Revista FUERZA NUEVA, nº 507, 25-Sept-1976
CUENTA NUEVA
Así como lo oyes, lector. El Gobierno cantó la gallina, por boca de su presidente.
Como ya se veía venir, y no obstante las promesas, juramentos y afirmaciones en contrario, el Gobierno nos ha metido en un período constituyente.
Con toda claridad y con toda rotundidad: ¡Vamos a partir de cero! Vamos a recorrer, nuevamente, ese largo y duro período en que los españoles -que para algo “somos los dueños de nuestros propios destinos”- vamos a empezar a discutir lo divino y lo humano para buscar una pacífica convivencia (¿?).
De forma brutal y estúpida -y aunque el presidente del Gobierno afirme lo contrario- se hace tabla rasa de los cuarenta años más tranquilos y más fecundos que el pueblo español ha vivido jamás.
Nuestras Leyes Fundamentales, el Movimiento Nacional, nuestras Instituciones, el franquismo, en una palabra, no han sido más que una creación abstracta, una ilusión, un partidismo elevado a dogma. Así se puede deducir, con toda lógica, del preámbulo de la Ley de Reforma Política.
¿A qué ocultar la realidad, la triste realidad? ¿Cómo se atreve el presidente Suárez a decir que “no se pretende hacer borrón y cuenta nueva y que sólo se modifican aspectos concretos de nuestras Leyes Fundamentales?
Pero, ¿no añade a continuación, que “el pueblo español es el dueño de sus propios destinos? ¿No dice, a renglón seguido, que “cuando el pueblo haga oír su voz se podrán resolver otros grandes problemas políticos con la autoridad que da la representatividad electoral?
¿Por qué se va a limitar la voluntad nacional a abordar el tema de la institucionalización de las regiones -¿dentro de la permanente unidad de España?- o de la reforma sindical? ¿No quedamos en que la soberanía está en el pueblo? ¿Quién detiene al pueblo soberano ante la propia Corona? ¿No tiene el pueblo soberano derecho a opinar que la Monarquía de Juan Carlos es “una creación abstracta” que no sólo no conduce a la democracia, sino que la destruye y a obrar en consecuencia?
Quiera Dios que “el pueblo soberano” -al que no sabemos en nombre de qué principio democrático sólo se le permitirá pronunciarse por referéndum cuando el Rey lo crea conveniente- sea más consciente que sus propios gobernantes.
José JURADO
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