Revista FUERZA NUEVA, nº 511, 23-Oct-1976
EDITORIAL
Extraño silencio
Cuando vemos cómo la muerte de un delincuente común es bastante motivación para que los grupos o partidos enemigos del Régimen agiten a sus más o menos numerosas huestes y las lancen a la calle, para actuar vandálicamente y atacar todo principio de ley y orden. Cuando otras muertes de asesinos son bandera de subversión en todo el territorio nacional y sirven de pretexto para los más furibundos ataques a las Fuerzas de Orden Público y las Instituciones del Estado. Cuando cualquier humano error en la aplicación de la ley sirve para que ciertos llamados “intelectuales” y determinadas asociaciones pongan su grito condenatorio en múltiples manifiestos o sirva de telón de fondo en reuniones multitudinarias, nos parece bastante significativo, aleccionador y claro, el extraño silencio de estos dirigentes, de estos “intelectuales”, de estos grupos, asociaciones o partidos contrarios al Sistema, ante el crimen perpetrado por un piquete marxista contra la vida del trabajador Vicente Velasco Garren, fallecido hace unos días en un hospital vizcaíno.
Vicente Velasco era un simple trabajador. Un joven obrero que no cometió más falta que querer, en un día de huelga política, hacer uso de su derecho y deber de asistir a su trabajo. De no dejar, ante una imposición demagógica, de utilizar su libre albedrío, su libertad, esa libertad tan engañosamente enarbolada como estandarte por el marxismo, para asistir a su deber de hombre consciente. Un derecho y un deber que le ha causado la muerte, ante el silencio de esa prensa canallesca que se rasga hipócritamente las vestiduras ante cualquier hipotética infracción “de la derecha”, ante cualquier exceso posible e individual de la autoridad, ante cualquier supuesto y casi nunca comprobado abuso policial.
Un crimen silenciado por sus “compañeros” de clase, como dicen los marxistas cuando les conviene. Un crimen ocultado por la HOAC, CC. OO., UGT, USO, CNT y tantas otras siglas que ilegalmente pululan en el mundo del trabajo. Un crimen sin abogados que se “hagan parte civil” en la acusación. Un crimen que no ha sido condenado, que sepamos, ni por “Cambio 16”, ni “El País”, ni “Posible”, ni por Ramón Tamames, ni Marcelino Camacho, ni Raúl Morodo, ni Nicolás Redondo, ni Ricardo de la Cierva, ni Gil-Robles, ni tantos otros, por no citar a más.
Pero lo más triste, lo más indignante, un crimen sin condena oficial alguna. Un silencio miedoso por parte de la propaganda oficial, de los medios de comunicación al servicio del Estado o Secretaría General, al menos en cuanto al enjuiciamiento de la noticia y a la lógica y natural repulsa editorial de tal hecho.
Por todo ello, ante tal extraño y vergonzante silencio de los subversivos y de los oficialistas, nosotros queremos levantar en este caso, como en tantos otros, nuestra voz condenatoria, nuestra voluntad de no inhibirnos en denunciar abiertamente, a través de nuestra pluma, actos como éste, a la par que oramos por el alma de quien, sin más motivación que la de su profesión, ha sido muerto alevosamente, a consecuencia de la agresión de unos comandos marxistas, sin que esas voces que otras veces se alzan, sin que esos hombres que otras veces protestan, cuando su postura condenatoria es contra quienes pueden representar la autoridad o el ideal del 18 de Julio, lo hagan ahora, permaneciendo callados, en silencio verdaderamente cómplice, cuando no auténticamente responsable de tal miserable crimen.
Si nadie se ha levantado para pedir un minuto de silencio ateo y materialista por Vicente Velasco, nosotros desde estas páginas de Fuerza Nueva, sí protestamos con santa ira por esa impunidad que tememos acompañe al crimen y levantamos nuestra oración a Dios por el eterno descanso de ese humilde trabajador español.
|
Marcadores