Un par de aclaraciones:
-Sin desmerecer que haya habido falangistas preocupados por las cuestiones sociales, ni son los únicos ni los más preocupados. El carlismo siempre estuvo muy preocupado por defender la doctrina social de la Iglesia y antes que naciera Falange ya se batió en esta lucha, estando a la cabeza los propios reyes (Véase Jaime III).
Este maniqueísmo es tan absurdo como el acusar de "maximalismo" al carlismo en 1936, o de no querer la unidad o yo qué sé qué historietas más.
-El problema de que haya rey o no haya rey es así. Pero bueno, también los reyes lo podían haber pensado antes. Digo, Carlos VI podía haber pensado antes de lanzarse a los brazos de aquélla queriendo abdicar para luego "volver"; Carlos VII podría haberlo pensado antes de casarse con la arpía María Berta de Rohan que ayudó a joder al carlismo y a su cabeza, el mentado rey D. Jaime; . Y buena parte de esa "derecha tradicional" podría haberlo pensado 2 veces antes de apoyar a la usurpación liberal que ha terminado de arruinar la patria. Y hablar de que en D. Sixto está el futuro de la monarquía me parece una broma. Básicamente porque S.A.R. tiene ya setenta si no tiene más y ni está casado ni creo que esté por la labor. Ciertamente, dentro de la nobleza, D. Sixto es lo único salvable que queda, pero lo que es, es. Sus sobrinos, al menos Carlos Javier, ya vemos lo que es: Asesor financiero, criado en el ambiente Orange-Nassau, casado con una periodista y que en absoluto reniega de la "obra" de su padre. El otro no sé cómo será, pero me puedo hacer una ligera idea.
Podrá sonar muy irreverente lo que digo, podrá sonar muy pesimista, pero estoy ya cansado de escuchar la cantinela de unos y otros.
Habrá quién dirá, para qué apoyar a la monarquía, si mira.... Pues nada, que miren las repúblicas, tanto en España y Portugal, como en Hispanoamérica, lo buenas que son.
Habrá quién dirá que era válido apoyar a la usurpación isabelina. Bueno, pues entonces que no se quejen y asuman las consecuencias que Franco, ese ser idolatrado por algunos al estilo de San Martín en la Argentina, al que nos pintan como un tonto ingenuo que no se enteraba de nada (Si así lo quieren defender, van listos) refrendó.
El panorama no es nada halagüeño. Pero no ya por la crisis de padre y muy señor mío, sino porque parece que uno está en un país de ciegos y sordos entretenidos en entelequias y pseudo-purismos que ya veo en la vida real/práctica cómo se traducen. Estamos en un "estadio histórico" complicado pero que podría ser apasionante si supiéramos aprovechar una enésima oportunidad, pero ya veo, ya.
El carlismo es la defensa de la Tradición, ni más ni menos, y en todo caso, la vieja y la nueva generación deben entenderse de una puñetera vez, dejarse de tertulias guays y lanzarse al ruedo. Todos los amantes de España y su Tradición tienen cabida, como la han tenido legitimistas de todo el Viejo Continente y la han tenido tantos hispanoamericanos de bien desde la Primera Guerra. Aquí está la clave y el germen de la salvación de la patria. Hay que aprender de los errores y mirar hacia adelante sin olvidar lo mejor del pasado. Lo demás, ya sabemos lo que es.
Marcadores