Revista FUERZA NUEVA, nº 510, 16-Oct-1976
“CON FRANCO SE VIVÍA MEJOR”
Las escenas fueron muy similares a las acaecidas con motivo del acuchillamiento salvaje de otro policía, aquel ya lejano primero de mayo, cuando el señor ministro de la Gobernación había dado orden tajante que le llevó -al agente del orden- a morir sin hacer uso de su legítima defensa. Volvieron a salir las chapas a las solapas de los inspectores, medida que lleva a “Informaciones” a asegurar que lo hacían para no ser confundidos con la extrema derecha (“¡qué horror!”). Volvieron a los rostros de nuestros beneméritos agentes los gestos crispados de quienes se ven compelidos a ser acorralados como bestias salvajes, para morir inermes en nombre de la democracia. Ahí está la petición del Ayuntamiento de Pamplona. Que la policía vaya desarmada. Que sólo en el último estertor de la agonía pueda un guardia civil apaleado, aplastado el tricornio a sillazos... llamar a un agente de la Comisión de Derechos Humanos.
A las cuatro de la madrugada, un policía explicaba a varios periodistas lo que significa exhibir la chapa, identificarse con el carné cortésmente... y sufrir acto seguido una puñada que te parte la ceja por parte del bolchevique de turno. Estábamos serenamente en la Puerta del Sol.
Serenidad. Que no se detenga el proceso democrático que el pueblo anhela. Pero un millar largo de policías, muchas con sus familias, muchísimos con los coches del servicio, lanzando el “Alerta está” de sus faroles azules, se habían echado a la carretera con el decidido propósito de que los cadáveres de sus compañeros que venían de San Sebastián -asesinados como perros, y la expresión es del enemigo (ENEMIGO)- no fueran vergonzosamente quitados de en medio con la táctica del paño caliente de quienes han llegado a afirmar que la muerte de un policía es un simple gaje del oficio.
Llegó el convoy con los féretros y su escolta y una caravana impresionante de coches entró en Madrid. Lástima que el pueblo no pudiera verlo.
Se rechazó la capilla ardiente del Gobierno Civil y los policías caídos por Dios y por España tuvieron su túmulo funerario donde lo viene teniendo la ya larga serie de los que se van al otro mundo, dejando el de los vivos -y nunca mejor dicho- con la correspondiente medalla póstuma y el consejo de que sus familiares leerán la crónica de Fernando Onega en “Arriba”: “Contra terrorismo, democracia”.
El Salón Canalejas de la Dirección General vio, finalmente, la presencia masiva y doliente de esa gran familia que empieza ya a estar harta y que lo que necesita no es democracia sino un Martínez Anido.
Después del entierro, el “Cara al Sol”. Y las puertas de la catedral, cuando tantas iglesias están abiertas de par en par para la subversión y para las más horrendas e infectas complicidades… cerradas a cal y canto, después de haberse anunciado que allí iba a haber una misa oficialmente organizada por la autoridad competente, quien con este acto demuestra que carece de autoridad y de competencia. Y así va el fomento, mientras el pueblo va empezando a repetir cada vez con más insistencia. “Con Franco se vivía mejor”.
José Sánchez Robles
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