Revista FUERZA NUEVA, nº 491, 5-Jun-1976
URGENCIA ¿POR QUÉ?
Las Cortes y la “reforma”
Se trata de la reforma que proyecta el Gobierno Arias, en el poder, de las Leyes Fundamentales del Reino.
Para facilitarla se ha arbitrado el procedimiento parlamentario “de urgencia”. No sé quién la tendrá, pero desde luego el pueblo español no tiene ninguna gana de verse encizañado en propagandas electorales ni en perder el tiempo en colas delante de las urnas… En realidad, la urgencia es de los políticos con cargo, ya por consolidar sus posiciones, ya por hacer el juego, acaso, a otros políticos que hasta ahora han estado fuera del Régimen, y que, en realidad, sin propaganda electoral soliviantando a las masas tendrían pero que muy poquitos seguidores.
El procedimiento de urgencia
… Ideado por quien sea, se ha arbitrado el llamado “procedimiento de urgencia” en los debates parlamentarios, que viene a cercenar la facultad de discutir de los procuradores, a presionarlos en sus opiniones y, en definitiva, incurriendo en clarísimos sofismas, a poner en la calle una reforma que bien poquita falta hace.
Como muestra, está la sesión informativa del 6 de mayo del año en curso, donde don Torcuato Fernández Miranda, en su calidad de presidente de la Cámara legislativa, se permitió decir que “el procedimiento de urgencia es ineludible, si se acepta la misión de las Cortes en la tarea de reforma y si se acepta que la reforma emprendida por el Gobierno es necesaria”.
… Por lo que se dice en tales casos, niego la mayor, la menor y la conclusión: ni la reforma es necesaria con la amplitud que se pretende, pues ligeros retoques a las Leyes Fundamentales bastarían, … ni el Gobierno puede saltarse las Cortes en cuestión tan importante, ni… entre otras razones, no hay urgencia.
… Y si el Gobierno necesita un ritmo acelerado en su programa y las Cortes no se lo dan, como de éstas y no de aquél depende el “aire” de la cantata, al Gobierno le quedan dos soluciones; una, aguantarse, otra, irse. Esta última será la mejor y se lo agradecerían muchísimos españoles.
Abundando en el sofístico razonamiento del presidente de la Cámara legislativa, Torcuato Fernández Miranda, no sé de dónde ha sacado que “las Cortes no pueden aparecer como un obstáculo a la reforma”, ya que son éstas y no el presidente quienes tienen que decir semejante cosa.
A él le basta con la serenidad. Lo contrario es una nueva versión aplicada al caso de aquello que dijo Luis XIV: El Estado, soy yo”. Ahora: “las Cortes, soy yo”.
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Dada la importancia de la materia, los procuradores no tienen más camino digno que afrontar la papeleta. Ni el coronel Moscardó ni el capitán Cortés fueron “elegidos” para defender el Alcázar de Toledo o el Santuario de la Virgen de la Cabeza. Pero afrontaron y resolvieron dignísimamente lo que en suerte les tocó.
Si así no lo hacen, con la distancia estelar que hay de ellos a los ejemplos puestos, sólo cabe pensar que el miedo, y no a su integridad física, les lleva a dar gusto al Gobierno…
Y si nuestros representantes en Cortes aprueban “lo que les echen” y el año próximo hay procesiones de Semana Santa se va a cantar el texto actualizado (de la saeta andaluza al “Cristo de las Sentencias”) así: Pilato, por no perder / “los enchufes” que tenía, / dictó sentencia cruel / contra el Divino Mesías.
José de la Puente
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