Revista FUERZA NUEVA, nº 525, 29-Ene-1977
Todo provisional
Si algunos españoles creíamos que, a la muerte del Caudillo, todo quedaba atado y bien atado (con lo que demostramos una ingenuidad admirable, una absoluta falta de visión política y una excesiva confianza en juramentos y pulsos firmes), lo cierto es que, en la actualidad, todos los españoles estamos absolutamente ciertos de que tenemos todo hilvanado y mal hilvanado, de que todo es provisional.
Antaño -en aquellos “desdichados años de la dictadura franquista”- el pueblo tenía la seguridad de que ley que aprobaban las Cortes se aplicaba, sin cambiarla, a la semana siguiente; de que el orden público era intangible; de que la autoridad era la autoridad; de que los ministros tenían su estabilidad garantizada por el tiempo suficiente para acreditar su valía o su inutilidad, sin temor a zancadillas ni a juego subterráneo. (…)
Hoy, ya se ve, todo tiene un aire de provisionalidad que aterra: desde la organización del Estado hasta el precio del autobús, pasando por la estabilidad del Gobierno (...)
Sin ir más lejos, la propia ley de Reforma Política, con todo su aire de “Fundamental”, no es es más que un simple hilván, y su vigencia no sabemos si llegará a principios de la primavera. Sabido es que el Gobierno Suárez negocia con la “oposición democrática” y con unos requisitos impuestos por ésta (cuales son, entre otros, los del reconocimiento de las “autonomías” regionales o el de la legalidad del Partido Comunista), cuya aceptación equivaldría a hacer innecesarias las Cortes Constituyentes y a que el propio Gobierno no fuera consecuente con el masivo “Sí” que obtuvo en el referéndum.
Mis propias convicciones monárquicas, tan firmes cuando voté afirmativamente en los dos referéndums de Franco, en la creencia de que llegaría una Monarquía tradicional, católica, social y representativa, se derrumbaron en fecha reciente cuando comprobé, con gran pesar y profunda sorpresa, que el Rey asumía, o le hacían asumir, el papel de “Motor del cambio”, y de la noche a la mañana me encontré con una Monarquía liberal y parlamentaria, totalmente eficaz para resolver nuestros problemas y causa reciente de no pocos males para nuestra Patria.
Por todo ello, no sé si llegaremos o no a la meta, que los reformistas se han impuesto, pero de lo que sí estoy completamente seguro es de que esa meta es provisional. Sólo provisional.
Jaime CORTÉS
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