispos a celebrar concilios nacionales, y decía que el concilio es superior al Papa, etc.

(...) El Papa URBANO VIII condenó primero de modo general las doctrinas de JANSENIO, y más tarde condenó sus obras. Los jansenistas recurrieron a subterfugios, diciendo que aquellas proposiciones eran heréticas, pero no en el sentido de JANSENIO, y que el Papa no es infalible en hechos dogmáticos tales como el que versaba acerca de si dicha doctrina herética era o no enseñada en el libro de JANSENIO. Con respecto a este hecho se limitaba a un silencio reverencial. El jansenismo fue también propagado por QUESNEL, quien halló un protector en el Cardenal DE NOAILLES. Ambos fueron condenados por el Papa.


"Las glaciales enseñanzas jansenistas, deformadoras del concepto de Dios y del Crucificado, y demoledoras del amor, la esperanza y la piedad cristianas, siguieron difundiéndose secretamente durante mucho tiempo entre el clero. Al lado de la Iglesia lucharon denodadamente algunos Santos, entre ellos San ALFONSO DE LIGORIO. Mientras en el Monasterio de Port-Riyal, que tuvo que ser demolido hasta sus mismos cimientos por LUIS XIV, seguía encendida la lucha contra la doctrina de la Iglesia, en otro monasterio, en la capilla de la Visitación de Paray-le-Monial, se aparecía el redentor a Santa Margarita ALACOQUE, y mostrándole el Corazón le decía: He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres." (1673)

J. BONATTO. Op. cit. pp 547 a 549.