Fuente: ¿Qué Pasa?, 3 de Julio de 1971, página 6.
LO QUE LOS CARLISTAS ESPERAN DE “EL PENSAMIENTO NAVARRO”
Por A. ZURITA DE CEBRIÁN
En toda España se sigue con interés creciente el diario «El Pensamiento Navarro». Desde luego sigue una trayectoria singularmente destacada, que le hace merecedor de que pueda calificarse como el diario español mejor sintonizado con los ideales del 18 de julio. Responde plenamente a los postulados básicos de nuestra Cruzada: Dios y España. Durante esta última etapa, «El Pensamiento Navarro» ha concentrado un depósito de doctrina y de posturas en el terreno de defensa de la fe, de España, de la Navarra inmortal, de enfrentamiento contra el comunismo y contra la porno, que si fuera la tónica general de la prensa española cambiaría totalmente la faz de la vida nacional, muy acorde con lo que debe ser por fidelidad a nuestra Cruzada.
Últimamente, «El Pensamiento Navarro» ha contestado espléndidamente a la revista «Mundo», entrometida en los problemas internos del carlismo desde una tribuna que no tiene autoridad alguna, ni para enjuiciarlos ni para entenderlos. La respuesta de «El Pensamiento Navarro», del día 6 de junio, así como otras aclaraciones sobre ciertas bufas operaciones de dispersión, nos parecen muy acertadas.
Pero acusa una postura nacional el actual «Pensamiento Navarro» que no aclara ni convence. Dice el director de dicho diario que «cuanto quien esto escribe sea su director, jamás sembrará la desunión entre hermanos. Jamás se sumará ni se pondrá al servicio más que Dios, Patria y Rey, del Rey carlista con los legítimos derechos de origen y ejercicio». Muy bien esto en el terreno teórico. Pero un diario de ideología política combatiente y actual no puede quedarse en las nubes de la pura abstracción. Pues «la desunión entre hermanos» dentro del carlismo español, en la actualidad, no es fruto de ningún personalismo más o menos pasional. El núcleo central del problema carlista en estos momentos es el siguiente: Hay una dinastía –los Borbón-Parma– que conscientemente, permanentemente, a lo menos desde 1958 [1], viene produciéndose [en forma tal], –en sus manifiestos; en los actos organizados por la llamada Junta Suprema de la Comunión Tradicionalista; en las declaraciones de don Hugo-Carlos en «Familia Nueva»; [en] las últimas declaraciones y manifiestos de don Javier; y en toda la trayectoria del «javierismo», con posterioridad al 19 de abril de 1937, en que por sí y ante sí renunció a sus derechos de Regente, así como con los actos públicos de Montejurra y Montserrat, que han merecido elogios y concomitancias doctrinales con Santiago Carrillo–, que con seguridad se puede afirmar que los Borbón-Parma enajenan toda legitimidad de ejercicio para seguir invocando su pretendida función de continuadores del Rey Alfonso Carlos I. Hasta el colmo de que «El Pensamiento Navarro» está al margen de la disciplina de la Comunión Tradicionalista oficial, ya que ésta prefería a «El Pensamiento Navarro» dirigido por Pascual, con elogios a «Che» Guevara y en línea totalmente progresista.
Si «El Pensamiento Navarro» actualmente tiene una línea política clarificada en doctrina tradicionalista, debe declarar que no existe «Rey carlista con los legítimos derechos de origen y ejercicio». Y debe declarar explícitamente cuáles son los que han causado «las dolorosas heridas provocadas por la defección en el sagrado cuerpo de la Tradición». Un diario como «El Pensamiento Navarro» no puede callarse, por diplomacia o táctica mal entendida, quiénes son los que traicionan y son cómplices de desgarrar la Tradición. Afirma el director de «El Pensamiento Navarro»: «No caeremos en la insana estupidez de ensanchar las diferencias en nuestras filas, a mayor gloria y provecho del enemigo. Del enemigo que siempre es uno y el mismo: la Revolución». Pero en esta intención, que es noble, falta una aclaración fundamental: el enemigo del carlismo español, el que mixtifica su ideario, el que corrompe a sus hombres ideológicamente, el que causa más daño que el propio Maroto, es el «javierismo-huguismo». Ellos ponen a los auténticos carlistas en oposición con las afirmaciones, los documentos, las hojas, las publicaciones, los manifiestos del tándem don Javier-don Hugo-Carlos, porque éstos no expresan la doctrina carlista, sino que son la negación total del ideario.
Una prueba al canto: El actual «El Pensamiento Navarro» responde maravillosamente a la temática carlista, con perfecta agudeza para enjuiciar los problemas internacionales, nacionales, sociales y religiosos de esta hora. Pero este «Pensamiento Navarro» no es del agrado ni de don Javier ni de don Carlos-Hugo. Al contrario, don Javier y don Hugo-Carlos están con la revista «Montejurra», perfectamente alineada con la Revolución con mayúscula, con el enemigo, que tan acertadamente denuncia «El Pensamiento Navarro». Don Javier y don Hugo-Carlos inspiran y están con las declaraciones y discursos políticos difundidos en el Montejurra 1971, que «El Pensamiento Navarro», en su día, denostó como anticarlistas.
Luego «El Pensamiento Navarro» debe aclarar con pelos y señales, cuando se refiere al «Rey carlista con los legítimos derechos de origen y ejercicio», si se refiere concretamente a los Borbón-Parma, a pesar de la excomunión que han lanzado contra este gran diario carlista navarro. O si la apelación al «Rey carlista con los legítimos derechos de origen y ejercicio» es una mera abstracción, como si habláramos de la humanidad, de la bondad y otros entes de razón. Es de esperar, pues en ello le emplazamos, que se tenga la gallardía de llegar hasta las últimas consecuencias. Pues de no aclararlo, tan absurdo sería «El Pensamiento Navarro» como lo que justamente critica en el editorial aludido.
Porque no hay tarea más importante para el carlismo español que marginar totalmente a los Borbón-Parma, por haberse desviado del Testamento jurado del Rey Don Alfonso Carlos I, y haberse alejado del contenido ideológico del carlismo, poniéndolo al servicio del marxismo y sus compañeros de viaje. España necesita al carlismo. Con todas sus implicaciones y lealtades, que en ningún momento pueden bastardearse. Pero cuando los Borbón-Parma han caído en errores mucho más grandes que los de Juan III, padre de Carlos VII, tan dignamente depuesto, a lo menos el único periódico carlista que nos queda tiene la obligación de pronunciarse en concreto y de no quedarse entre bastidores hablando de una dinastía legítima que no existe, y no asumiendo la tremenda responsabilidad histórica que la Providencia señala a «El Pensamiento Navarro» de convertirse auténticamente en el cerebro y en el corazón de todo el carlismo español, liberado de la defección dinástica de los Borbón Parma, y asumiendo la misión histórica que Carlos VII señaló en su Testamento Político: convertirse en el órgano vertebrador de «la dinastía vuestra, la dinastía de mis admirables carlistas». Para luchar contra la Revolución y contra el enemigo. Esto es lo que el carlismo espera de su actual director, si no es que, por posturas que no nos explicamos, se siente pequeño ante este gran deber.
[1] Nota mía. En el texto original dice “1958”, pero, por el contexto de todos los artículos de Zurita de Cebrián, debe tratarse de una errata, queriéndose decir “1968”.
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