Revista FUERZA NUEVA, nº 478, 6-Mar-1976
Lo que Europa quiere para España
Vaya por delante que al hablar de Europa no me refiero a la Europa vencida en 1945 –la auténtica, con todos sus errores y defectos-, ni siquiera la del Este, en la órbita soviética sobre la que los europeístas de nuestra patria han echado un nuevo telón, pero esta vez de tácito silencio. Ellos no hablan sino de la Europa de los Nueve, la del Mercado Común, la de la gran Logia de Bruselas.
¿Saben realmente los homologuistas, herederos del afrancesamiento… lo que realmente quiere esa Europa de Ortolí, Wilson, Giscard, Schmidt, Olof Palme y demás mandilones? Pura y simplemente quieren que tengamos partidos políticos, sufragio universal y libertinaje sin coto..., o sea, todas las lindezas occidentales de moda, porque saben que así… su destrucción, su reducción a país subdesarrollado, a comunidad encenagada en la anarquía son seguras...
El desarrollo y potencia de España… les ha alarmado. Temen una reacción del empuje ibérico… No es cosa de ahora… han hecho suyo el lema que en sus memorias les dejó Richelieu: “El deseo perpetuo de paralizar el poderío de España”…
A España no le han perdonado hechos que sólo llevó a cabo nuestro pueblo sin posible emulación histórica. No lo digo por engreimiento ni patriotería. Es justicia… Y eso no lo han podido perdonar los “europeos” de baja condición moral. Porque hay otros europeos dignos que lo reconocen y nos aman y no son envidiosos… Esa Europa pútrida, infecta, que se ha apartado de Dios y ha hecho de la cultura mera coprofagia, no perdona a España su recuperación, el que venciera no ya a los marxistas, sino a los propios demócratas y que haya sobrevivido al cerco de 1946 y a las presiones ininterrumpidas que Franco aguantó hasta su muerte.
Han sido inútiles los escritos de tantas personalidades ilustres del Viejo Continente que avisaron a sus paisanos sobre el carácter de España para hacerle justicia. La contumacia sigue, porque como decía Charles Davillier, “Tal vez es España el país del mundo del que más mentiras y falsedades se han propalado”.
Por ignorancia pueden algunos europeos desearnos el mal. Pero, conscientemente, la Europa de los Nueve desea que seamos sus criados, reducidos a un pueblo que cultive lechugas para comprar sus tractores o sus productos pornográficos.
Lo peor de todo es que hay españoles que son europeístas, de esa clase de “europeos”. Y, como dijo Tirso de Molina, “No hay contrario mayor que el enemigo de casa”.
El Director
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