Revista FUERZA NUEVA, nº 489, 22-May-1976
¡Silencio!
Sí, se ha hecho el silencio sobre Vietnam del Sur.
La Iglesia está volviendo a las catacumbas, y en el mundo se hará un gran silencio: mientras, Cristo reemprenderá su Calvario en los cristianos de Saigón, de Hue y de otras ciudades y aldeas que sonaron mucho y ahora irán al silencio.
En España, en Francia, en Hispanoamérica una serie de señores se desgañitarán reclamando derechos humanos para España, Francia o Hispanoamérica, pero guardarán religioso silencio hacia quienes viven en Vietnam, en Ucrania, en Lituania o en cualquier nación allende los telones. Hay que guardar silencio mientras el Señor llora…
Sigue la lucha de las Dos Ciudades, pero los ciudadanos de la Ciudad de Dios están cansados de la lucha, y como ejército en derrota olvida a sus prisioneros para no molestar al enemigo que se los tomó…
Cuando nuestros hermanos de las estepas soviéticas hacen oración o son encerrados, cuando en el lejano Oriente se aprisiona la Palabra de Dios, cruza de norte a sur en Occidente un ramalazo de vergüenza que mancha y ensucia: cada quien sabrá si él queda manchado.
Cuando en Europa, Asia o África se derriba una cruz o se profana un templo, un temblor sacude todo el Cuerpo Místico, calando hasta los huesos de quienes han hecho de los suyos farsa o mercadería.
Se ha hecho el silencio sobre el Vietnam.
Acaso mañana, una pléyade de clérigos concienciados organicen una huelga de hambre reclamando al nuevo Gobierno vietnamita el “derecho a la información” … ¿Verdad que no? ¿Acaso hará la petición una conferencia de prelados europeos? ¿Acaso los parlamentos de Europa? ¿Acaso las asociaciones de prensa, cuyos miembros han sido arrojados de Vietnam del Sur?
El tiempo será testigo. Pero por si no, al menos nosotros ya hemos alzado nuestra voz… Y lo hacemos por los cobardes, los tibios, los pragmáticos, los “prudentes”, los liberales sin libertad, los cristianos sin garra y todos aquellos que anteponen otros temores al temor de Dios; ese temor de Dios que es el principio de la sabiduría.
D. Elías
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