Revista FUERZA NUEVA, nº 537, 23-Abr-1977
Desfachatez
Es deprimente para la profesión honesta del periodismo contemplar, ante las realidades que en estos días están ocurriendo en la vida nacional, las posturas adoptadas por determinados medios de comunicación social y sobre todo por ciertos periodistas, de los que un buen ejemplo son, por no citar a más, José Ramón Alonso y Fernando Onega. El primero, lógico servidor de sus intereses materiales, pues no en vano tiene seis o siete empleos -derivados del franquismo, claro está- de “a dedo” que mantiene gracias a la “generosidad” de quien le manda desde el Poder. El segundo, auspiciado a las más íntimas fuentes informativas, en razón a su incondicional servicio al presidente Suárez. Ambos, haciendo olvido de sus antiguas camisas azules, de sus fervores falangistas y no digamos de sus públicas y reiteradas manifestaciones de adhesión y entrega total a cuanto Francisco Franco significaba.
Ahora, estos periodistas, estos medios de comunicación, se esfuerzan en tergiversar la realidad nacional, haciendo un esfuerzo de total servidumbre al Gobierno, tratando de convencer a los españoles de que la legalización del Partido Comunista es un hecho que la mayoría del pueblo esperaba anhelante y que esta legalización se ha hecho dentro de la más escrupulosa observancia de los trámites legales y del sentir constitucional vigente, a la par que, igualmente, intentan desvirtuar de cara a la opinión, la repulsa castrense a tal medida, tergiversando los términos de lo acordado en la reunión del Consejo Superior del Ejército y cuanto ello realmente representa de aviso claro y advertencia al Gobierno, y presentando como un hecho aislado y personal la dimisión del ministro de Marina (sr. Pita da Veiga) y la de otras personalidades con honor.
¡Qué desfachatez la de tantos que por ahí vienen escribiendo en estos tiempos! Son nuevos Esaú que siguen vendiendo su primogenitura -su ética profesional- por el plato de lentejas -o de caviar, sin duda- que les proporciona la servidumbre a turbios intereses. Es una pena, aun cuando sin duda llegará el día de las cuentas claras, de los rectos juicios y tendrán que dar cuenta del daño que han hecho a las gentes de nuestro pueblo con sus mentiras, con sus plumas vendidas al mejor postor.
Ramón de Tolosa
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