Revista FUERZA NUEVA, nº 576, 21-Ene-1978
Con la “Scala”, cien víctimas del terrorismo
Lo más grave del incendio de “Scala Internacional”, en Barcelona, no ha sido su aparatosidad sino el que éste es la conclusión terrible pero lógica de otro atentado terrorista.
Desgraciadamente, en España, se han dejado de considerar terrorismo y violencia (1978) -cuando lo son- otra cosa que los atentados contra las personas con armas de guerra. Y, sin embargo, los partidos de raíces marxistas o nihilistas que postulan y practican el enfrentamiento callejero y los atentados contra los inmuebles con bombas y “cócteles molotov” son ya terroristas en sus principios y en potencia. Si acaso poco mortíferos por rudimentarios, pero no se puede lanzar vez tras vez artefactos incendiarios sin que terminen produciendo naturalmente muertes.
Y esto es más patente todavía cuando se piensa que el comando incendiario no pensó en asesinar a Ramón Egea, Bernabé Bravo y Diego Montoro, empleados de la limpieza, ni a José López Massip, electricista, sino en destruir un símbolo de la vida burguesa catalana. Si en la inspiración este atentado es digno heredero de la bomba del Liceo (1893), sus resultados han sido aún más indiscriminados: se pretende destruir la sociedad burguesa y se asesina a los obreros más humildes.
Con este atentado, último a la hora de escribir estas líneas, pero que no lo será cuando el lector las reciba, el terrorismo español (sin explicativos, siempre es marxista) ha alcanzado una sangrienta cota: 100 muertos (comienzos de 1978) desde que el guardia civil Pardines fuera rematado a sangre fría en 1968. Entonces sólo existía una organización terrorista en España: ETA. Hoy no sólo hay 100 muertos más, sino que FRAP, GRAPO, MIL, FAC, FAG se dedican a la “lucha armada” y algunos grupos a la siniestra del PCE se dedican a emplear armas, tan peligrosas como se demuestra hoy, cotidianamente.
El terrorismo ha crecido, pues, en España; y ha crecido con la democracia. De los 100 asesinatos que hoy lamentamos, 14 ocurrieron entre 1968 y 1973 hasta el atentado contra Carrero; apenas 2 al año.
En cambio, con los gobiernos de la apertura, la reforma y la pre-democracia de Arias Navarro y Suárez, en cuatro años justos (1974-1977), las víctimas fueron 82 (y 5 más en la primera mitad de enero), es decir, 20 al año: diez veces más.
El mal no acaba de aparecer; apenas continúa la senda de los gloriosos indultados, extrañados y amnistiados, y tampoco es una herencia del franquismo, que impidió durante largos años la proliferación del terrorismo en comparación con lo que presenciamos.
Concluyamos: cien víctimas y dos agentes: el marxismo-separatismo y el liberalismo que facilita, tolera y deja impune, incluso desde niveles gubernamentales.
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