En efecto, has establecido una diferencia sustantiva: el problema está en que el hombre parece tener sólo derechos, pero nunca obligaciones cuando es justamente sobre éstas como se pueden construir aquéllos.

Yo tengo derecho a vivir, si primero cumplo con la obligación de respetar la vida. Yo tengo derecho a un salario digno, si primero cumplo con las obligaciones contraídas. Yo tengo derecho a una vivienda si pago el trabajo de quien la construyó. Y así sucesivamente ante cualquier situación que se nos plantee.

Respecto al supuesto derecho sobre el disfrute de su cuerpo que algunas mujeres airean como si, además, fuera una reividicación --allá esas con su inmoralidad--, se les puede decir "haga usted lo que le venga en gana", pero añadiendo que ese "derecho" que reclaman "no incluye la posibilidad de una vida ajena", pues en tal caso, "el supuesto derecho quedará subordinado a la obligación de respetar todo el proceso de formación de la nueva persona hasta que pueda respirar por sí misma y ser alimentada fuera del útero materno".

Pero ¡ay, amigo! desde que fueron olvidados los "Diez Mandamientos", "Diez Obligaciones", "Diez Formas de adorar a Dios y conducirnos en sociedad, para ser sustituidos por "La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano", en la que se le contó a la gente un cuento tartárico, en la que se les dijo con toda la cara dura:

"Todo por el Pueblo, para el Pueblo, pero sin el Pueblo, que para eso estamos los Representantes y tenemos un Parlamento donde gestionar la Soberanía que os regalamos aunque no es nuestra, pero que os volvemos a quitar para hacer con ella lo que nos dé la gana a nosotros" qué podemos esperar, sino lo que has expresado con toda claridad.

Usando una expresión popular, pero sin intención frívola sino caústica, "A reunión de pastores, ovejas muertas", eso si, dando caramelitos a todos los tontos que antes miran su dedo que intentar ver el problema. En resumen, "Pan y Circo" romanos, aunque sin leones, pero todo se andará.