Revista FUERZA NUEVA, nº 500, 7-Ago-1976
La mala baba
En auténtico alarde de las más descaradas hipocresías, las “fuerzas liberales”, desde el augur de la santa casa hasta el inefable catedrático señor Jiménez, pasando por toda esa barahúnda de coordinadoras, convergencias, juntas, equipos, cenáculos y partidillos –y, quién lo diría, ¡hasta la ETA!- se han rasgado las vestiduras por los artefactos que en la madrugada del 18 de julio (una fecha inolvidable) alteraron la paz ciudadana.
Como es natural, los puritanos del “progreso” y de la “libertad” y, cómo no, de la “reconciliación”, pusieron el grito en el cielo, haciendo protestas de la más angelical inocencia, formulando las más enérgicas condenas, convocando las más pacíficas manifestaciones, exigiendo los más ejemplares castigos y, por supuesto, culpando de la atrocidad a la “extrema derecha” que “encarna, al decir del catedrático señor Jiménez, el más negro fascismo, inculto y reaccionario”.
Y todo, sin otro argumento que el de que los atentados no benefician a quienes andan buscando la “libertad”, la “democracia” y la “reconciliación”, que está a punto de traernos este benemérito Gobierno (Suárez) de la soberanía popular.
Hasta los medios estatales de comunicación, que –al menos por guardar las apariencias- debieran ser más comedidos a la hora de incriminar, pusieron también su granito de arena con el consabido “no están claras las responsabilidades y no hay que excluir a ningún extremismo”.
Cuando, ahora, la Dirección General de Seguridad y el propio ministro de Información y Turismo comunican que, como todos los españoles sospechábamos, los autores de los atentados son miembros del Partido Comunista y que hay varios detenidos, ¿dudan los lectores de que un tupido velo se correrá sobre el asunto y quienes antes exigían castigo ejemplar, ahora pedirán amnistía para los criminales? (…)
Una cosa es que los puritanos de la democracia y la libertad sean tan ingenuos o tan ignorantes que no sepan lo que es el comunismo, y otra que, alegremente, culpen de las bombas a la extrema derecha.
Pero lo más pintoresco, lo más irresponsable y lo más peligroso es esa distinción que se ha tenido buen cuidado en hacer entre el P. C. “reconstruido” (al parecer, el autor de los atentados; vamos, ¡el malo!) y el P. C. “tradicional” (vamos, ¡el otro!; el de la “reconciliación”, el de la ruptura, el de las checas, el de Paracuellos… en fin, ¡el tradicional!)
Esta distinción es propia del espíritu “saduceo” más exigente. Y, por supuesto, tan irresponsable y tan peligrosa como el propio P. C. (sin calificativos) al que pretende distinguir.
José JURADO
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