Revista FUERZA NUEVA, nº 519 18-Dic-1976
No y mil veces no
El miércoles por la noche, Televisión Española desbordó el límite de todo lo imaginable al presentar, en una rueda desinformativa o deformativa, a un grupo de personas que han hecho méritos para declararse campeones del sofisma, la falacia, la tergiversación y el ilusionismo político.
Para justificar su aprobación a la reforma y, en definitiva, sus conductas tornadizas y demostrativas de un evolucionismo que daría la razón a Darwin con un solo antropoide y sin necesidad de eslabones en la especie, dos de ellos -bastan, y sobran-, por nombre Areilza y Sánchez León, dijeron paladinamente que José Antonio, Ramiro de Maeztu y Calvo Sotelo, amén de Franco, dado que eran “muy democráticos”, hubieran dado el “sí” a esta reforma que propugna la democracia liberal; o sea, el ateísmo, la desunión, el separatismo, los partidos políticos, la lucha de clases, la no representación de los trabajadores en las Cortes, la trifulca parlamentaria, la pornografía, la blasfemia, el perjurio, el divorcio, el aborto, la eutanasia, la droga, la miseria y la esclavitud.
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Es decir, con buenas palabras, estos “señores” vinieron a decir al paciente espectador que José Antonio votaría contra la doctrina falangista porque no estaba de moda, que Ramiro de Maeztu votaría a favor del paganismo extranjerizante porque es lo que se estila en Europa; que calvo Sotelo votaría la república liberal porque es más moderno, y que Franco atacaría al franquismo porque la masonería es muy poderosa y hay que ser pragmático, y él lo era. No se pueden esgrimir mayores arbitrariedades y contrasentidos. Que ignoren todo el pensamiento político de estos grandes hombres que contribuyeron a la España actual, cabe en las mentes de tales personajes veleidosos; pero que desconozcan la muerte de los tres primeros (José Antonio Maeztu y Calvo Sotelo), asesinados precisamente por los demócratas y en nombre de esa democracia que ahora quiere imponer la reforma, es una crueldad rayana en la sevicia. Algo incalificable.
En cuanto a lo que otro de los coloquiantes dijera sobre que Franco votaría por la destrucción de su obra por un sentido práctico, apoyándose en que el Caudillo no era inmovilista, es ignorar su testamento espiritual y político y la batalla que, ya anciano y enfermo, sostuvo contra esos europeos y europeístas que ahora nos visitan humillando y ofendiendo a España. Sobre ellos nos alertó el Generalísimo. Pero, además, recomiendo al Director General de Política Interior que relea la edición de los textos del pensamiento de Franco, donde verá que el Jefe del Estado podía evolucionar hacia sistemas modernos de gobierno, pero nunca hacia los arcaicos y caducos que habían llegado a destruir la sociedad española; él progresaba, no regresaba o retrocedía, como pretende ahora la Ley de Reforma Política y sus patrocinadores.
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Franco jamás hubiera querido volver a aquella época nefasta, sino continuar en la que “nos permitió redimirnos de tan desdichado y artificial engendro de los partidos, tan estrechamente unidos a las desgracias de nuestra nación”, según sus propias palabras. Bajo la democracia inorgánica, que ahora postulan Areilza y compañía, la reforma y los reformistas, “España paso del cénit de su gloria, bienestar y poderío al puesto más bajo de su Historia y al trance de fragmentarse”, señaló también el Caudillo.
Por eso decimos NO a esa repetición de tales desdichas y engendros, y diremos MIL VECES NO. Dios y España nos lo exigen.
EL DIRECTOR
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