Fuente: El Pensamiento Navarro, 10 de Marzo de 1971, página 11.
ANTE LA FIESTA DE LOS MÁRTIRES
En defensa de la Tradición
Tú, soldado de la Tradición, habrás de tener puesto en el Reino de Dios (De la Ordenanza del Requeté).
En estos momentos de confusión y tristeza por los que pasa el Carlismo, no es extraño que el nerviosismo, y hasta el desánimo, cunda en sus filas, aunque, como siempre, acostumbrado a las más duras pruebas, sea momentáneo. Sin embargo, estimo que no es bueno para España que unos leales, siempre cubiertos de cicatrices, se vayan a sus casas, después de una vida ejemplar de insuperable abnegación y patriotismo, a esconder su amargura y desilusión. Y que otros se aparten por caminos antagónicos, olvidando toda esperanza. Aunque estos últimos sean los menos.
BAJO EL MALÉFICO SIGNO DEL APERTURISMO
Como obra humana, todo es posible cuando un mundo en contradicción, donde los mayores errores prosperan; dominado por las más absurdas y nocivas veleidades y perecederas modas, que invade toda la vida social, incluida la política; con una fe y moral titubeante bajo el signo del llamado aperturismo y la evolución, sólo piensa, a pretexto de combatir el inmovilismo, a olvidar las lecciones del pasado, como fuentes de experiencia para un mundo mejor. Por algo el hombre es el animal del que se dice que es capaz de tropezar dos veces en la misma piedra. Y, en nombre de un supuesto progresismo, más o menos liberal, parece no darse cuenta de que, en realidad, lo que pretende –nada hay nuevo en la política– es volver a retroceder a épocas ya superadas, en vez de avanzar. Y es que para muchos se considera más fácil vivir alegremente el oportunismo del momento, sin mirar al futuro, en vez de construir sólidamente sobre la roca inconmovible de las mejores virtudes y tradiciones patrias, en un progreso firme, austero y eficaz, que lleve la paz y la justicia social a todos los hogares, especialmente de los más necesitados y, como siempre, los más sufridos y con mejores cualidades humanas.
Por eso, me vais a permitir, amigos lectores, que, sin más títulos que uno de tantos ex combatientes requetés –ahora tan ignorados–, que, en la festividad de nuestros Mártires de la Tradición, os recuerde a todo el que se precie de buen carlista, que no debe olvidar a nuestros compañeros, que, tanto en la Cruzada, como en las guerras que le precedieron, dieron su vida por una España mejor, en donde se hiciera auténtica verdad los principios de Cristo.
LOS QUE TIENEN PRISA POR OLVIDAR
Y es que, para los que desean enterrar el pasado, es fácil olvidar. Pero no para los carlistas de corazón, especialmente los que, por voluntad divina, les hemos sobrevivido y consideramos un deber honrar su memoria, aunque sólo sea por medio de funerales y misas rezadas en sufragio de su alma, y demás actos organizados en su memoria, ya por los ex combatientes del Requeté, Comunión Tradicionalista, Círculos Mella, Margaritas, o, cuando no, agrupados espontáneamente, por muy reducido que sea el grupo de buenos carlistas, como nos lo pedía el gran Rey Carlos VII, en su Decreto de 5 de noviembre de 1895, al instituir dicha festividad de los Mártires de la Tradición, reafirmado en su Testamento Político, que continúa siendo el faro luminoso que guía al Carlismo español, y de los que vamos a reproducir, a continuación, los siguientes párrafos:
“¡Cuántos centenares de valerosos soldados, no menos heroicos, he visto caer junto a mí, segados por las balas, besando mi mano, como si en ella quisieran dejarme, con su último aliento, su último saludo a la Patria! ¡A cuántos he estrechado sobre mi corazón en su agonía! ¡Cuántos rostros marciales de hijos del pueblo, apagándose en la muerte con sublime estoicismo cristiano, llevo indeleblemente grabados en lo más hondo de mi pecho, sin que pueda poner un nombre sobre aquellas varoniles figuras!
Todos morían al grito de ¡Viva la Religión! ¡Viva España! ¡Viva el Rey!...”.
“Inmenso es mi agradecimiento a los vivos y a los muertos de nuestra Causa. Para probarlo y perpetuar su memoria instituí la fiesta nacional de nuestros mártires. (…). Congregaos, para estímulo y aliento recíprocos, y, en testimonio de gratitud a los que os precedieron en la senda del honor, el día 10 de Marzo de cada año, aniversario de la muerte de aquel piadoso y ejemplarísimo abuelo mío, que, con no menos razón que los primeros caudillos coronados de la Reconquista, tiene derecho a figurar en el catálogo de los reyes genuinamente españoles”.
Confío en que EL PENSAMIENTO NAVARRO, baluarte insobornable de los ideales carlistas, recoja estas modestas líneas, que espero continuar en otros artículos, en defensa de la Bandera de la Santa Tradición, como nos pide nuestro bendito himno, y como nos exige la lealtad a nuestros mártires.
Y que la sin par Navarra, España entera, y especialmente el noble pueblo carlista, honre en su festividad, repetimos, como se merece, el insuperado sacrificio y heroísmo de los gloriosos Mártires de la Tradición.
CARLOS HARVAS
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