Revista FUERZA NUEVA, nº 484, 17-Abr-1976
Sobre el acto patriótico de las Reales Atarazanas (Barcelona)
Las alternativas del cardenal Jubany
El pasado domingo día 4 de abril, Barcelona vibró con la concentración de más de 14.000 hombres en las Reales Atarazanas. Se conmemoraba la victoria nacional, única que ha logrado para España paz y concordia durante 39 años. Y también para el futuro, si no se malogran las posibilidades de la obra de Franco y de las Leyes Fundamentales.
Inmersos en la comisión organizadora de las Hermandades de la Cruzada y de la División Azul, desde el primer momento todos deseábamos que la Santa Misa, ofrecida por nuestros difuntos y por el bien de todos los españoles, encabezara el acto conmemorativo. La gestión, directa y personal con el cardenal Jubany, se confió al consiliario de la Hermandad Nacional de Alféreces Provisionales de Barcelona. En su conversación telefónica, el cardenal se excusó de celebrar la Misa, alegando que se esgrimiera el pretexto de que tenía trabajo, que en ningún momento se dijera que se negaba a celebrar, e indicó el sacerdote que debía hacerlo en representación suya.
El Cristo de los legionarios preside el acto patriótico del domingo día 4 de abril en Barcelona
Mosén José Bachs dirigió las oraciones, que fueron seguidas con fervor e incluso con lágrimas en los ojos |
Unos días más tarde, confiando todos en la palabra del cardenal, y sin que él mismo aludiera a ninguna otra gestión burocrática, se publicó en la prensa el programa de los actos, reducidos al recinto de las Reales Atarazanas, con la misa prefijada. Fue entonces cuando el cardenal Jubany, arrepintiéndose de su primera determinación personal y por teléfono manifestada a una personalidad sacerdotal de máximo relieve, comunicó que no había dado tal autorización… Al día siguiente, una nota del Arzobispado de Barcelona desautorizaba el programa en que se había anunciado la celebración de la Misa.
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Los actos se han celebrado con una convocatoria de juventud y de organización realmente admirables. Y se iniciaron con un acto privado de piedad católica realmente escalofriante de emoción. La imagen de Cristo Crucificado, la homilía y las oraciones dirigidas por ese extraordinario sacerdote que es el P. José Bachs, con la máxima efusión de fervor y con lágrimas en los ojos en la mayor parte de los asistentes, iniciaba aquella jornada de acción de gracias a Dios y de plegaria por España.
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… Nadie piense que el cardenal Jubany no comprende nuestra Cruzada. Yo mismo asistí al acto patriótico afirmativo de la liberación de Badalona, en 1960, en el que el cardenal Jubany, inflamado de amor a España y al Caudillo dijo estas hermosas y significativas palabras: “Todos los que recordamos aquellas fechas sabemos lo que había de cristiano y de católico en las banderas victoriosas desplegadas al viento de los Ejércitos Nacionales, y lo que había también de anticristianismo, de persecutorio, en la zona que entonces se derrumbaba estrepitosamente…”
Si ahora el cardenal Jubany niega el permiso de celebrar la Misa a aquellos mismos combatientes que entonces eran, y son, cristianos y católicos, cuando sin autorización de ninguna clase se celebran misas en bosques, en campamentos, en domicilios particulares, sin ornamentos y faltando a las leyes litúrgicas, y si en Barcelona se publican libros del capuchino Jorge Llimona, justificando el aborto y el suicidio, el amor libre y todas las aberraciones, hemos de confesar que los combatientes no hemos perdido la fe ni la perdemos por las actuaciones eclesiásticas…
De ahí que los combatientes de Barcelona no hemos de amargarnos ni escandalizarnos de esta actitud del cardenal Jubany. Nosotros, en las Reales Atarazanas, no pudimos asistir a Misa ni ofrecerle a Dios ese acto supremo de culto, pero hemos rezado por nuestros muertos y por nuestra Patria. Las misas quedan permitidas para asesinos que mueren blasfemando de Dios, para homilías marxistas, para encierros de huelgas movidas por el comunismo ateo…
Anselmo ROIG SALES («El Alcázar», 9-4-76) |
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