Beneficios y despidos del Scotiabank



36.jpg

Por M. Oliver Heydorn


Uno de los 5 grandes bancos de Canadá, el Scotiabank, anunció recientemente que iba a cortar 1.500 puestos de trabajo. Todo esto, a pesar del hecho de que el banco ha ganado, en lo que va de año, tanto como 5,57 mil millones de dólares de beneficio… de acuerdo con sus cifras oficiales.

Scotiabank’s cuts cause worries other banks may follow | Toronto Star

Ahora bien, no estoy sugiriendo que el despido de esta gente no sea la mejor decisión de negocio dada la forma en que el juego se desarrolla actualmente. Simplemente estoy subrayando que bajo el actual sistema económico, con su “monopolio del crédito”, existen ganadores y perdedores bien definidos… y aquéllos de nosotros que somos castigados por el sistema, que somos privados de nuestros derechos por él, no podemos dejar de mirar esos 5,57 mil millones de dólares en beneficios con la ceja levantada.

Más aún, esta reacción es enteramente legítima pues, desde un punto de vista de Crédito Social, toda esa masa de beneficio indudablemente se hizo posible por la brecha entre precios e ingresos, una brecha que no debería ni siquiera existir. Extendiendo el dinero deuda adicional en forma de crédito bancario (creado ex nihilo) para los gobiernos, negocios y consumidores, con el fin de compensar la disparidad recurrente, los bancos pueden acumular y acumulan grandes ganancias mediante el interés compuesto que se carga sobre lo que tienden a ser deudas crónicas, es decir, deudas que son imposibles de devolver en su totalidad. Cuanto más grandes sean las deudas que se mantienen, mayores serán las sumas necesarias para pagar el interés de ellas (porque el volumen del interés debido crece exponencialmente con el tiempo).

En general, la labor de la finanza debería ser dirigida en beneficio de cada individuo de la sociedad y no en beneficio de unos pocos a expensas del bien común. Esto significa que la finanza no debería hacerse funcionar como cualquier otro negocio, es decir, para la ganancia privada en tanto que objetivo aislado. Por el contrario, debería hacerse funcionar por el bien del interés público: el suministro de bienes y servicios donde, cuando y en la medida en que sean requeridos, con la mínima cantidad de molestias para todos (aún cuando permanece como verdad el hecho de que resulta mejor para las actividades del día a día de la finanza el que ésta sea administrada privadamente).

Del discurso del Mayor Douglas en Dunedin (1934):


http://www.socred.org/pages/the-douglas-internet-archive


“Tuve una charla con un muy agradable y amable y, en realidad, eminentemente respetable director de banco en Wellington, bastante accidentalmente, hace una o dos semanas, acerca de cuestiones muy ordinarias. La conversación se desplazó al tema del sistema bancario, y él afirmaba que el sistema bancario era un negocio como cualquier otro negocio, y que se hacía funcionar con el fin de hacer un beneficio como cualquier otro negocio, y que la sola consideración que él tenía en mente era la de continuar llevándolo conforme a las exitosas directrices de cualquier otro negocio.

Bueno, yo no sé si ésta es una idea que prevalece entre todos los banqueros, pero sí fuera así constituye la condenación final del sistema bancario tal y como está actualmente, porque resulta muy obvio que algo que permea y controla todas las actividades de la organización productora de riqueza en la cual confiamos todos, no puede de ninguna manera –con independencia de que sea administrado privadamente o sea administrado públicamente, pues ésta no es la cuestión–, no puede ser hecho funcionar como un interés privado. Eso es increíble. (Aplausos).

Ello simplemente significaría que los negocios de todo el mundo están a merced de esta organización privada, como bien sabemos que así ocurre.”



Fuente: CLIFFORD HUGH DOUGLAS INSTITUTE