Fuente: ¿Qué Pasa?, 19 de Junio de 1971, página 8.
EN TORNO AL CARLISMO Y A SUS HOMBRES
A don José María Codón
Muy señor mío:
Creo que es la primera vez que comienzo una carta de réplica, y he escrito algunas docenas de ellas, diciendo que el artículo al que contesto lo considero totalmente funesto. En el caso presente, es éste el calificativo que he de aplicar al artículo suyo [que] apareció en esta revista del día 24 de abril de 1971.
Estamos intentando aclarar un poco el confuso mundo de nuestro querido carlismo, y usted, después de varios meses de silencio, se descuelga con [un] ataque al artículo de [Z]urita de Cebrián, ataque que es un verdadero modelo de lo que se debe escribir si queremos embrollar más a nuestro sencillo pueblo carlista.
Hay un problema capital: D. Javier y D. Hugo de Borbón-Parma defienden unas doctrinas que están en franca oposición con las que hemos aprendido en el Carlismo. ¿Qué hacer con ellos? Por bastante menos de lo que ambos príncipes han dicho y hecho obligaron nuestros predecesores de hace cien años a abdicar a Don Juan III.
Y usted, en vez de ceñirse a ese problema, sale haciendo un panegírico de D. Javier que no viene al caso. No son sus méritos los que están en juego. Es la doctrina que sustenta.
Es cierto que gestionó en 1936 la compra de armas. Es un camelo como un petrolero eso de que las abonase de su bolsillo. Es cierto que su padre, D. Roberto, vino al campo carlista en 1874. Es un camelo, no tan grande como el anterior, que fuera general carlista. Pero aunque todo fuera verdad, ¿le autorizaría ello a disponer de los carlistas como de un rebaño de su propiedad y hacernos tragar el manifiesto que ha dado el 6 de diciembre de 1970?
Con su artículo ha salido usted, de momento, muy airoso. Esa pregunta suya de «¿Con qué otro abanderado está usted?», queda en el aire como una estocada dirigida al corazón de su adversario. Pero, ¿está usted convencido que tanto su artículo como su pregunta han de servir para aclarar la confusión de nuestros buenos carlistas?
Le diré a usted que esa pregunta es totalmente improcedente. ¿Qué quiere dar usted a entender con ella? ¿Que lo carlistas que no estamos con D. Javier y su hijo estamos con la dinastía liberal?
Usted no tenía por qué haberla hecho, ya que conoce perfectamente la respuesta. Usted sabe que existimos los carloctavistas, ya que en 1952 asistió en Villarcayo a una cena que se dio a D. Carlos VIII (q. e. p. d.). Usted sabe que existen muchos carlistas que han abandonado a D. Javier en vista de sus claudicaciones, que han ido haciéndose mayores a medida que transcurría el tiempo, para culminar en su último manifiesto. Usted debía haber comprendido que el señor Zurita de Cebrián es uno de éstos. Como lo ha comprendido un servidor, que no es adivino ni conoce a dicho señor.
Y usted, que ha preguntado, conteste:
Cuando en 1957 ya se veía que el Régimen se encaminaba a la salida del 22 de julio de 1969, D. Javier, inexplicablemente, dio orden de colaborar con el mismo. ¿Con quién estuvo usted, señor Codón? ¿Con quién estuvo el señor Zurita de Cebrián?
Cuando en diciembre de 1966 se nos pidió la opinión sobre la Ley Orgánica del Estado, que en determinados puntos está en oposición con la doctrina carlista, y, sin embargo, D. Javier felicitó al Jefe del Estado por su promulgación, ¿con quién estuvo usted? ¿Con quién estuvo el señor Zurita de Cebrián? Y, por fin, señor Codón, estas dos preguntas son más terminantes:
¿Está usted con el príncipe que ha dicho: «Un estado confesional es, en alguna manera, anticatólico»? [1]
¿Está usted con el príncipe que ha dicho que la principal característica del carlismo es evolucionar? [2]
Si es así, perdone que se lo diga: «No es usted carlista».
Atentamente,
ZORTZIGARRENTZALE
[1] Nota mía. Texto perteneciente a la entrevista de D. Carlos Hugo en la revista «Familia Nueva», en diciembre de 1970.
[2] Nota mía. Texto perteneciente al Manifiesto de 6 diciembre de 1970.
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