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Tema: Hay “otro” bicentenario

  1. #161
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Buen material Ordóñez, me hizo recordar este video:

    Ordóñez dio el Víctor.

  2. #162
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Batalla de Mariel

    De Wikipedia, la enciclopedia libre

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    Batalla de Mariel
    Intentos de Reconquista en México
    Brigantin_Guerrero.jpg
    Bergantín Guerrero


    Fecha 10 de febrero de 1828
    Lugar Mariel, Cuba
    Resultado Victoria española
    Beligerantes
    Comandantes
    Fuerzas en combate
    1 fragata
    350 hombres
    1 bergantín
    230 hombres
    Bajas
    35 muertos 80 muertos


    La Batalla de Mariel fue una batalla naval librada el 10 de febrero de 1828, cerca de Mariel, Cuba.
    Índice

    [ocultar]



    Antecedentes[editar · editar código]

    El 28 de septiembre de 1821, México adquirió su independencia después de varios años de guerra con España. A pesar de ello, España todavía poseía colonias importantes en el mar Caribe, tales como Puerto Rico o Cuba, y las autoridades mexicanas temían que éstas sirvieran como base a expediciones de reconquista.

    El gobierno de México inició el proyecto de expulsar a los españoles de Cuba y para este fin comenzó a formar la flota necesaria. El nuevo gobierno mexicano esperaba ganar las batallas sin contar con los recursos necesarios para ello. Una escuadra compuesta de tres bergantines, el Hermon, el Bravo y el Guerrero, fue confiada al comodoro estadounidense David Porter con la misión de hostigar las líneas enemigas de comunicación en la región, lo que, a falta de forzar a los españoles a dejar Cuba, permitiría por lo menos ser informado sobre sus intenciones y posiblemente hostigar, e incluso impedir, sus tentativas de reconquista.


    La batalla[editar · editar código]


    Al principio del año 1828, la pequeña escuadra mexicana invade las aguas españolas, comenzando a patrullar las aguas cubanas hostilizando a los mercantes españoles, tomando presas y dispersando convoyes. Los mexicanos utilizaban bergantines, dado que eran buques muy rápidos y en consecuencia excelentes para actividades corsarias, puesto que su gran velocidad les permitía alcanzar a toda clase de tráfico mercante y escapar de navíos y fragatas.

    En una de esas acciones, el 10 de febrero, el bergantín Guerrero comandado por el capitán David Henry Porter, sobrino menor del comodoro David Porter, percibe a la altura de Mariel varias embarcaciones españolas de comercio, escoltadas por el bergantín Marte y la goleta Amelia. El Guerrero pasa al ataque y fuerza la huida de los barcos españoles hacia La Habana. Las autoridades españolas fueron avisadas en seguida de la agresión mexicana y reaccionando con gran celeridad, envían a la fragata Lealtad armada con cincuenta y cuatro cañones. A las 5 de la tarde, la Lealtad intercepta al buque mexicano a la altura de Mariel, el cual, sorprendido, intenta huir hacia Cayo Hueso, pero la fragata española resultó ser más rápida y lo alcanza en la madrugada del día 11. Al verse atrapado, el capitán mexicano consulta con la tripulación y deciden enfrentarse a la fragata española. El combate comenzó a las seis de la mañana y tuvo una duración de dos horas y media, pereciendo por una bala rasa de cañón el capitán Porter, cuando ya el consejo de oficiales del barco, conformado por Carlos E. Hawkins y Alejandro Thompson, además de los dos hijos de David Porter, David Dixon Porter y Thomasse Porter, habían tomado la determinación de rendirse ante las fuerzas españolas por haberse agotado el parque mexicano.

    Esta es quizá la primera derrota naval mexicana y no será hasta el año de 1841 cuando nuevamente pierda frente al gobierno yucateco y el texano en la llamada Batalla de Campeche.


    Consecuencias[editar · editar código]


    Los españoles confiscaron la embarcación vencida y la llevaron a La Habana. Tras su reparación, la integraron en su flota, bajo el nuevo nombre de El Cautivo.[1] A pesar de esta derrota, la escuadra mexicana continuó con sus operaciones de hostigamiento en aguas españolas, logrando el Bravo 13 capturas más y el Hermon, que era comandado por el teniente Charles E. Hawkins, cuatro capturas, siendo una de ellas el bergantín Amelia, todas ellas integradas a Veracruz.


    Referencias[editar · editar código]







    Enlace:

    Batalla de Mariel - Wikipedia, la enciclopedia libre



  3. #163
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    12 PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE LAS INDEPENDENCIAS HISPANOAMERICANAS

    Hace dos siglos, en la primavera de 1810, se establecieron en la América española las juntas autonomistas que pusieron en marcha el proceso emancipador hispanoamericano.

    ...
    En Caracas, el 19 de abril, poderosos hacendados y comerciantes depusieron al guipuzcoano Vicente de Emparan, capitán general de Venezuela: fue un modélico golpe de Estado de los privilegiados criollos americanos. Las repercusiones de aquella sustitución de la legítima autoridad superaron todas las expectativas de sus protagonistas, que en algunos casos no vivieron lo suficiente para contemplarlas.

    Así, el procedimiento fue emulado durante los meses siguientes en Buenos Aires (22 de mayo), Bogotá (20 de julio), Santiago de Chile (18 de septiembre) y Quito (25 de septiembre), y extendió hacia todas las regiones del imperio español los efectos de la crisis comenzada dos años antes en la metrópoli peninsular.

    Casi quince años después, el 9 de diciembre de 1824, se enfrentó en Ayacucho, en el actual Perú, un ejército leal a la Monarquía española formado por más de nueve mil soldados (de ellos sólo 500 peninsulares) contra otro patriota de partidarios de la emancipación de casi seis mil, que resultó ganador de la cruenta batalla. Los realistas tuvieron 1.600 muertos; los patriotas, solamente 300. Fue el final de las guerras de independencia en la América continental.

    Ambas fechas, 1810 y 1824, marcan el principio y el final del Bicentenario que en muchos países americanos, también en España, debe promover análisis históricos serios, superar mentiras interesadas y ponderar de manera inteligente (con visión de futuro) una convivencia de tres siglos, entre cuyos frutos deslumbrantes destaca la comunidad de hablantes de nuestro idioma español, la segunda lengua global.


    Los aportes de las últimas dos décadas a cargo de historiadores de ambas orillas del Atlántico han mostrado un panorama cuya complejidad era desconocida. Contamos con una historia renovada. Entre las cuestiones sometidas a revisión, destacan las siguientes:


    1-Los españoles, malos y avariciosos, tenían oprimidos a los americanos y por eso se produjo la independencia.

    Esta es la expresión formularia del mito decimonónico republicano, y no se corresponde con ninguna realidad histórica. El imperio español tuvo un fuerte componente negociador y de consenso; por eso duró tres siglos. Las deudas históricas no existen. La historia no se cambia con leyes. Lo que procede es estudiarla para entender su complejidad e iluminar las opciones de libertad.


    2 - A los americanos no les permitieron ejercer cargos públicos en el imperio español.

    Es falso que no sirvieran oficios de relevancia. El más importante virrey de México en el siglo XVIII, conde de Revillagigedo, era cubano, y el neogranadino nacido en Medellín Francisco Antonio Zea dirigió el Real Jardín Botánico madrileño desde 1805. Burocracia, ejército y Real Armada contaban con naturales del Nuevo Mundo en posiciones y jerarquías diversas, en igualdad con los peninsulares, entre los cuales vascos y catalanes también eran muy abundantes.


    3 - Existían grandes ejércitos que tuvieron oprimidos a los americanos hasta 1810, cuando al fin se pudieron liberar.

    No es cierto. El imperio español fue un imperio de ciudades, muy burocrático y con un fuerte sentido de la justicia y la ley. Hasta 1763 sólo en áreas de ataques piráticos o estratégicas (Cartagena, Chile, Veracruz, La Habana) había militares profesionales, artilleros e ingenieros. Después de la grave derrota ante los británicos en la Guerra de los Siete Años se produjo un incremento de la planta militar, que no sobrepasó nunca unos veinte mil hombres, complementados por milicianos americanos, entre los que destacaron por su lealtad y capacidad mulatos y negros libres (no esclavos).


    4- En la América española mandaba la Inquisición y no había educación, ilustración e imprentas.

    El mito del oscurantismo colonial es otra falsedad. El Santo Oficio, que no tuvo jurisdicción sobre indígenas, era residual en 1800 y las ciudades se habían llenado de bibliotecas públicas, teatros, alamedas y jardines. México era la ciudad más rica del hemisferio occidental y una de las grandes urbes del mundo. Existía censura, pero el empeño por leer y escribir apenas se veía afectado. Entonces, como ahora, prohibir un libro era la manera de consagrarlo.


    5 - La invasión francesa no afectó a los americanos, sólo a España.

    En absoluto, pues allí se consideraba a Napoleón un dictador ateo y un aventurero peligroso. Existía una nación española «de ambos hemisferios», como proclamó en 1812 la Constitución de Cádiz. Tras el 2 de mayo madrileño llegaron desde América grandes cantidades de dinero en metálico y donativos que sirvieron para resistir al invasor. En el ejército español sirvieron oficiales y soldados americanos tan importantes como el argentino San Martín, que tuvo una importante actuación en Bailén, o los chilenos hermanos Carreras.


    6 - ¿Por qué se establecieron juntas autonomistas en 1810?

    En abril de aquel año terrible se esperaba como irremediable la caída de Cádiz en manos de Napoleón, que al cabo nunca se produjo. Para protegerse de esa eventualidad los españoles americanos establecieron sus propias juntas de gobierno. No estaban dispuestos a ser parte de Francia y que los subyugara Napoleón, ni a que hubiera una revolución de negros y mulatos como la de Haití. Por eso organizaron juntas «en nombre de los derechos de Fernando VII, cautivo en Bayona».


    7- La Constitución de Cádiz representó una oportunidad perdida.

    De manera muy relativa. La elección de diputados americanos puso en marcha grandes procesos electorales y democráticos, en los que participaron por primera vez en la historia del mundo todos los grupos sociales y étnicos, de derecho y de hecho. En su estela el imperio español se transformó en naciones de ciudadanos.


    8 - ¿Fueron los indígenas partidarios de la emancipación?

    No. Se mantuvieron casi en su totalidad fieles a la Corona española, que protegía por las Leyes de Indias sus tierras comunales. Los araucanos de Chile habían llegado a proponer en 1813 «formar para la defensa del Rey una muralla de guerreros en cuyos fuertes pechos se embotarían las armas de los revolucionarios». A partir de 1820, las tropas de Bolívar encontraron la mayor resistencia entre los nativos del sur de Colombia y Ecuador.


    9 - ¿Fueron negros, pardos y esclavos partidarios de la independencia?

    Excelentes oficiales y soldados, fue la oferta de libertad a los esclavos y el reconocimiento de méritos y pensiones lo que motivó que estuvieran del lado de la Corona española o de los patriotas americanos, según los casos.


    10 - ¿Participaron en las guerras de emancipación las mujeres?

    Por supuesto. Coronelas patriotas como la boliviana Juana Azurduy, la prócer colombiana Policarpa Salavarrieta o la hermana mayor de Bolívar y partidaria del Rey de España hasta el final de sus días María Antonia estuvieron presentes en sitios, guerrillas y combates políticos.


    11- ¿Fueron los próceres inventores del nefasto caudillismo?

    Algunos, en efecto, sucumbieron a las tentaciones del poder personal (Bolívar fue acusado de ello al final de su vida); otros, como San Martín, se exiliaron para que no se ejerciera violencia alguna en su nombre. Pero el caudillismo no es un mal hispánico: la historia europea está llena de dictadores.


    12 - ¿Qué perdura de aquellos tres siglos de vida común?

    De los imperios quedan idioma, religión, gastronomía y ciertos estilos de vida en común. Lo que permanece es una nación cultural española y americana, de cuya transformación en sociedades de conocimiento, más democráticas y justas, depende nuestro futuro. Este comienza, a no dudarlo, por una nueva Historia de América y de España.



    Por Manuel Lucena Giraldo,
    historiador e investigador científico del CSIC




    Fuente:

    https://es-es.facebook.com/SomosHijosDeEspana
    Última edición por Mexispano; 15/11/2013 a las 04:55
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  4. #164
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    Re: Hay “otro” bicentenario


    Banderas Olvidadas, Julio Albi de la Cuesta


    3 de Diciembre de 2012 | Autor: Tasos




    EL EJÉRCITO REALISTA EN AMÉRICA

    “Cuando empezaron los movimientos emancipadores, si el dominio español hubiese dependido exclusivamente de las tropas peninsulares, se habría derrumbado en unos pocos meses, debido al retraso con que estas empezaron a llegar y su relativa escasez, para la extensión del teatro de operaciones. No fue así porque miles de americanos, de tambor a general, por muy diversas razones, combatieron bajo las banderas realistas contra sus propios compatriotas para defender la causa de Fernando VII.” (pág. 388)

    No sé si será una exageración, puesto que no se cumplen ciertas condiciones, pero casi me atrevería a calificar de “clásica” la obra que hoy traemos a colación: Banderas olvidadas. Han transcurrido veintidós años desde que vio la luz allá por 1990 y, por aquel entonces, se trataba de un mirlo blanco pues poco o nada se había escrito de manera tan objetiva sobre los ejércitos realistas, sin contaminaciones del caduco nacionalismo romántico del siglo XIX que impregnó hasta los años sesenta de la vigésima centuria las investigaciones históricas de ambas orillas atlánticas.

    Por lo tanto esta obra fue fruto de las nuevas corrientes historiográficas y de los enriquecedores enfoques que sobre el asunto emancipador comenzaron a surgir en el mundo hispano a partir de los años setenta del siglo XX. Que no quepa duda de que en Banderas olvidadas se estudia, se expone y se describe “el esfuerzo militar realista para hacer frente a los movimientos emancipadores de la América española a principios del siglo XIX”, y no otras cuestiones de tipo político, económico o social, como se nos muestra de una manera bastante exhaustiva y nada erudita a lo largo de más de 400 páginas. Y esto a pesar de que en la Introducción el señor Albi sostiene que sólo se propone “hacer una modesta obra de divulgación”.



    Batallón de Inf. Ligera “Partidarios”, Ejército Nacional del Alto Perú (1816), soldado.
    Fuente: Los Realistas (1810-1826) de Luqui Lagleyze y como dibujante Manzano Lahoz, en Quirón Ediciones, 1998.





    Regimiento de Inf. “de Fernando VII” (antiguo “Fijo de Buenos Aires”) 1813, fusilero.
    Fuente: Los Realistas (1810-1826) de Luqui Lagleyze y como dibujante Manzano Lahoz, en Quirón Ediciones, 1998.



    Tres afirmaciones se pueden extraer de la lectura atenta del libro:

    a) La Emancipación Americana no se desarrolló como una mera guerra de descolonización, tuvo mucho de guerra civil.

    b) Los Ejércitos Realistas se compusieron aproximadamente de un 80% de americanos en el Ejército regular y de casi un 100% de americanos en las Milicias.

    c) La lucha en la América hispana no era siempre a la europea, tenía mucho de irregular y guerrillera; en algunos frentes era guerra sin cuartel como en la Península contra el francés.

    Este contundente libro consta de dieciséis capítulos. En los dos primeros se nos describe y distingue El Ejército de España de El Ejército de América (o de Ultramar); luego vienen Los primeros embates (1809-1811), donde a amén de los primeros choques armados se explica la génesis del improvisado Ejército Realista cuyos principales pilares son los Regimientos y Batallones Fijos (que son regulares y veteranos) del Ejército de América.

    El IV capítulo se titula La reacción española (1812-1813): en la Guerra de Independencia Española se comienzan a volver las tornas y ya se pueden mandar algunas unidades de refuerzo. Los dos epígrafes que siguen, 1814. Triunfos realistas y 1815. Grandes esperanzas (llega la Expedición Nº 17, la de Pablo Morillo con más de 12.000 hombres) nos trazan el fracaso de las Patrias Bobas o Viejas (las primeras Repúblicas).

    En 1816. La guerra interminable se ve que los éxitos realistas no acaban de fraguar. Y en 1817. La pérdida de la iniciativa realista: Chacabuco se apunta como empiezan a torcerse las cosas para los fernandinos. En el Capítulo IX, 1818. Maipú, San Martín rubrica “el cambio de signo de la Guerras de Emancipación“, comenzado el año anterior. Luego llega 1819. Boyacá, o la consolidación bolivariana.

    Que los títulos no lleven a engaño, no son monográficos que se ciñan a esos encabezamientos. Albi de la Cuesta recorre en cada capítulo el continente hispanoamericano año a año y de Norte a Sur, pasando por los principales teatros de operaciones (Nueva España, Venezuela, Nueva Granada y Quito, Perú y Alto Perú, Chile y, por último, Virreinato del Río del Plata o Provincias Unidas del Río de la Plata) e incidiendo en todas las casuísticas y circunstancias militares dignas de mención.

    El subtítulo 1820. Solos revela el efímero triunfo liberal de Rafael del Riego en España y el corte definitivo en el envío de tropas metropolitanas al Nuevo Mundo. En el Capítulo XII, El Ejército realista, se hace una pausa para presentar “el estado militar” del mismo y explicar los méritos y los deméritos, los vicios y las virtudes de las diversas fuerzas realistas, a saber: la infantería respondía por lo general bastante bien, la caballería era más bien floja; las unidades inicialmente “europeas” daban solidez al conjunto pero las americanas eran imprescindibles y óptimas en sus regiones de origen. Sin embargo, por esas fechas las tropas realistas manifestaban evidentes signos de agotamiento físico y moral ya que llevaban muchos años de guerra sin pausa y encima “las tesis independentistas” cada vez calaban más.

    Con 1921. Carabobo, el principio del fin se percibe a las claras, entre otros hechos, como la tenacidad de Bolívar acarrea sus frutos. A continuación viene otro sonoro fracaso realista gracias a la destreza de Sucre: 1822. Pichincha. El año siguiente está lleno de luces y sombras bélicas, pues pese a “la cascada” de derrotas se da una increíble recuperación en el bastión realista del Perú: 1823. Reveses y triunfos realistas. No obstante se trata de un espejismo puesto que enseguida se recibe la puntilla, gracias, entre otras razones, a la traición del general absolutista Olañeta, como leeremos en el Capítulo XVI: 1824. Junín y Ayacucho. Paso de vencedores.

    Este sólido ensayo concluye con un Epílogo y una Conclusión. Y de remate dos prácticos Apéndices: uno enumera Los Cuerpos realistas, otro presenta Las Unidades peninsulares y sus bajas. Y como guinda una densa Bibliografía de siete páginas. Falla la obra en que carece de una cartografía general aunque se ilustran con insuficiencia algunas batallas significativas con mapas en b/n.

    Y del autor con sólo indicar esto será suficiente: Julio Albi de la Cuesta, Diplomático y respetado Historiador.
    El libro: brillante e imprescindible para el tema, pero descatalogado; bien merecería una reedición.


    DATOS DEL LIBRO


    • Nº de páginas: 416 págs.
    • Encuadernación: Tapa blanda
    • Editoral: EDICIONES CULTURA HISPANICA
    • ISBN: 9788472325470







    Llanero e indio flechero de las fuerzas de Boves
    . Fuente: La División Infernal de José Semprún y como dibujante J. E. Aron, en Ediciones Falcata Ibérica, 2002.






    Fuente:

    Banderas Olvidadas, Julio Albi de la Cuesta
    Última edición por Mexispano; 15/11/2013 a las 05:10 Razón: Reacomodo de texto

  5. #165
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Genial documentación amigo Mexispano. Mil gracias.
    Mexispano dio el Víctor.

  6. #166
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Cita Iniciado por Ordóñez Ver mensaje
    Genial documentación amigo Mexispano. Mil gracias.
    De nada señor, aquí estamos para aportar y aprender.

    Todavía tengo algunos datos por ahí (sobre todo en lo referente a México) que nos ayudarán a entender muchas cosas.

    Saludos
    Ordóñez dio el Víctor.

  7. #167
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    C. L. A. M. O. R.: San Martín, el liberal


    Durante la primera visita que hice a San Martín, muchas personas provenientes de Lima subieron a su buque para discutir en privado el estado de sus asuntos, cambiando completamente luego sus ideas y sentimientos; y no vi nada luego en su conducta que pudiese echar un manto de duda sobre la sinceridad con la que había hablado antes. El conflicto en Perú, nos dijo, no podía ser calificado ordinariamente como una guerra de conquista y gloria, sino enteramente como una guerra de opinión; era la guerra de los principios novedosos y liberales contra el prejuicio, el fanatismo y la tiranía.

    Parte del capitán Basil Hall de la Armada Real Británica, recopilado y publicado posteriormente como Extracts from a journal written on the coasts of Chili, Peru, and Mexico, in the years 1820, 1821, 1822 (Londres: Hurst, Robinson, and Co., 1826).


    El autor de estas notas, Basil Hall (1788-1844), era el segundo hijo de James Hall, 4ºbaronet Hall de Dunglass (entonces Haddingtonshire, hoy East Lothian, Escocia). Sirvió como oficial de la Armada Real Británica durante las Guerras Napoleónicas, con epicentro en la Península Ibérica, y, posteriormente, fue enviado en viajes de exploración e inteligencia a América, África y Asia. En 1823, a su regreso a Gran Bretaña, se retiró de la Armada. Publicó extractos de sus partes en forma de libros de exploración, colaboró con la Enciclopedia Británica y, por todo ello, la Real Sociedad lo aceptó como miembro.


    "San Martín proclama la Independencia del Perú en 1821" (1904),
    óleo fruto de la imaginación del pintor Juan Osvaldo Lepiani (1864-1933),
    que se encuentra en el Museo Nacional de Arqueología,
    Antropología e Historia del Perú (Pueblo Libre, Lima).

  8. #168
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Louis-Michel Aury

    De Wikipedia, la enciclopedia libre

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    Luis Aury
    Retrato de Luis Aury de un borrador de José María Espinosa
    General
    Años de servicio Combates contra las flotas españolas
    Lealtad Venezuela
    Nueva Granada
    México
    Gran Colombia
    Participó en Guerra de independencia de Venezuela
    Independencia de Colombia
    Toma de Amelia

    Nacimiento 1788
    Francia
    Fallecimiento 1821
    Colombia


    Louis-Michel Aury
    (París, Francia, 1788? - isla de San Andrés (Colombia), agosto de 1821), fue un marino de origen francés que sirvió a varios movimientos independentistas americanos durante las Guerras de Independencia Hispanoamericana. Sirvió como corsario en el mar Caribe a los gobiernos de Venezuela, Nueva Granada, México y la Gran Colombia.

    Entre sus acciones más recordadas se encuentra la toma de la isla de Amelia, en la costa norte de la Florida, junto a Gregor MacGregor, Lino de Clemente, Agustín Codazzi, Pedro Gual y otros patriotas venezolanos.

    Luego de tomar control de la península declararon la independencia de La Florida y la proclamaron como república, pero fueron expulsados pocos días después por una expedición hispano-estadounidense.

    Índice


    [ocultar]




    Biografía[editar · editar código]


    Aury nació en París probablemente en 1788. Sirvió a la Marina francesa, pero a partir de 1802 se dedicó por su cuenta a sus propias embarcaciones. Para 1810 tenía dinero suficiente para tener su propia nave. Con todo el potencial que había reunido, decidió que apoyaría a las colonias hispánicas de América a combatir a España y en 1813 parte para Carolina del Norte con su propio barco y con autorizaciones venezolanas de atacar cualquier nave española.

    Campañas contra España[editar · editar código]


    Fue nombrado entonces por los patriotas como "Comisionado de la Marina de la Nueva Granada" (Colombia) y en 1815 con altos gastos evacuó cientos de personas de la sitiada ciudad de Cartagena de Indias hacia Haití. Luis Aury se dirige a Los Cayos de San Luis en Haití, para encontrarse con Simón Bolívar, donde fue protagonista de un altercado con el Libertador, al apoyar a Mariano Montilla junto a otros oficiales que se oponían a la designación de Bolívar como Jefe Supremo de la Expedición que se organizaba para invadir a Venezuela. Esta situación le traería con el Libertador una cierta enemistad hasta su muerte. A pesar de que intentó acercarse posteriormente a Bolívar, no fue posible una plena reconciliación, sin embargo apoyó siempre sus campañas militares.

    Posteriormente aceptó una comisión de la naciente República de México como gobernador civil y militar de Texas y así estableció una base privada en Galveston en septiembre de 1816.



    Sin embargo, cuando Aury estaba transportando a Francisco Xavier Mina y sus hombres hacia México, el pirata negrero Jean Lafitte tomó control de la base de Galveston. A su regreso a Texas, Aury intentó establecer otra base en la Bahía de Matagorda, pero tiene que dejar a Texas en 1817 para asistir al escocés Gregor MacGregor quien se hacía llamar "Brigadier general de las Provincias Unidas de la Nueva Granada y Venezuela y General en jefe de los ejércitos de las dos Floridas" que cumpliendo órdenes de Bolívar había tomado la Isla de Amelia en la costa de la Florida. MacGregor abandonó la misión en noviembre, pero Aury permaneció proclamando la isla como una república independiente, sin embargo, el ejército de los Estados Unidos expulsó a Aury en diciembre de 1817.

    El 4 de julio de 1818 capturó la Isla de Providencia en el Archipiélago de San Andrés, en el Caribe occidental y bajo autoridad neogranadina comienza allí una base económica exitosa basada en el saqueo de embarcaciones españolas en el mar Caribe, mientras trataba de granjear mejores relaciones con Bolívar.

    Intento de liberar América central[editar · editar código]

    En 1820 la Capitanía General de Guatemala, la manera en que estaba organizada la colonia en América Central, seguía bajo control español y por lo tanto era una plaza fuerte de España contra los diferentes emancipaciones coloniales tanto de Norteamérica como de Suramérica. Para asegurar su independencia, la Gran Colombia lanzó una expedición combinada por tierra y mar en contra de los puertos de Omoa y Puerto Trujillo.

    El 21 de abril de 1820 el vigía del faro de Puerto Trujillo anunció el acercamiento de una flotilla colombiana. El comandante del puerto, José M. Palomar, preparó inmediatamente las tropas para el ataque. A las dos de la tarde la flotilla envió un comisionado de paz solicitando a Palomar la rendición del puerto, pero fue rechazada. Al siguiente día Aury movió la flotilla hacia la boca del río Guaimoreto y comenzó a bombardear. Los ataques empezaron a las nueve de la mañana y terminaron a las dos de la tarde cuando la flotilla se alejó a alta mar, fuera de los alcances de los cañones. Una porción de la infantería intentó entrar al puerto por tierra, pero fue detectada y rechazada.

    Durante la noche del 24 de abril las embarcaciones colombianas se perdieron de vista. El día 25 la flotilla reapareció en el puerto de Omoa y por varios días intentó desembarcar. La expedición de Aury no tuvo éxito y dejó el área el 6 de mayo. En esta batalla Aury fue identificado como miembro del ejército colombiano por su filiación a la causa de Bolívar. Sin llegar a ganarse la confianza de Bolívar cayó accidentalmente de su caballo en 1821 y murió, aunque fuentes no confirmadas dicen que fue a vivir a Cuba en donde murió en 1845.



    Fuente:

    Louis-Michel Aury - Wikipedia, la enciclopedia libre





    Última edición por Mexispano; 28/11/2013 a las 04:35

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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Video interesante, aunque faltaron más militares realistas. Como dice uno de los comentarios, no aparece el brigadier Felix Maria Calleja (uno de los más feroces contrainsurgentes) por ejemplo.



  10. #170
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    UN BICENTENARIO POSTIZO Y FANTASMAGÓRICO

    Aunque en realidad no sean 200 años sino algunos menos, desde hace casi dos siglos, a raíz de las secesiones americanas, la gran mayoría de los “españoles” no han podido serlo. La hispanidad polític...a, a un lado y al otro del Atlántico, entró en un letargo del que no ha despertado aún.

    Al echar la vista atrás sobre la Historia patria no se trata sólo de valorar correctamente los hechos, de comprender qué fuerzas y con qué sentido operaron en un momento dado, o de discernir las consecuencias que se siguieron de un determinado tumbo de nuestro devenir. Se trata también, y quizás sobre todo, de comprender mejor nuestro presente y de conocer si de ese pasado, interpretado adecuadamente, se extraen lecciones para nuestra actuación hoy.

    Ya han comenzado los fastos subvencionados para festejar artificialmente un bicentenario (1810-2010) fantasmagórico. Celebración postiza, como casi todo en nuestra política de los dos últimos siglos, pues a pesar de la machacona y machacante insistencia oficial durante estas dos centurias, no existe ningún tipo de entusiasmo popular americano en torno a la llamada “emancipación” de España.

    Bicentenario fantasmagórico, pues en 1810 nadie se independizó todavía y si algo se quiere festejar deberíamos hablar del 200º cumpleaños de las “máscaras de Fernando VII”, con las sombras de duda que sobre la honradez de sus protagonistas siguen sin disiparse.

    A ambos lados del océano Atlántico hemos sido incapaces de ofrecer una explicación veraz y popular, compartida, de aquellos terribles sucesos que en realidad fueron guerras civiles entre españoles y que no desembocaron como se dice en ninguna emancipación (pues de yugo extranjero puede empezar a hablarse después de la independencia y hasta hoy, sin solución de continuidad), sino de la destrucción de la comunidad política hispánica.

    A partir de entonces el nombre de España se reservó para la porción “europea” de la hispanidad, pero esa continuidad nominal no oculta que el proceso consumado en 1825 supuso un parteaguas en cuanto a la vieja concepción y autoconciencia española. Muchos hitos previos prepararon aquella crisis, pero hasta entonces, y si se quiere hasta la muerte del infame Fernando VII, rey tan legítimo como malo, España era una cosa y después, otra muy diferente. Diferente por problemática y también por artificial, con una artificialidad simétrica a la de las nuevas “naciones” americanas.

    Conviene, pues, reflexionar sobre aspectos deliberadamente olvidados durante estos dos últimos siglos al hablar de aquel trauma, español por hispanoamericano. Y que conste que hasta los piadosos intentos de Maeztu o de Vizcarra no llegaron a levantar el velo de la purulenta herida. Guardaron un reverencial silencio sobre los aspectos netamente políticos que estaban en juego, se replegaron sobre una hispanidad cultural y religiosa, que balsámicamente dejaba intacta la cuestión candente.

    Es necesaria una todavía más radical “Defensa de la Hispanidad”: de la hispanidad política, de la doctrina política católica e históricamente española y eso no será posible reflexionando sobre una inexistente e hipostatizada “esencia de España”, al modo regeneracionista y liberal, sino volviendo los ojos a “la piedra de la que hemos sido tallados”, fuera de la cual no será posible regeneración ninguna para esta comunidad política (ahora virtual) que se llama España.



    José Antonio Ullate Fabo
    (Publicado en El Brigante)



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    Fuente:

    https://es-es.facebook.com/SomosHijosDeEspana


  11. #171
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    El historiador español publica Elegía criolla

    La independencia es efecto de las guerras, no la causa, concluye Tomás Pérez Vejo


    Periódico La Jornada
    Domingo 13 de junio de 2010, p. a10


    Entender las guerras de independencia en América Latina como una lucha entre buenos y malos puede resultar gratificante, pero está muy lejos de ser la verdad. Lo cierto es que se trató de procesos complejos, que nos han sido contados de manera romántica para fortalecer mitos de identidad nacional.

    Tal es la conclusión a la que llega el politólogo e historiador español Tomás Pérez Vejo, quien a través del libro Elegía criolla (Tusquets Editores) busca hacer una reinterpretación crítica de las diversas luchas independentistas en Hispanoamérica.

    Lo que descubrí fue aquello que las guerras no fueron, y a partir de ahí formulé una hipótesis sobre lo que sí fueron. En primer lugar, no se trató de luchas de liberación nacional, porque las naciones latinoamericanas en ese momento no existían. La independencia no fue la causa de las guerras, sino su consecuencia, explicó el autor en entrevista con La Jornada.

    Asimismo, se ha repetido hasta la saciedad que fue un conflicto entre españoles peninsulares y criollos nacionalistas acompañados de indígenas, mestizos y negros, pero eso tampoco es verdad. Es una sorpresa descubrir que ambos ejércitos estaban formados casi exclusivamente por americanos de todos los grupos raciales, señaló Pérez Vejo.

    Por último, la independencia no fue una simple guerra entre pobres y ricos –ya que hubo miembros de ambas clases en los dos bandos enfrentados–, ni tampoco un choque entre liberales y absolutistas, puesto que muchos insurgentes también eran partidarios de ideas conservadoras.

    Sí fue una guerra civil generalizada que no acabó en 1820, sino que se prolongó hasta mediados del siglo XIX, y en el que se enfrentaron dos proyectos: el del antiguo régimen, basado en el poder de la Iglesia católica, y el del Estado moderno, que ya no gobernaba en nombre de Dios, sino en el de las naciones recién surgidas.

    Después de ello, cada país tuvo que inventar una historia mítica que le sirviera a sus elites para consolidar la identidad nacional, mediante la cual se presentara al Estado como una especie de ente natural que siempre había estado ahí desde el inicio de los tiempos, aunque eso no fuera verdad.

    Con estos antecedentes, consideró Pérez Vejo, es muy difícil sostener el discurso de la unidad latinoamericana, puesto que los intereses de los países de la región son muy diferentes entre sí, aunque tengan elementos culturales e históricos en común, entre ellos el idioma.

    El sueño de construir una sola nación latinoamericana, de México a la Patagonia, ha recorrido el continente como un fantasma, pero la realidad es que hay muchos obstáculos para lograrlo, y uno muy significativo es que cada país ha construido ya identidades nacionales muy fuertes, lo cual es difícil de cambiar, advirtió.

    Para el autor, en vez de seguir reproduciendo una posición victimista de la historia, es necesario analizar cuáles son las verdaderas causas de los fracasos de los países de la región, en vez de repetir que la culpa la tienen los demás, la colonización española o el imperialismo estadunidense, por ejemplo.

    Las celebraciones por el bicentenario de la Independencia en México pueden resultar incluso legítimas, pero el deber de los historiadores, aclaró el autor, es tratar de entender qué fue lo ocurrido en aquella época.

    Habría que poner a la historia al servicio de los ciudadanos y hacerla bastante más crítica. Es mejor entrar en conflictos poco gratificantes, que seguir creyendo en cuentos de buenos y malos. Nuestro trabajo no es juzgar, sino comprender.




    Fuente:

    La Jornada: La independencia es efecto de las guerras, no la causa, concluye Tomás Pérez Vejo








    La Independencia fue una guerra civil: Tomás Pérez

    Sábado 22 de enero de 2011


    Juan José Arreola | El Universal

    19:35


    La Guerra de Independencia de México, reconocida por la historia oficial, fue en realidad una guerra civil, ya que buscaba la soberanía política del territorio de la Nueva España y no una independencia nacional, argumenta Tomás Pérez Vejo en su obra "Elegía Criolla Una reinterpretación de las guerras de independencia hispanoamericanas".

    Durante la presentación del libro, realizada en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Tomás Pérez, autor del libro, aseguró que lo que ocurrió en 1821 fue "que una antigua unidad administrativa, que era el Virreinato de la Nueva España, declaró su soberanía política con una continuidad absoluta que buscaba el mantenimiento estrictamente de los mismos funcionarios".

    El libro fue presentado ante la comunidad universitaria de Querétaro por su autor Tomás Pérez, quien detalló que de acuerdo a sus investigaciones, dicha guerra civil "se enmarcó en el contexto de múltiples conflictos bélicos, de la misma naturaleza que sucedieron en el continente americano los cuales pretendían la soberanía política de los territorios que componían a la monarquía católica, incluida la península ibérica, y no independencias nacionales.

    Todo esto a raíz de la Abdicación de Bayona en 1808, en la que el rey católico Carlos IV entregó la corona del Reino de España a Napoleón Bonaparte, y no a su hijo Fernando VII, y finalmente, el gobernante francés la cedió a su hermano José Bonaparte, ocasionando una sensación de vació en los territorios de la Monarquía Católica.

    Pronunciado por Agustín de Iturbide en 1821, el Plan de Iguala establecía la formación de una monarquía encabezada por Fernando VII, lo que demuestra que los territorios del reino español sólo concebían la soberanía nacional heredada y que sus intereses eran los de la corona.

    Por eso mismo es que de este movimiento social se puede decir que la población criolla hizo, ganó y perdió la guerra.

    "La ganaron porque lograron establecer gobiernos en distintos puntos de la monarquía, pero la perdieron porque en su proceso de construcción nacional no se atreven a reivindicar su condición de criollos".

    "Por lo tanto, hablar de la Guerra de Independencia mexicana es absurdo, y sólo sirve para que los gobiernos celebren aniversarios y los historiadores demos conferencias sobre esos aniversarios. La construcción de la nación mexicana va a ser un larguísimo y complejo proceso que ocurrió durante el siglo XIX", señaló
    el Doctor.


    Tomás Pérez Vejo ha escrito otros libros sobre el tema, como "España en el debate público mexicano, 1836-1867. Aportaciones para una historia de la nación", publicado por el Colegio de México-Instituto Nacional de Antropología e Historia.


    jlms/crs



    Fuente:

    El Universal - - La Indepenencia fue una guerra civil: Toms Prez
    Última edición por Mexispano; 02/12/2013 a las 04:43 Razón: Reacomodo de texto
    Erasmus dio el Víctor.

  12. #172
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Dos visiones liberales sobre la independencia de la América española.



    Proclama de Francisco Xavier Mina en la que informa sobre sus antecedentes revolucionarios, sus ideas políticas y los propósitos de su expedición al desembarcar en el Nuevo Santander.


    Soto la Marina, 25 de abril de 1817.

    A LOS ESPAÑOLES Y AMERICANOS:

    Al separarme de la asociación política por cuya prosperidad he trabajado desde mis tiernos años y adherirme a otra en disensión con ella para ayudarla, creo un deber mío exponer a aquellos a quienes toca los motivos que me han dictado esta resolución.

    Yo me hallaba estudiando en la Universidad de Zaragoza cuando los desórdenes de la Corte de España y la ambición de Napoleón, redujeron a los españoles a ser la presa de una nación extraña o a sacrificarse a la defensa de sus derechos. Colocados entre la ignominia y la muerte, esta triste alternativa indicó su deber a todos aquellos en quienes la tiranía de los reinados pasados no había podido relajar enteramente el amor a la patria. Yo me sentí, como otros, animado de este santo fuego y me dedique a la destrucción del enemigo. Acompañe como voluntario los ejércitos de la derecha y del centro, y dispersos desgraciadamente, corrí al lugar de mi nacimiento, donde era más desconocido. Me reuní a doce hombres que me escogieron por su caudillo y en breve llegué a organizar en Navarra cuerpos respetables de voluntarios de que la Junta Central me nombró jefe.

    Pasaré en silencio los trabajos y sacrificios míos y de mis compañeros de armas. Baste decir que peleamos como buenos patriotas. Yo fui hecho prisionero y entonces la división que mandaba tomó mi nombre por divisa y por mi sucesor a don Francisco Espoz, mi tío. El gobierno nacional que aprobó esta determinación, permitió también a mi do añadir a su nombre el de Mina; y todos saben cuál fue el patriotismo, cuánta la gloria con que se me distinguió aquella división bajo sus órdenes.

    Al restablecerse en nuestro suelo la dignidad del hombre y nuestras antiguas leyes, creímos que Fernando VII, que había sido compañero nuestro y victima de la opresión, se apresuraría a reparar con los beneficios de su reinado las desdichadas que habían agobiado al Estado durante sus predecesores. Nada le debíamos. La generosidad nacional lo había librado de la tiranía domestica. La generosidad nacional lo había llamado gratuitamente al trono, de donde su debilidad y la mala administración de su padre lo habían derribado. Le habíamos perdonado las bajezas de que se había hecho reo en Aranjuez, en Bayona y en Valencey. Habíamos olvidado que, más atento a su propia seguridad que al honor nacional, correspondió a nuestros sacrificios con pretender enlazarse con la familia de nuestro agresor.

    Confiábamos, no obstante, en que tendría siempre presente a que precio se le había repuesto al trono y en que, unido a sus libertadores, haría cicatrizar las profundas llagas de que por su causa se resentía aún la Nación.

    La España, logrando reconquistarse a sí misma, es visto que reconquistó también al rey que se eligió. La mitad de la Nación había sido devorada por la guerra y la otra mitad estaba aún empapada en sangre enemiga y en Sangre española al restituirse Fernando al seno de sus protectores.

    Las ruinas de que por todas partes estaba cubierto el camino debieron manifestarle sus deudas y las obligaciones en que estaba había los que lo habían salvado. ¿Podía creerse que el decreto dado en Valencia a 4 de mayo de 1814, fuese indicio del tratamiento que el ingrato preparaba a la nación entera? Las Cortes, esa antigua égida de la libertad española y a la que en nuestra orfandad debió la Nación su dignidad y honor, las Cortes, que acababan de triunfar de un enemigo colosal, se vieron disueltas en sus miembros huyendo en todas direcciones de la persecución de los aduladores y serviles.

    Cadenas y presidios fueron la recompensa de los que tuvieron bastante firmeza para oponerse a la más escandalosa usurpación. La Constitución fue abolida y el mismo a quien España había rescatado con ríos de sangre y con inmensos sacrificios, la hizo recaer bajo la tiranía y el fanatismo de que la había sacado los españoles ilustrados.

    Fuera ya de las prisiones francesas, corrí a Madrid a fin de contribuir con otros amigos de la libertad al sostén de los principios que habíamos jurado. Pero, ¡cual fue mi sorpresa al ver la reproducción de los antiguos desordenes! Los satélites del tirano solo se ocupaban en acabar de destruir la obra de tantos sudores.

    Ya no se pensaba sino en consumar la subyugación de las provincias de ultramar, y el ministro don Manuel de Lardizábal, no conociendo los sentimientos de mi corazón me propuso el mando de una división contra México, como si la causa que defienden los americanos fuera distinta de la que exalto a la gloria del pueblo español; como si mis principios se asemejaran a los egoístas que para oprobio nuestro son enviados a desolar la América; como si fuera nulo el derecho que tiene el oprimido para resistir al opresor, y como si estuviese calculado para verdugo de un pueblo inocente quien lamenta las cadenas que abruman a sus conciudadanos.

    En consecuencia, me iré a Navarra, y de concierto con mi tío, don Francisco Espoz, determine apoderarme de Pamplona para ofrecer allí un asilo a los héroes españoles, a los beneméritos de la patria que hayan sido proscritos o tratados como facinerosos. Por toda una noche fui dueño de la ciudad, y cuando mi do venia a reforzarme para contener en caso necesario a una parte de la guarnición de quien no fiábamos, uno de sus regimientos rehusó obedecerle.

    Soldados valerosos que tantas veces habían triunfado por la independencia nacional, al tratar de su libertad se vieron atados con lazos vergonzosos por preocupaciones arraigadas y pro la ignorancia que aun no habían podido vencer. Frustrada así la empresa, me fue necesario refugiarme en países extranjeros con algunos de mis compañeros; y animado siempre del amor a la libertad, pensé defender su causa en donde mis esfuerzos fuesen sostenidos por la opinión y en donde pudiesen ser más benéficos a mi patria oprimida y más fatales a su tirano.

    De las provincias de este lado del Océano saca los medios de su dominación; en ellas se combate por la libertad: así, desde el momento, la causa de los americanos fue la mía.

    Solo el rey, los empleados y los monopolistas son los que se aprovechan de la sujeción de la América en perjuicio de los americanos. Ellos, pues, son sus unidos enemigos y los que quieren eternizar el eterno pupilaje en que los tienen, a fin de elevar su fortuna y la de sus descendientes sobre las ruinas de este infeliz pueblo.

    Ellos dicen que la España no puede existir sin la América; y esto es cierto por España se entienden ellos, sus parientes, amigos y favoritos. Porque emancipada la América no habrá gracias exclusivas, ni ventas de gobiernos, de intendencias y demás empleos de Indias; porque abiertos los puertos americanos a las naciones extranjeras, el comercio pasara a una. clase mas numerosa e ilustrada; y porque libre la América, revivirá indubitablemente la industria española, sacrificada en el día a los intereses rastreros de unos pocos hombres.

    Si bajo este punto de vista la emancipación de América es útil y conveniente a la mayoría del pueblo español, lo es mucho más por su tendencia infalible al establecimiento definitivo de gobiernos liberales en toda la extensión de la antigua monarquía. Sin echar por tierra en todas panes el coloso del despotismo sostenido por los fanáticos monopolistas y cortesanos, jamás podremos recuperar nuestra antigua dignidad.

    Para esto es indispensable que todos los pueblos donde se habla el castellano, aprendan a ser libres y a conocer y hacer valer sus derechos. En el momento en que una sola sección de la América haya afianzado su independencia, podemos lisonjeamos de que los principios liberales tarde o temprano expenderán sus bendiciones a los demás países. Esta época terrible es la que los agentes y partidarios de la tiranía temen sin cesar. Ellos ven, en el exceso de su desesperación, desplomarse su imperio y quisieran sacrificarlo todo a su rabia impotente.

    En tales circunstancias, consultad, españoles, lo pasado para sacar lecciones capaces de hacer arreglar vuestra conducta futura. La causa de los americanos es justa, es la causa de los hombres libres, es la de los españoles no degenerados. La patria no esta circunscrita al lugar en que hemos nacido, sino más propiamente al que pone a cubierto nuestros derechos individuales.

    Vuestros opresores calculan que para restablecer su bárbara dominación sobre vosotros y sobre vuestros hijos, es preciso esclavizar el todo. Con razón temía el célebre Pitt esas consecuencias cuando justificaba a presencia del Parlamento británico la resistencia de los angloamericanos.

    Nos aseguran que la América esta obstinada - decía el-, que está en manifiesta rebelión. Me glorío, señor, de que resista. Tres millones de habitantes que indiferentes a los impulsos de la libertad se sometieran voluntariamente, serían después los instrumentos mas adecuados para imponer cadenas a todo el resto.

    Tales son los principios que me han decidido a separarme de la España y adherirme a la América a fin de cooperar a su emancipación. Si son rectos, ellos responderán satisfactoriamente de mi sinceridad. Por la causa de la libertad e independencia he empuñado las armas hasta ahora; solo en su defensa las tomare de aquí en adelante.

    Mexicanos: permitidme participar de vuestras gloriosas tareas, aceptad los servicios que os ofrezco en favor de vuestra sublime empresa y contadme entre vuestros compatriotas. ¡Ojalà acierte yo a merecer este título, haciendo que vuestra libertad se enseñoree o sacrificándole mi propia existencia!

    Entonces, en recompensa, decid a vuestros hijos: "Esta tierra fue dos veces inundada en sangre por españoles serviles, vasallos abyectos de un rey; pero hubo también españoles liberales y patriotas que sacrificaron su reposo y su vida por nuestro bien."

    Soto la Marina, 25 de abril de 1817.

    Xavier Mina. Cuartel General de Soto la Marina, a 26 de abril, 1817.


    El Jefe del Estado Mayor, Noboa.

    Fuentes:

    De la crisis del modelo borbónico al establecimiento de la República Federal. Gloria Villegas Moreno y Miguel Angel Porrúa Venero (Coordinadores) Margarita Moreno Bonett. Enciclopedia Parlamentaria de México, del Instituto de Investigaciones Legislativas de la Cámara de Diputados, LVI Legislatura. México. Primera edición, 1997. Serie III. Documentos. Volumen I. Leyes y documentos constitutivos de la Nación mexicana. Tomo I. p. 198.

    Independencia Nacional Tomo II. Morelos – Consumación. Coordinador: Tarsicio García Díaz. Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Seminario de Independencia Nacional. Universidad Nacional Autónoma de México – Biblioteca Nacional – Hemeroteca Nacional. México, 2005. Páginas 243-247. Tomado de: Ernesto Lemoine. La revolución de Independencia, t. IV, pp. 423-425.




    Fuente:

    Proclama de Francisco Xavier Mina en la que informa sobre sus antecedentes revolucionarios, sus ideas políticas y los propósitos de su expedición al desembarcar en el Nuevo Santander.











    Juan De Menor y Villalonga, liberal español

    He perdido las esperanzas de liberar a mi amada España de la tiranía de una monarquía degenerada, cobarde, que ha entregado a su pueblo como una mercancía vil, ese gobierno degenerado agobia y asfixia también a nuestros hermanos americanos, es por eso que parto para México a contribuir a la noble causa de su libertad.

    Nunca me llamen traidor los españoles, pues con esta causa libertaria contra un tronco podrido, como es esta monarquía pervertida. El lazo que nos une con América no es sólo cultural, es de sangre y al procurar la libertad de ese pueblo hermano estoy procurando la libertad de la sangre española que hay en América.

    Procurar la libertad de los americanos de esa nauseabunda forma de gobierno es liberarlos de esa infelicidad de la que somos víctimas en la Península. Liberar a América es liberar a España.





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  13. #173
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Una opinión contraria, que es muy similar a la que tenía el cubano Jose María Heredia y que ya he expuesto.


    Agustín Urrutia 1813

    En todos estos años de servicio a la Corona nunca había visto disturbios de tal magnitud en estas tierras, hermanos matándose entre sí, curas arengando contra la Corona, españoles nacidos en América queriendo gobernar ellos mismos las tierras donde nacieron, del bando realista y del bando rebelde los dirigentes son criollos, muy pocos peninsulares de ambos lados y los indios sirven de carne de cañón de ambos lados.

    Aunque pareciera que los indios defienden más ferozmente al bando leal a España y los blancos luchan con todas sus fuerzas por lo que ellos llaman malamente independencia, eso es una vulgar secesión. Es una guerra de españoles contra españoles. El Imperio forjado a base fuego y corazón se está desmoronando, espero de todo corazón morir en los campos de batalla antes de ver atomizado al más glorioso imperio que ha visto la faz de la tierra, el imperio que llevó la cultura cristiana y europea a todos los rincones del mundo.

    Llevamos la cruz de Cristo y la civilización al mundo. No sé en que momento estos hermanos y paisanos míos dejaron de sentir amor por su patria española que está unida en Europa y toda la América por la religión, la cultura, pero sobre todo la sangre, en nuestra sangre está la gloria, esa sangre que ha conquistado el mundo.

    Escribo estas líneas desde mi natal poblado de Cuautitlan en el reino de Méjico. Por ser criollo soy español, por ser criollo soy americano.



    Fuente:

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  14. #174
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Las guerras de la independencia en el arte



    Transcribimos a continuación un artículo aparecido en la bitácora de arte bélico Espacio Cusachs. Sirva como introducción al fenómeno del arte como forma de propaganda en la forja artificial de esa entelequia que son las nacionalidades sudamericanas.


    ------


    VIERNES 26 DE AGOSTO DE 2011

    Sudamérica en guerra


    Este año ha dado comienzo el inicio de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas, acontecimiento que, pese a su importancia y en esta España sumergida en plena crisis económica, de momento no se le está dando la relevancia con que se está siguiendo en toda América Latina.




    Batalla de Carabobo. Martín Tovar y Tovar


    Desde este espacio, y sin una mayor pretensión, me gustaría homenajear la memoria de todos aquellos americanos, españoles, realistas y patriotas que, peleando con valor y sacrificio por sus diferentes ideales, regaron con su sangre la fértil tierra americana, que en estas fechas –hace doscientos años- despertaba hacia su independencia.



    Carga de Bueras. Pedro León Carmona

    Para ello, no se me ocurre mejor manera que hacer una pequeña recopilación de las diferentes representaciones artísticas –muy conocidas todas ellas- de las batallas que dieron como lugar a la emancipación de la América española, y de paso reivindicar el olvido de sus protagonistas: españoles y americanos, blancos, negros o pardos, indios o mestizos. Olvidados por los que, de sus mismas clases, lograron derrotarles en los campos de batalla, y después pasaron de inmediato a la tarea de su propia construcción nacional. Olvidados también por la metrópolis a causa de la lejanía de sus esfuerzos, por los avatares y convulsiones políticas que se vivían en Europa, y también, porque fueron los derrotados.




    Batalla de Maipu. Pedro Subercaseux




    Batalla de San Lorenzo. Julio Fernández Villanueva

    En lo meramente artístico, cabe reseñar que tras la Independencia, cada nación debía reinventarse, no sólo políticamente, sino también en su identidad y en la comunidad imaginaria que era necesario construir. El papel de las artes, así como de la literatura, fue entonces fundamental, aún más si se considera que las estructuras políticas, en general, no lograban generar un sentido de identidad nacional.



    Batalla de Boyaca. Martín Tovar y Tovar

    Es por ello que casi todas las pinturas en referencia a los combates que propiciaron dicha Independencia, contienen mucho de idealización simbólica para glorificar las batallas de emancipación y crear un sentido a la vez nacionalista y centrado en ideales europeos.




    Batalla de Rancagua. Pedro Subercaseux


    Artistas como los venezolanos Antonio Herrera Toro y Martín Tovar y Tovar, los chilenos Pedro Subercaseux y Pedro León Carmona o el argentino Julio Fernández Villanueva, estudiaron Bellas Artes en Roma o en París, para una vez de regreso a sus respectivas tierras, poder, con sus pinturas de escenas de la Independencia, ayudar a crear el sentimiento patrio que los jóvenes países americanos necesitaban.



    PUBLICADO POR LMESTEBAN EN 17:35





    Fuentes:

    C. L. A. M. O. R.: Las guerras de la independencia en el arte

    Espacio Cusachs: Sudamérica en guerra




  15. #175
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Desde Monclova, 290 hombres abortaron lucha de Hidalgo

    Para los historiadores, la captura de los jefes insurgentes por parte de un grupo de monclovenses no debe ser motivo de vergüenza… así es la historia, dicen




    En la Plaza Aldama, frente al Museo Coahuila y Texas, en donde estuvo encarcelado, se construye un monumento en honor a Miguel Hidalgo.




    Por: Gloria Jaramillo


    Monclova, Coah.- La ruta hacia el norte de los insurgentes -con Miguel Hidalgo a la cabeza- fue frenada en Coahuila por una poderosa familia asentada en Monclova que desde esta ciudad articuló la emboscada a cargo de 290 hombres que tuvo como resultado la aprehensión de los líderes y unos 900 hombres, quienes en calidad de prisioneros fueron trasladados al Centro de Coahuila y encerrados en diferentes cárceles, algunas improvisadas.

    Para la población de Monclova, compuesta en aquel entonces por unos 3 mil habitantes, fue todo un acontecimiento la presencia de los insurgentes encarcelados en varios puntos del Centro Histórico; para muchos, principalmente para la clase acaudalada, esos hombres –ahora considerados héroes- no eran más que meros revoltosos que arrasaban con comida, dinero y hasta con mujeres.

    Fue la familia Sánchez Navarro, poseedora de un latifundio de 356 mil hectáreas, la que convocó a una reunión, que tuvo lugar en el edificio de la parroquia Santiago Apóstol para planear la emboscada que tuvo como resultado la aprehensión de Miguel Hidalgo, los cabecillas del movimiento independentista y 900 de los 4 mil hombres que formaban el Ejército Insurgente.

    Con una profunda influencia política y económica gracias a su riqueza, los Sánchez Navarro tuvieron de su parte a sus deudores, a quienes trabajaban o mantenían algún otro vínculo que los comprometió a someter a los revolucionarios, liderados por el cura Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez y Mariano Abasolo.

    Fue entonces una hazaña ejecutada por sólo 290 hombres de esta región, entre ellos algunos indios comanches, quienes conocedores del terreno y con un plan bien estudiado lograron contener la trayectoria de los independentistas sin necesidad de tantas bajas, pues los insurgentes se rindieron ante la emboscada que tuvo lugar en Acatita de Baján, el 21 de marzo de 1811; el 22 de marzo el contingente arriba a Monclova.

    Miguel Hidalgo fue enviado a Chihuahua junto con Allende, Aldama y Jiménez; los tres últimos fueron pasados por las armas en la plazuela de la ciudad el 26 de junio; más tarde sus cuerpos fueron decapitados y sus cabezas enjauladas. Hidalgo fue ejecutado el 30 de julio de 1811, luego de ser expulsado del estado clerical y de pasar por un proceso judicial.

    Juan Blackaller, cronista de Monclova, y Lucas Martínez, director del Archivo General del Estado, descartan que este capítulo de la historia de México sea vergonzante para esta región.

    “No podemos considerar vergonzosos los hechos de la historia, la historia es única e irrepetible, de hecho esos 290 hombres que aprehendieron a los 900 fueron condecorados por ese hecho, y por eso mismo se nombró generalísima a la Virgen de Zapopan y se le dio el título de ciudad a Monclova”, señala Blackaller.

    Por el mismo hecho, los hombres que aprehendieron a Hidalgo y a los insurgentes se les permitió usar en la manga de su saco o en el cuello de su camisa una leyenda que decía “Vencedores de Baján”, porque era un motivo de orgullo en esas condiciones.

    Así son las situaciones de la historia. La historia se escribe de acuerdo a las circunstancias. Y además esos hombres se la jugaron porque ellos estaban convencidos de que los insurgentes eran un peligro para sus familias y para su patrimonio, acota.

    Pero 10 años después, en 1821, cuando se declara la Independencia de México se les quitó la denominación de héroes y se convirtieron en traidores.


    DE REVOLTOSOS A HEROES

    “México tenía 300 años de vivir bajo el dominio español, ¿cuántas generaciones había allí?, entonces los otros eran revolucionarios, querían cambiar el orden de las cosas”, señala Blackaller, “no es fácil que se acepte, pero además ya se sabía en otras partes se habían dedicado al pillaje, los que estaban para el lado del Imperio de Fernando VII lo magnificaban en comentarios, ¿qué nos va a pasar si llegan éstos?”.

    Lucas Martínez coincide: “Yo no creo que sea vergonzoso, el vecino de Monclova que era gente tranquila, sencilla, artesana, que a lo mejor hacía monturas, herrería, y como vecino le dijeron: ‘Oye, alístate el caballo y la carabina porque vamos a ir a agarrar a esta gente’, entonces él prestó el servicio como vecino, claro, los que mandaban estaban arriba y ellos no sabía que entre esos hombres venía el padre de la patria, porque en esos momentos nadie es héroe. Fue una acción sobre hombres que en su momento trastocaron el orden”.

    Y agrega: “Era un grupo de revoltosos que hablaban de Independencia, pero la gente lo que ve es lo inmediato, claro, años después con la consumación de la Independencia se le da una enorme dimensión a los hombres que incluso dieron la vida en un primer movimiento armado”.

    De 1821 en delante, el nuevo régimen político necesita héroes, y ya no va a ser Juan Diego ni los virreyes, van a ser aquellos que encabezaron el movimiento de Independencia. Por eso viene todo ese movimiento de ponerle el nombre de los héroes a los pueblos: Hidalgo, Coahuila; Abasolo, Coahuila; incluso Saltillo se llamó un tiempo Leona Vicario, explica el Director del Archivo General del Estado.

    La forma en que se logró interrumpir el recorrido de 4 mil hombres con los hoy héroes independentistas a la cabeza pone en entredicho la organización militar del Ejército Insurgente, la avanzada, la retaguardia, ya no la estrategia militar sino los conocimientos más elementales, expresa a su vez Blackaller.

    Fue propiamente una emboscada la que hizo perder a los revolucionarios en Acatita de Baján, donde eran esperados por los 290 hombres, quienes les ofrecían agua y en cuanto daban vuelta en la Loma del Prendimiento eran tomados prisioneros y atados con los lazos que los contrainsurgentes llevaban consigo.
    “El resto de estos 4 mil hombres huyeron, no se enfrentaron, sólo dispararon dos tiros”, dice el cronista de Monclova, “ahí los tomaban prisioneros, los amarraban y el que sigue, era gente acostumbrada a luchar contra los indios”.

    Hace dos siglos Monclova tenía graves problemas de comunicación, el pueblo más cercano que es Saltillo o Monterrey le queda a 200 kilómetros y para llegar eran necesarios dos días en caballo.

    La vida en esta ciudad era muy metódica, la cercanía de los insurgentes presenta grandes interrogantes: es un Ejército de 4 mil para una población que apenas llega a 3 mil, si llegan a Monclova se van a comer lo de todos. Hay qué pensar cómo se vivía en aquellos años: no hay reservas, lo que se va cosechando, el marranito, el chivo, lo que se va matando se tenía qué compartir incluso con los vecinos porque no había forma de conservarlo, más que en carne seca, entonces la gente piensa en el peligro que enfrenta su familia; el otro problema son las mujeres, vienen 4 mil hombres, ¿qué va a pasar en Monclova?


    HOMBRES, NO SEMIDIOSES: BLACKALLER

    En la ciudad también hubo simpatizantes de la insurgencia aunque eran los menos, como el cura José Francisco Montemayor, quien inclusive redacta una carta avisando a los insurgentes que se prepara una emboscada. La misiva es interceptada. Ya capturados, los jefes del movimiento reciben comida de almas caritativas o convencidas de los ideales independentistas en las cárceles provisionales.

    Pero muchos otros están convencidos de que la causa de la Independencia no debía de existir y entonces se reclutan con los Sánchez Navarro y con el coronel Elizondo al mando, subrayando que ningún movimiento de esa naturaleza podría hacerse sin la ayuda y el visto bueno de esta poderosa familia.

    Entonces Coahuila tenía un Gobernador insurgente, Don Pedro Aranda, quien fue traicionado incluso por su guardia y aprehendido antes del arribo del Ejército Insurgente.

    Desde el punto de vista miliar, el pequeño grupo que enfrenta a la insurgencia tiene mucho reconocimiento, porque son 290 hombres los que van a enfrentar a los revolucionarios en Baján, menciona Blackaller.

    “Los historiadores se quejan de que los pobrecitos insurgentes venían sin agua y entonces con engaños los hacen caer, pero creo que es la única manera en que tenían posibilidades de triunfo los conjurados en Monclova, porque eran 290 y los otros eran 4 mil y además traían artillería”, apunta el cronista de la ciudad, quien considera que no todos los insurgentes traían las convicciones firmes, pues buena parte de ellos se dedicaban incluso al pillaje.

    En este tenor, Blackaller destaca la necesidad de entender a nuestros héroes y no verlos tanto como a esos semidioses que nos presenta la historia oficial, sino como hombres y como mujeres que aman, que odian, que se equivocan.

    “Cuando uno estudia un poquito de historia los héroes se hacen mucho más interesantes cuando los ve uno como seres humanos, cuando son descubiertos, desmitificados, dentro de la condición humana”, dice.


    ASESINADOS EN EL PANTEON

    Tras la captura en Baján, los jefes del movimiento fueron puestos en el Hospital Real, hoy Museo Coahuila y Texas; hay otras versiones que indican que algunos jefes fueron distribuidos en diferentes locales: uno se llamaba La Guardia, que era una prisión militar en las ahora calles Zaragoza y Carranza; otra era una capilla castrense que se conocía con el nombre de La Purísima, entre la presidencia municipal y calle De la Fuente.

    Hay versiones que señalan que fueron asesinados 320 insurgentes en el panteón que estaba donde hoy es la escuela Club de Leones No. 1, a espaldas del Museo Coahuila y Texas. Pero no sólo ahí, hay datos claros de que en contraesquina del Museo se fusiló a Ignacio Aldama, y en esa misma parte al fraile Juan Salazar, quien acompañó a Aldama. Hay narraciones de que los presos insurgentes se asomaban para ver cuando estaban fusilando a alguien.

    Cinco días después de su arribo, el 26 de marzo de 1811, salieron los principales jefes insurgentes hacia el Sur, rumbo a La Laguna, para de ahí subir a Chihuahua.

    “Iban a pagar con su vida las ansias y sus sueños de libertad o quizá mejor a pagar con su vida nuestra libertad, la que ahora todavía disfrutamos”, considera Blackaller.


    NOTICIAS DEL LEVANTAMIENTO

    Cuando se inicia el movimiento de Independencia el estado se llamaba Provincia de Coahuila, que se funda en el siglo XVII. Era una región apartada, inhóspita, pero aún en sus pequeños pueblos muy retirados de las grandes poblaciones del Centro del País, la gente estaba muy enterada de lo que estaba sucediendo, expresa Lucas Martínez.

    Prueba de ello es el canónigo Sánchez Navarro, de los personajes emblemáticos que hubo, que por medio de correspondencia, de las gacetas, del periódico de la época, de viajeros, de familiares que van o que vienen, algún negocio a Guadalajara, a San Luis, a Durango, se van enterando de todo. Sobre todo la gente principal estaba informada de lo que ocurría, agrega el Director del Archivo General de Coahuila.

    “En la Feria de Saltillo los coahuilenses se enteran del levantamiento armado, pues viene cantidad de gente a vender cosas de otros estados”, afirma.

    Explica que la primera noticia de la Independencia se dio en respuesta a al cobro de impuestos y una serie de fuertes medidas de recaudación. Eso provocó malestar entre comerciantes, criollos acomodados, peninsulares que invertían acá dinero en minas, entonces se fue acrecentando un sentimiento de malestar respecto a las decisiones de la Corona.

    En 1808 Napoleón invade España, es la gota que derrama el vaso, entra en crisis la monarquía española, se quiebra como expresión de poder político y eso repercute en sus posesiones americanas en la Nueva España.

    Entonces es una crisis que no tiene retorno y que la van a aprovechar Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, esta gente que hoy tiene un papel importante en la historia del país y que en su momento tuvieron la visión de empujar una mayor autonomía e incuso ir más allá: pedir la Independencia de México.

    “En esa época la mayoría de la gente no sabía leer o escribir, aún así se platican, estaban al tanto de las noticias y se corría la idea de que cómo estaba la invasión en España, también eran franceses los que recorrían México”, indica.


    INSURGENTES IBAN A COMPRAR ARMAS

    El camino del norte lleva a los insurgentes a comprar armas, la frontera no era como hoy Piedras Negras-Eagle Pass, era muy arriba, cerca de La Luisiana. La idea era subir para comprar con el oro y la plata que llevaban las armas necesarias y luego retornar hacia el centro del país y continuar la lucha.

    En esta región, el sentir frente a la insurgencia era una mezcla de entre temor y rechazo, comparte Lucas Martínez.

    “Tú no ves acá manifestaciones de apoyo abiertas, salvo pequeños momentos, tú no vas a encontrar que la gente jura la Independencia, que levantan y firman actas, esto además hay qué relacionarlo con otro fenómeno de la época, una sola familia que en la Provincia tiene toda el dinero y toda la tierra, que son el Cura de Monclova (José Miguel Sánchez Navarro) y su extensa parentela”, dice.

    El cura sin duda sabía de qué se trataba el movimiento, pero evidentemente primero cuidó el patrimonio. Era el hombre más rico de la Provincia. Allá en la Sacristía vieja de Monclova, que está sobre la calle Hidalgo, se reunieron para conspirar para ir a Baján y aprehender a los insurgentes. Los principales jefes que van a Baján tienen como característica común que le deben dinero o trabajo a Sánchez Navarro.

    Acerca de las circunstancia que hacen que sea en esta región donde se interrumpe la trayectoria de los héroes independentista señala que primero es la elección misma que los mismos insurgentes hicieron
    “Si fue o no así, de todas formas iban camino a una emboscada”, señala.

    Y otra circunstancia es que van muy confiados pues saben que tienen un gobernador insurgente, que es don Pedro Aranda, que tiene control en Monclova, pero no se cuidan de tener noticias rápidas y frescas, pues cuatro días antes de su captura ya había sido aprendido Aranda por parte de los vecinos realistas.

    “Hubo una reacción de las élites, no va a reaccionar la gente, la gente está preocupada por una gorda de maíz y un pedazo de piloncillo, son el cura, su familia y toda la red de funcionarios reales que son parientes del cura o les dio chamba o le deben mucho dinero, entonces cuando él te pide un favor no puedes decir que no. Elizondo, Tomás Flores, que son los cabecillas, son personas muy endeudadas con el cura”, señala.


    LA INCOGNITA

    Lucas Martínez apunta que es una incógnita el paradero de los restos de los insurgentes que murieron en Baján, como el capitán Arias, el hijo de Ignacio Allende, el teniente Indalecio Allende, asesinados en Cerritos de Baján.

    En 1827, cuando viene el periodo de reivindicar a todos esos personajes que ya no eran malos, sino héroes, el Ayuntamiento de Monclova y el estado de Coahuila y Texas se ponen de acuerdo y mandan desenterrar esos restos de Baján y se los traen a la parroquia de Monclova, y los unen con los restos de los que estaban ahí, que eran los de Ignacio Aldama y del Padre Juan Fray Salazar.

    Los restos son colocados en una caja con terciopelo rojo y cada año, cuando era día de la Independencia, había la costumbre de que el Ayuntamiento fuera a misa a la parroquia.

    En 1857, cuando se aplicaron las leyes de reforma, el obispo de Monterrey, don Francisco de Paula, estaba muy enojado porque le estaban quitando todos los bienes de la Iglesia, él tenía mucho dinero. Llegó enojado a la parroquia de Monclova y preguntó el contenido de esa caja con forro de terciopelo rojo.

    “Su ilustrísima, le respondieron, son los restos de los insurgentes, que el Día de la Independencia pues se ponen en un altar y se les hace honor”. el Obispo molesto les pide que les den cristiana sepultura; es el motivo por el cual se desconoce hasta la fecha dónde quedaron los restos de los Insurgentes.




    Fuente:

    Desde Monclova, 290 hombres abortaron lucha de Hidalgo - Infonor
    Erasmus dio el Víctor.

  16. #176
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Me llena de tristeza esta gran pérdida. Tuve el honor de poder charlar con él por teléfono años ha. Sufrió las críticas de las mismas ratas de siempre, las pretenciosas vacas sagradas que creen que la historia es su cortijo. En fin, ellos quedarán como los ridículos de siempre, mientras él quedará como pionero de una verdadera memoria histórica hispanoamérica.

    Descanse en paz, doctor.

    Ha muerto Luis Corsi Otálora | Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II

    Ha muerto Luis Corsi Otálora

    El ingeniero,
    economista
    , historiador y
    escritor
    Luis Corsi Otálora ha fallecido en la
    ciudad
    boyacense de
    Santiago
    de Tunja
    , que le vio nacer en 1931, el pasado 16 de diciembre. Tras
    completar
    los
    estudios
    de ingeniería,
    Corsi
    se trasladó a París, donde en 1964 se doctoró en Economía con una tesis que años después sería publicada con el títuloAutarquía y desarrollo. El rechazo de la expropiación a
    las naciones
    proletarias
    (1966).
    El rechazo del liberalismo, en su versión económica esta vez, aparece –pues– desde el inicio como una de sus preocupaciones centrales, que dará lugar a otros libros tales como Los
    grandes problemas
    del mundo
    a la luz de la doctrina social de la Iglesia Católica
    (1977) y Capitalismo y democracia: las dos dimensiones de un mismo engaño (1981), si bien en éstos se hace
    patente
    un cuadro más amplio en el que las doctrinas económicas se insertan en coordinadas sociales y políticas que también rechaza. Ya en sede estrictamente política, se le deben también obras como De la democracia al partido único (1969), así como de su vivencia de las secuelas
    locales
    del «mayo francés» (de 1968) nacieron también un puñado de textos,
    sobre todo
    sufamoso
    Crisis
    universitaria y
    poder político
    (1971), pero también algunas novelas como Los estandartes rotos (1972) y La batalla olvidada (1974). En momentos en que la justa batalla anticomunista llevó a muchos a ceder equivocadamente en el frente contra el liberalismo y la democracia, Corsi no cejó en denunciar con pasión ese doble error. La única concesión a la modernidad, muy de su generación, y en particular en la América hispana, fue la sentimental y superficial al fascismo, que veía –románticamente– como una encarnación histórica contemporánea de la secular resistencia antiliberal. Se equivocaba. Porque la insanable raíz de aquél, no sólo moderna sino aun izquierdista, separa la tradición católica del estatismo modernista e
    idealista
    .
    Capítulo
    aparte merece su obra de caracterización histórica, presente ya desde su primer libro, Ensayo sobre el desarrollo histórico de
    Colombia
    (1960), y en el que se insertan, además de Bolívar, el impacto del desarraigo (1983), Al rescate de la ciudad sumergida: una historia de Colombia a través de Santiago de Tunxa (1994), Los realistas criollos(1994), ¿Autoabastecimiento o
    apertura
    ? Las tres aperturas económicas en la historia de Colombia
    (1996), ¿Genocidio o integración cultural en las Indias hispánicas? (2004), ¡Viva el rei! Los negros en la independencia(2006) e Independencia hispano-americana: ¿espejismo trágico? (2009). En la misma –los
    títulos
    apenas transcritos lo proclaman bien a las
    claras
    – se somete a revisión el proceso de secesión producido en Hispanoamérica hace ahora dos siglos, con los resultados de destrucción y colonialismo (ahora sí, a diferencia del período hispánico) que nos ha sido dado conocer. A ese tema dedicó lo más granado de sus esfuerzos en los últimos veinte años. En particular, tras haber trabado amistad con el profesor Miguel Ayuso, quien conoció su obra por medio del
    historiador
    rioplatense ya fallecido José Manuel González, publicó a partir de 2005 ediciones ampliadas de sus libros sobre Bolívar o los realistas criollos, así como el también citado de los negros en la independencia. Los acogió la casa Nueva Hispanidad, de nuestro amigo Félix Della Costa, con el patrocinio de la Fundación Elías de Tejada y del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II. Durante esos años algunas de sus publicaciones más netas vieron la
    luz
    también en los Anales de la Fundación Elías de Tejada,Verbo o la recientemente creada Fuego y Raya. Algunos errores de detalle, que –terco en su timidez delicada– Corsi se negaba a reconocer, no empecen el valor de ese filón, que ha cultivado como nadie y que había de exasperar, claro está, al nacionalismo (y singularmente al argentino), que –según su costumbre– pretendió sepultarlo con chistes gruesos y bravuconadas. Ante los que don Luis Corsi se limitaba a sonreír.
    Finalmente, otras de sus publicaciones ingresan derechamente en la apologética, principalmente en la que toca a las relaciones entre la fe y la ciencia. Así, podemos mencionar, entre otros, sus ¿Se equivocó Galileo?(1988) o La fábula del evolucionismo transformista de Darwin (2011).
    En el año 2005, con motivo de la visita de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón a Colombia, le recibió en su casa de Tunja, organizando un almuerzo en su honor en el simpatiquísimo Club Boyacá, del que era miembro activo. Inmediatamente se abrió entre ellos una corriente de simpatía. Lo que, junto con los innumerables méritos de Luis Corsi en defensa de la tradición hispánica, le llevó al Duque de Aranjuez a hacerle miembro ordinario o de número del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II y a crearle caballero de la Orden de la Legitimidad Proscrita. En ese orden de cosas redactó Corsi, para el Congreso internacional celebrado en 2008 con motivo de los 175 años del Carlismo, un interesante capítulo titulado «El Carlismo desde América», donde claramente se incluye en la línea tradicionalista hispánica. Católico a machamartillo, defensor de la misa tradicional, no temió implicarse en causas públicas contra espectáculos blasfemos.
    Profesor jubilado de la Universidad Nacional de Colombia y de la Universidad Pedagógica y Politécnica de Tunja, era miembro de la Academia Boyacense de la Historia, a cuyo Anuario seguía contribuyendo regularmente. Requiescat in pace. Y reciban nuestras condolencias sus familiares, en particular sus hermanos, entre los que se hallan el senador Carlos y la historiadora del arte Lucía.

    Última edición por Ordóñez; 28/12/2013 a las 00:09

  17. #177
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    .

  18. #178
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    ACM
    Una verdadera pena causa el fallecimiento del insigne Hispanista Don Luis Corsi Otálora.
    En estos momento de dolor acompañamos a su familia y rezamos por su alma.
    Que el Buen Dios lo guarde junto a los Bienaventurados por haber dado el Buen Combate y conservado la Fe.
    El Tercio de Lima dio el Víctor.

  19. #179
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    C. L. A. M. O. R.: El Jujuy fiel

    (Recibido por
    correo
    electrónico de un lector de este
    bloc de notas
    que demuestra que no todo fue "Éxodo".)


    La fidelidad de Jujuy a la Madre
    Patria
    aún después de la Revolución de Mayo es evidente
    por medio
    de un reducido vecindario que no había formado parte del "Éxodo Jujeño", desde el Cabildo ellos expresaban lo siguiente:



    "Y siendo los primeros papeles que vemos de la Madre Patria después de dos años que hemos caresido de
    noticia
    alguna de España que se conceptuaba perdida por
    las noticias
    que esparcía el Gobierno de Buenos Ayres (...) aún Existe la España".



    Extraído del Acta Capitular de
    San Salvador
    de Jujuy, 21 del mes de septiembre de 1812.



    Iglesia del Rosario de Coyaguayma, Jujuy

    (tomado del hermoso bloc de notas "Iglesias y Paisajes de Sudamérica")
    Erasmus dio el Víctor.

  20. #180
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    Re: Hay “otro” bicentenario

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Cita Iniciado por juan vergara Ver mensaje
    ACM
    Una verdadera pena causa el fallecimiento del insigne Hispanista Don Luis Corsi Otálora.
    En estos momento de dolor acompañamos a su familia y rezamos por su alma.
    Que el Buen Dios lo guarde junto a los Bienaventurados por haber dado el Buen Combate y conservado la Fe.


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