En otras ocasiones ya lo he dicho: es un auténtico placer dialogar de cualquier tema, aquí... en hispanismo.org
Aparte de ser un placer por el respeto que se respira, también lo es por la cantidad de buenísimas personas que aquí intervienen. Jamás un insulto, jamás una descalificación gratuíta... siempre un constructivo diálogo entre gentes que, aunque proviniendo de lugares muy distintos y con sensibilidades y formas de apreciar las cosas diferentes (no tanto en esencia, pero sí más en la epidermis) se nota que a todos nos mueve un mismo amor por una tradición que solo puede escribirse a partir del cristianismo católico y de una inspiración social que nace y tiene sus manantiales en la Doctrina Social de la Iglesia.

Dices, estimado Valmadian, que "el disparate nació cuando el hombre perdió su libertad, la misma que estaba en la propiedad de la herramienta productiva, y pasó a depender del Estado". Y qué gran verdad sería si no nos olvidáramos de que antes de que el hombre pasara a depender del Estado, comenzó a depender de otros hombres que, auspiciados por las idea liberales, le despojaron precisamente de esos medios de producción (como llaman los marxistas a las herramientas productivas de las que hablamos) que le hacían libre.

Y es que parece que estoy oyendo hablar a José Antonio, cuando nos recordaba que fué precisamente el liberalismo el que despojó a los hombres de sus medios naturales de vida, el que destruyó los viejos gremios, el que cerró las tierras comunales obligando a enormes masas de campesinos a emigrar a las ciudades para trabajar de sol a sol en las fábricas que los burgueses habían construido gracias a los dineros que habían obtenido de expoliar a la Iglesia y de robarles las tierras comunales a los campesinos, y vivir después en "tugurios infectos donde vivían hacinados los obreros y sus familias, en un límite de decoro casi infrahumano".

"...el Estado liberal vino a depararnos la esclavitud económica, porque a los obreros, con trágico sarcasmo, se les decía: 'Sois libres de trabajar lo que queráis; nadie puede compeleros a que aceptéis unas u otras condiciones; ahora bien: como nosotros somos los ricos, os ofrecemos las condiciones que nos parecen; vosotros, ciudadanos libres, si no queréis, no estáis obligados a aceptarlas; pero vosotros, ciudadanos pobres, si no aceptáis las condiciones que nosotros os impongamos, moriréis de hambre, rodeados de la máxima dignidad liberal'. Y así veríais cómo en los países donde se ha llegado a tener Parlamentos más brillantes e instituciones democráticas más finas, no teníais más que separamos unos cientos de metros de los barrios lujosos para encontramos con tugurios infectos donde vivían hacinados los obreros y sus familias, en un límite de decoro casi infrahumano. Y os encontraríais trabajadores de los campos que de sol a sol se doblaban sobre la tierra, abrasadas las costillas, y que ganaban en todo el año, gracias al libre juego de la economía liberal, setenta u ochenta jornales de tres pesetas".

Porque fué precisamente a consecuencia de un liberalismo salvaje que despojó a los hombres y sus familias de esas herramientas de producción a las que te refieres, por lo que se abonó el terreno para que nacieran los totalitarismos socialistas.

"Por eso tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento (nosotros no recatamos ninguna verdad), el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel sistema, que sólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles una vida justa"..

Aunque luego nos advierte muy sabiamente:

Ahora, que el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal, vino a descarriarse, porque dio, primero, en la interpretación materialista de la vida y de la Historia; segundo, en un sentido de represalia; tercero, en una proclamación del dogma de la lucha de clases.

El socialismo, sobre todo el socialismo que construyeron, impasibles en la frialdad de sus gabinetes, los apóstoles socialistas, en quienes creen los pobres obreros, y que ya nos ha descubierto tal como eran Alfonso García Valdecasas; el socialismo así entendido, no ve en la Historia sino un juego de resortes económicos: lo espiritual se suprime; la Religión es un opio del pueblo; la Patria es un mito para explotar a los desgraciados. Todo eso dice el socialismo. No hay más que producción, organización económica. Así es que los obreros tienen que estrujar bien sus almas para que no quede dentro de ellas la menor gota de espiritualidad.

No aspira el socialismo a restablecer una justicia social rota por el mal funcionamiento de los Estados liberales, sino que aspira a la represalia; aspira a llegar en la injusticia a tantos grados más allá cuantos más acá llegaran en la injusticia los sistemas liberales.

Por último, el socialismo proclama el dogma monstruoso de la lucha de clases; proclama el dogma de que las luchas entre las clases son indispensables, y se producen naturalmente en la vida, porque no puede haber nunca nada que las aplaque. Y el socialismo, que vino a ser una crítica justa del liberalismo económico, nos trajo, por otro camino, lo mismo que el liberalismo económico: la disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres"
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Todo esto está clarísimo... Pero, ahora a ver cómo leches, en la segunda década del siglo XXI podemos hacerles entender a los oprimidos que la solución a los problemas que les ha creado el liberalismo jamás se la va a otorgar el socialismo estatalista. A pesar de la enseñanza clara de la historia reciente del último siglo, me parece una tarea casi titánica. Amén de que dime de qué manera, como tu mismo apuntas, conseguiremos levantar ésto. Porque, como tu muy bien dices: "...eso me temo no hay quien lo levante hoy por hoy. Quizás una hecatombre cósmica, una guerra mundial, una pandemia, si sean fuerzas suficientes para acabar con el "Leviatán". Lo peor es que mucha gente actúa como en "La invasión de los ultracuerpos" sin tener ni la más mínima noción de lo que hace. Es entonces cuando surge la necesidad del líder, es el que "libera" al tiempo que "encadena".

De todas formas, no nos olvidemos de que el pueblo español ha preferido ya en muchas ocasiones gritar: "¡VIVAN LAS CADENAS!". Son distintas cadenas, desde luego... pero, a veces es preferible gritar eso antes que perecer de hambre, mientras ves cómo tus hijos no tienen nada que llevarse a la boca esa noche, o días antes de que la policía y la comisión judicial vaya a ir a echarte a ti y a tu familia de tu casa, por no haber podido pagar la hipoteca.

En una situación como esa, a cualquiera que te prometa una casa y un sueldo, le entregas gustosamente esa libertad de la que José Antonio también se reía cuando hablaba de la falsa libertad que parecía otorgarle a los hombres el liberalismo. Y hablo solamente de esa falsa libertad, porque la libertad verdadera ya nos la robó el liberalismo (mucho antes de que los socialismos lo intentaran) por el procedimiento que todos conocemos...