El Movimiento Provida necesita el Crédito Social
Por M. Oliver Heydorn
Si bien yo soy provida incondicional y sostengo que el aborto directo debería ser prohibido por la fuerza de la ley (tal y como así estaba bajo la Common Law británica y a lo largo del mundo occidental hasta las décadas de los sesenta y los setenta), es importante reconocer que el aborto es un problema que necesita ser contrarrestado o neutralizado en una variedad de diferentes niveles. Criminalizar el aborto directo sobre la base, enteramente apropiada, de que los niños no nacidos tienen el mismo derecho a la vida dado por Dios que el que poseen el resto de nosotros puede ciertamente hacer bajar la tasa de abortos (la ley tiene una función educativa), pero el método más efectivo para tratar con esta práctica sería la de eliminar sus causas principales.
Es en relación a esta cuestión de las “causas principales” que, tanto las bases del movimiento provida como muchos de sus líderes, sufren de una muy terrible ceguera. Se ha estimado que la vasta mayoría de los abortos en las economías avanzadas (más del 90 %) ocurren a causa de razones sociales y/o económicas (por ejemplo, falta de ingresos, interferencia con la educación y/o carreras, falta de un sistema de apoyo, etc.). Esta estadística particular no es un secreto; es conocida y abiertamente citada por muchos individuos y grupos. Lo que los activistas provida desconocen en su mayor parte es el hecho de que esas dificultades socioeconómicas, si bien son bastante reales en sus efectos, son en gran parte artificiales en relación a sus causas; no tienen su origen en la naturaleza de las cosas. En efecto, las presiones financieras y económicas inhumanas bajo las cuales la mayoría de nosotros trabajamos constituyen rasgos fundamentales del sistema financiero convencional; un sistema que no refleja adecuadamente el crédito real de la sociedad y que, por tanto, no substancia por completo dicho crédito real (es decir, su capacidad productiva útil). El Crédito Social propone liberar esa capacidad física que tiene la sociedad para proveer a cada uno con una abundancia de bienes y servicios junto con un incremento del tiempo de ocio, subordinando debidamente el crédito financiero de la sociedad a su crédito real. Elimínese las presiones financieras y económicas artificiales mediante una reforma monetaria de Crédito Social y se eliminará una de las causas principales que llevan a las mujeres a dar su consentimiento al terrible crimen del feticidio.
Cf. Un resumen de la reforma monetaria del Crédito Social
Los activistas provida tiene razón en insistir que necesitamos desarrollar una “cultura de la vida” si queremos reducir el número de abortos. De lo que todavía tienen que darse cuenta es que una cultura de la vida probablemente se quede en nada más que una quimera sentimental a menos que se fundamente en un sistema financiero y económico que también sea provida y profamilia. Provéase a las mujeres con un apoyo real, es decir, concreto, para tener y criar niños mediante un Dividendo Nacional libre de deuda en lugar de slogans o ideales abstractos, y el aborto se convertirá en algo no deseable como vía de escape respecto de un ambiente financiero, económico y social inhumano. Sí, el actual sistema financiero (con su inherente desequilibrio, que es impulsado por un monopolio del crédito) no sólo no es provida ni profamilia; es, en su misma estructura y en la misma forma en que funciona, una fuerza anti-verdad, antivida, antifamilia y anticultural. Es la única mayor amenaza para la civilización.
¿Hay alguien que preste atención, o la voz de los creditistas sociales permanecerá como una voz que está “gritando en el desierto”?
Comentario de Wallace Klinck
El fundador del Crédito Social, Clifford Hugh Douglas, dijo que nosotros los creditistas sociales no intentamos otra cosa que establecer una nueva base para la civilización, siendo esa base la seguridad económica absoluta para el individuo. Si bien no predijo el curso exacto de esa civilización, él creía que evolucionaría de la manera más deseable bajo condiciones de liberación con respecto a las necesidades materiales o la indigencia.
Los defensores a favor de la Vida (antiabortistas) y a favor de Elegir (apologistas del aborto) están enfrascados en una dialéctica social divisiva completamente innecesaria y antinatural entre aquéllos con un amor natural del inocente e indefenso, y aquéllos que por razones de inseguridad económica consideran al niño como una carga económica difícil o insostenible. Pueden haber otros factores implicados, pero el factor primordial lo constituye la inseguridad económica y la necesidad de dedicar una energía incrementada a la provisión de solvencia financiera. Esta necesidad tiende a alejar a la gente de su instintiva humanidad, afección y compasión, llevándoles hacia una inducida y antinatural actitud psicológica endurecida con respecto a otros humanos y a la vida, en general.
La lucha por la supervivencia en un régimen financiero artificioso, que presenta una imagen restringida de la verdadera fecundidad de la tierra, sitúa todos los elementos de la sociedad en forma de una cada vez más negativa competencia por los cada vez más escasos recursos financieros, dentro del contexto de una cada vez mayor capacidad abundante para suministrar bienes y servicios físicos. Tal es la contradicción de una civilización que intenta vivir bajo las imposibles condiciones impuestas por un sistema de contabilidad del coste financiero irreal y restrictivo.
Las políticas del Crédito Social permitirían no solamente el uso de los recursos, naturales y humanos, para la realización de producción deseada, sino que también aseguraría que los resultados de tal actividad fueran automáticamente accesibles a los miembros individuales de la sociedad sin limitación: inmediatamente, dinámicamente y sin obligarse a deuda ninguna o sin necesidad de enfrascarse en una actividad despilfarradora y destructiva simplemente para obtener ingresos financieros con el fin de poder acceder a los bienes de consumo previamente producidos y que esperan su adquisición.
La política del Crédito Social consiste en crear la estabilidad social a través de la integración realista de fines y medios. El actual sistema financiero impide absolutamente dicha estabilidad.
Es una tragedia que las facciones Pro y Anti se reduzcan a moralistas inefectivos, por un lado, y supervivencialistas materialistas, por otro lado. Podrían redescubrir su mutua y latente humanidad dentro de un orden de Crédito Social.
Fuente: CLIFFORD HUGH DOUGLAS INSTITUTE
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