Revista FUERZA NUEVA, nº 480, 20-Mar-1976
10 de Marzo, Día de los Mártires de la Tradición
Para honrar la memoria de los que lucharon y murieron por los principios permanentes de la Patria, fue instituida por la Comunión Tradicionalista la Fiesta de los Mártires. Constituía ésta no sólo el recuerdo cristiano, sino la lección permanente que, con su ejemplo, nos daban aquellos que por una “idea luminosa del deber”, -como dijo Mella- lo sacrificaron todo, incluso sus vidas, por tan limpios ideales.
En estas horas que vivimos, tan presurosas en olvidos, incluso del más próximo e inmediato pasado, que, a juzgar por sus actitudes, parece avergonzar a muchos, he creído oportuno y decente no renegar de su memoria, no olvidar la fecha y dirigirles, a modo de epitafio sobre su limpia ejecutoria, unas palabras de profesión en su misma fe.
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Quiero deciros, entrañables mártires de la Tradición española, que tuvisteis razón cuando moríais luchando, en el siglo XIX contra la revolución extranjerizante y atea.
Quiero deciros que, cuando fuisteis convocados de nuevo, en 1936, para luchar contra el ateísmo, el marxismo, el separatismo y el comunismo, volvíais a tener razón y luchabais por una causa justa, la causa de España, de nuestra patria (con mayúscula, no del “país”, como ahora se dice).
Quiero deciros que somos todavía muchos los que creemos en la heroicidad y ejemplaridad de vuestras muertes, y que nos honramos habiendo sido vuestros compañeros de filas.
No penséis que estabais equivocados entonces, porque ahora aparezcan unos sedicentes tradicionalistas que se titulan marxistas. Traidorzuelos de poca monta los ha habido siempre, y hay quien teme llegar tarde al tren de la moda próxima.
Cuando defendíais la unidad católica de España, la enseñanza religiosa, la cruz en las escuelas, también estabais en lo cierto. Aunque es verdad que habéis muerto sin “pedir perdón” por ello, como hicieron oportunamente nuestras jerarquías eclesiásticas [1971]…
Acertabais igualmente en vuestra postura beligerante contra la desmembración separatista. Montserrat era también, y antes, el nombre de un glorioso Tercio de requetés catalanes que morían heroicamente por España.
Una última aclaración que os debemos: a pesar de que los supervivientes no veamos nada limpio –más bien turbio- el panorama actual, no es ello imputable ni a vuestros conceptos, que eran muy claros, ni a vuestro esfuerzo, que fue ejemplar. Somos nosotros los que no supimos administrar vuestra victoria. Pero somos, como sabéis por experiencia, inasequibles al desaliento, y os prometemos esperar de nuevo nuestra hora si resultara preciso.
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Aunque por estos pagos ya no se estima hablar de heroísmo, de valor y de honor, y menos de Dios y de Patria, porque son –al decir- conceptos solemnes y trasnochados de los que antes llamaban “carcas” y ahora apellidan del “bunker”, yo sí quiero deciros, en esta fiesta conmemorativa, a los que caísteis con honor que, según reza la Ordenanza del Requeté, para Dios no seréis héroes anónimos, y quisiera también añadir el deseo de que para la Patria no fuera estéril vuestro sacrificio.
Eduardo GARCÍA CORDELLAT
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