Fuente: Esfuerzo Común, Número 99, Octubre 1968, páginas 37 – 38.


Los antiguos combatientes de Requetés han elevado un escrito al Jefe del Estado, con motivo de la festividad del 18 de Julio y dicen:


Juzgamos de excepcional interés divulgar su contenido



Vemos una serie de circunstancias que nos obliga de nuevo a presentar otra llamada a España, representada por su Jefe de Estado.

Esta exposición permitirá a las generaciones futuras tener conocimiento de que la Hermandad Nacional de Antiguos Combatientes de Tercios de Requetés hizo constar a tiempo, con muchísimo respeto, su posición y sus preocupaciones sobre los derroteros por donde algunas personalidades pretenden conducir a la Patria para regresar a la base de partida de 1930.

Es una preocupación para nosotros ver que la política del Régimen debería ser tan abierta que pudieran participar todos los españoles, sin distinción alguna, en la construcción definitiva de la futura sociedad. Punto fundamental es la institucionalización del Régimen: «la Monarquía debe ser social o no habrá Monarquía».

El pueblo ha de estar informado en quién ha de personificar esa Monarquía, eligiendo en referéndum o en las Cortes, libremente y con plena igualdad de oportunidades. Pero para nosotros, los carlistas, es una preocupación ver que la oligarquía, que cada día presiona más sobre los Organismos del Gobierno, no lo comprende así, y tratan de imponer a la opinión pública al príncipe don Juan Carlos de Borbón antes de que los Organismos llamados a decidir se hayan pronunciado.

La restauración de esta familia al año de ocupar el Trono, barrería todo cuanto hay estructurado, y nuestros Principios Fundamentales del Movimiento quedarían como queda el encerado de una clase después de pasarle una esponja.

Jamás un Gobierno debe dar un paso que signifique la división de los españoles. El colocar a ese Príncipe en el sitio que se le pone, con toda la significación que se sobreentiende, y sin contar para nada con las fuerzas cooperadoras de la victoria, es provocar la cólera de los antiguos combatientes y la desmoralización de la juventud que en ideales sigue a los primeros.

Somos una minoría, es cierto; pero también lo éramos en 1936, y en esa fecha nuestro Augusto Señor el Príncipe Don Javier de Borbón-Parma, al frente de 100.000 requetés distribuidos en 62 Tercios, constituyó una fuerza definitiva para la victoria. Y hubo más: desde el 18 de Julio hasta Septiembre de 1936, mes en que fuimos integrados en la Intendencia del Ejército Nacional, la Comunión Tradicionalista, por medio de su Comisaría de Guerra, se bastó sola para alimentar y vestir a todos los voluntarios. ¡Ésa es nuestra fuerza moral!

Sintiéndonos como albaceas testamentarios de los miles de requetés muertos por nuestra santa Causa, nos vemos obligados a manifestar a V. E. nuestro asombro, al ver que las fuerzas de la Tradición habrán contribuido sustancialmente a una Victoria, cuyos administrativos tratan de colocar en el Trono español a la misma familia que lo abandonó en 1931 para entregar el Poder a quienes salieron de la cárcel para formar Gobierno. Para nadie es un secreto que la guerra civil fue una consecuencia directa de aquel abandono.

La Comunión Tradicionalista, cuyo derecho a existir dentro del Movimiento Nacional no se puede discutir –pues fue la única fuerza política que pactó con el Ejército, representado en aquella ocasión por el General Director del Movimiento Don Emilio Mola Vidal–, se mantiene fiel a los Principios que inspiraron el Alzamiento Nacional.

¿Cuál es nuestro himno? La Marcha Real y el Oriamendi, himno y canto nacional.

¿Cuál es nuestra bandera? La roja y gualda, y la blanca con las aspas de San Andrés. Banderas de la Nación.

¿Cuál es nuestra meta? La Monarquía Tradicional, Católica, Social y Representativa. Que el Carlismo ha aportado a los Principios Fundamentales del Movimiento.

Entonces, ¿por qué el Poder nos desconoce?

Por todo lo expuesto anteriormente, queremos aceptar la responsabilidad que nos corresponde en el Gobierno de la Nación:

Para defender la Unidad Católica de nuestro pueblo dentro de las enseñanzas conciliares sobre la libertad religiosa, y de acuerdo siempre con la Santa Sede.

Para hacer efectiva la justicia social, creando un orden nuevo social y económico fundado en las Encíclicas de nuestros Pontífices Juan XXIII y Pablo VI: «Pacem in terris», «Mater et Magistra» y «Populorum Progressio».

Para restituir la nacionalidad a nuestra Familia Real Carlista, arrebatada injustamente en 1875, y detenida su solicitud, contra todo derecho, en el Ministerio de Justicia.

Para la solución del problema universitario, mediante la creación de los centros necesarios y reconocimiento de sus legítimas autonomías.

Para resolver el problema de la vivienda, tan acuciante para nuestras clases sociales económicamente débiles.

Para el reconocimiento de los derechos legítimos de las regiones, restableciendo sobre bases firmísimas la unidad entrañable de los pueblos de España.

Para asegurar la continuidad del Movimiento Nacional, transmitiendo la Fe en los ideales y el entusiasmo para servirlos, a las nuevas generaciones, que se sienten defraudadas por la contradicción inexplicable entre los principios que se proclaman y la realidad oligárquica que se impone.

La sinceridad en el servicio de los Principios inspiradores del Movimiento Nacional, es condición imprescindible, a juicio de los antiguos requetés, para asegurar el futuro y evitar que sea estéril el sacrificio realizado por los mejores de nuestros compañeros y los sufrimientos de toda una generación de españoles, a los cuales no se les puede engañar ni traicionar.

El Estado no puede ser justo sin oír a todas las partes de la Nación. El Estado debe ser árbitro imparcial.

Quizá algunos no entiendan nuestra postura; pero nosotros, hoy que tantos tratan de hacer olvidar su participación en la Cruzada, seguimos estando orgullosos de haber tomado parte tan activa en ella; confiamos aún en que V. E. sí sabrá apreciar toda la lealtad que hay contenida en la franqueza con que exponemos nuestras preocupaciones, nuestros deseos, nuestras discrepancias y nuestras esperanzas.

Por Dios, por la Patria, por los Fueros y por el Rey.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Madrid, 18 de Julio de 1968.



EXCMO. SEÑOR:

El Presidente de la Hermandad Nacional de Antiguos Combatientes de Tercios de Requetés.

Fdo.: Ignacio Romero Osborne, Marqués de Marchelina, Coronel de Artillería.