Fuente: Cruzado Español, Número 136, 15 de Noviembre de 1963, última página.

[Nota preliminar mía: los subrayados en cursiva se deben al transcriptor de Cruzado Español].



El “New York Times” destaca el “Plan de Desarrollo” de España

Señala que, presiones relacionadas con él, han provocado la dimisión del Marqués de Suanzes y de Labadie Otermin


Crónica del corresponsal del “Diario de Barcelona” en Washington, José Mª. Massip, que, bajo los precedentes titulares, publica en su edición del día 22 de Octubre pasado el citado periódico:

«“España empieza su reforma económica”, titula hoy el “New York Times”, en su página frontal, una crónica de su corresponsal en Madrid, Paul Hoffman.

La crónica ocupa media columna de la primera página del prestigioso periódico, y un amplio espacio en otra página interior, ilustrada con una foto del Comisario del Plan, Don Laureano López Rodó.

La información que se ofrece al lector norteamericano –el del “Times” es el lector que cuenta en Estados Unidos, a despecho de cuanto se diga incidentalmente contra las ideas del periódico– es una amplia noticia de lo que España se propone hacer en el camino de su desarrollo económico y social. “El Plan –dice el corresponsal de Madrid– plantea inversiones públicas y privadas por un valor equivalente a cinco mil millones y medio de dólares entre 1964 y 1967. El objetivo es incrementar la producción, dar trabajo a todos, reformar la estructura social y económica del país e integrar a España económicamente con el resto del mundo. El Plan del Gobierno –añade– es económicamente liberal. Subraya la importancia de la libre empresa y las fuerzas del mercado, y afirma que la prosperidad económica tiene que conseguirse, no por medio de la imposición de sacrificios excesivos sobre las generaciones presentes, sino por medio del empleo racional de los recursos existentes”.

Tanto como el contenido de la interesante información de Mr. Hoffman, lo que importa, en opinión de este corresponsal, es la categoría que un diario como el “Times” de Nueva York, tan intransigente en cuanto a la estructura ideológica del actual régimen español, atribuye al Plan Económico de Desarrollo. El corresponsal dice que el Plan es obra de los “tecnócratas”, que él llama “un grupo de católicos liberales e internacionalistas en materias económicas, y conservadores en asuntos políticos”.

El corresponsal afirma que las presiones políticas, directas o indirectas, en relación con el Plan, han provocado la dimisión de Don Juan Antonio Suanzes, presidente del I.N.I., y Francisco Labadie, del Instituto Nacional de Seguridad Social.

El Plan, según el corresponsal, está enfocado especialmente al desarrollo de la inversión privada de capitales nacionales y extranjeros, limitando el sector económico controlado por el Estado, como en el caso del I.N.I. Subraya las facilidades que el proyecto ofrece a la iniciativa privada y al establecimiento de “núcleos de crecimiento” en regiones subdesarrolladas del país y la necesidad de amplias reformas, citando, a tal efecto, la meseta castellana, Andalucía y Extremadura. “Se trata de establecer un puente –dice– entre la disparidad actual de las ‘dos Españas’, las prósperas regiones industriales de Cataluña y el Norte vascongado, y el Centro-Sur-Poniente del país”.

La crónica subraya el interés creciente de este país hacia el desarrollo económico de España. La firma reciente de los Acuerdos defensivos sobre las bases hispano-norteamericanas, prorrogado por cinco años, la existencia de las mismas en territorio español, no es, en el fondo, más que el reconocimiento de dos hechos: la necesidad de una continuada cooperación en materia militar y defensiva, y el reconocimiento de un hecho económico en función del progreso general europeo. El “milagro español”, con todas sus ramificaciones, ha sido un excelente punto de apoyo en las negociaciones y declaraciones realizadas por los Ministros de Asuntos Exteriores, Comercio y Hacienda en las últimas semanas. Sin el “milagro”, probablemente hubiera fracasado la inteligente gestión del Embajador Señor Garrigues en busca de la renovación ampliada y mejorada de los Acuerdos de 1953. Se partió, por ambas partes, del principio de que España es un país que va para arriba económicamente, y la premisa ha llevado a fórmulas positivas de cooperación entre Washington y Madrid.

El resultado es que Washington sigue hoy con gran atención el desenvolvimiento de la economía española y el planteamiento de su Plan de Desarrollo. Se han dado aquí todas las facilidades para la ejecución del Plan, en lo que dependa de Estados Unidos. El Banco de Exportación e Importación y el Banco Mundial –por muy diferentes que sean sus vinculaciones con el Gobierno de los Estados Unidos– se disponen a atender a la financiación de los proyectos económicos españoles, a condición de que se les ofrezca las garantías técnicas mínimas para formalizar una financiación efectiva e inmediata. En el Banco Mundial se ha empezado –después del famoso informe técnico de hace dos años [1]– por las carreteras, en el triángulo a modernizar de Madrid-Barcelona-Alicante, y se está estudiando ahora, con una Comisión técnica de la Renfe, la modernización de los ferrocarriles españoles. La opinión de los medios diplomáticos españoles más responsables, en esta capital, es que se contará con el apoyo incondicional de las entidades financieras internacionales y norteamericanas en la expansión económica española y en términos bancariamente viables, a condición de que esté ultimada la planificación técnica de los mismos.

Si los “tecnócratas” presentan proyectos adecuados, puede afirmarse que encontrarán aquí la acogida más positiva. En este momento, la dificultad no consiste en actitudes negativas de la Administración ni de las corporaciones financieras, sino en la capacidad de planeamiento y absorción de los dirigentes del Plan Español de Desarrollo.

Más que lo que el corresponsal del “Times” de Nueva York dice en su despacho, importa lo que el periódico sugiere al publicarlo en su primera página de hoy. “Veamos –viene a decir– lo que España es capaz de hacer en la puesta en práctica de su Plan de Desarrollo”».






[1]
Nota mía. Tras la “misión” enviada a la Península por el Banco Mundial entre Marzo y Junio de 1961 (primera visita), y en Mayo de 1962 (segunda visita), éste publicó en Enero de 1963 el Informe titulado The Economic Development of Spain, más conocido vulgarmente como “Informe del Banco Mundial” (el Gobierno de Franco ya se había adelantado publicando una edición castellana del mismo en Octubre de 1962).