Sinceramente, no creo que sea esa la interpretación que se pueda hacer del relato que hace la Princesa doña Alicia; en esto me temo que no nos vamos a poner de acuerdo. Si fuera como usted dice y don Roberto "acude presto y servicial" a la llamada de su tío, como si este, y no don Roberto, fuera el jefe de la Casa Borbón-Parma, entonces hay que demostrar que don Javier no reconocía ni a su hermano mayor ni a su sobrino como Duques titulares de Parma y me parece que eso, a pesar de los problemas familiares, no se va a poder demostrar. Es más, sería como si don Roberto reconociera a su tío como Jefe de la Familia; lo que no me cuadra.
En todo caso, recuerdo que a pesar de la venia para los matrimonios desiguales, lleva aparejada aún la exclusión para la descendencia. El caso más famoso es el de el Archiduque don Francisco Fernando, que casándose morganáticamente con la también condesa Sofía Chotek, fue no obstante Príncipe Heredero del Imperio, pero NO ASÍ sus descendientes. De ahí que la corona de todas maneras hubiera recaído en el Beato don Carlos y en la Emperatriz Zita después del teórico reinado del malogrado Francisco Fernando.
Que yo sepa, la Familia Borbón-Bousset, como otras muchas ramas de Borbones, no son considerados Casa Real en Francia (ni en España) como tal, sino sólo aristocracia francesa; otro tema es si don Jaime reconoció algún título o tratamiento de su Casa oficialmente (lo que sería exclusivamente por GRACIA) en cuyo caso no habría discusión. Pero me extraña.
Y me extraña, porque en los años 20 nada había hecho don Javier en la cuestión carlista ni en España para que don Jaime tuviera a bien conceder a su esposa semejante gracia, que forzosamente por nacimiento es SEGURO que no tenía.
La interpretación que hace doña Alicia del acto habido entre don Javier y don Roberto considerándolo como una petición oficial de don Javier para que don Roberto "legitimara" su matrimonio reconociendo la condición de Princesa a doña Magdalena, es una interpretación que no se sostiene ni es razonable. Y no se sostiene ni es razonable por la sencilla razón de que don Javier NUNCA consideró a doña Magdalena como una desigual sin derecho al título de Alteza Real, sino que siempre la consideró, con tranquilidad de conciencia, como una Princesa con derecho propio a ese título y tratamiento.
Por eso yo avancé la otra interpretación, más razonable, de ese acto privado, considerándolo como una petición privada de don Javier para conseguir un favor o gesto generoso personal (es decir, no oficial) de don Roberto, a fin de que éste personalmente reconociera a partir de entonces, en sus relaciones públicas con las demás casas europeas, a doña Magdalena como Alteza Real (rompiendo así, en este punto concreto, con la disciplina marcada por aquél al que él consideraba como su jefe: don Juan). Abonan esta interpretación los siguientes dos hechos:
1º. Que desde el anuncio de la boda de don Javier hasta el día de la boda en 1927, don Elías (que yo sepa) no realizó ningún comunicado (como es costumbre) de desautorización del matrimonio, o indicando carencia alguna en los derechos o títulos de la esposa o de los hijos (y esto a pesar de que carecía de legitimidad para poder hacerlo, por su defección en 1920).
2º. Que don Roberto, a su vez, acepta la invitación de don Javier de acudir a la boda de doña Francisca, en donde ésta aparece considerada oficialmente como Princesa y con tratamiento de Alteza Real, como así se hizo oficialmente desde el anuncio hasta la celebración de la boda. Si don Roberto hubiese considerado el matrimonio de Don Javier como desigual, entonces nunca habría acudido a una boda en la que se daba tratamiento público y oficial de Alteza Real a la hija de don Javier.
Como digo, el hecho de que don Roberto rompiera, en este punto concreto, con su jefe don Juan, y aceptara a partir de entonces tratar públicamente a doña Magdalena como Alteza Real, es un acto personal que le honra.
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