Re: Nación y Raza
Alguien que cuenta aquí con tan escasas simpatías (incluidas las mías que nunca me he inclinado demasiado hacia el estructural-funcionalismo), como es Claude LÉVI-STRAUSS, dice:
"Para comprender cómo, y en qué medida, las culturas humanas difieren entre ellas, si estas diferencias se anulan o se contradicen, o si concurren para formar un conjunto armonioso, primero hay que intentar elaborar un inventario. Pero aquí es donde comienzan las dificultades, ya que debemos darnos cuenta de que las culturas humanas no difieren entre ellas de la misma manera, ni en el mismo plano. Primero, nosotros estamos en presencia de sociedades yuxtapuestas en el espacio, unas próximas y otras lejanas, pero mirándolo bien, contemporáneas. Seguidamente hemos de contar con las formas de vida social que se han sucedido en el tiempo y que nos es imposible conocer por experiencia directa. Cualquier hombre puede convertirse en etnógrafo e ir a compartir in situ la existencia de una sociedad que le interese. Por el contrario, aunque llegue a ser historiador o arqueólogo, no entrará jamás en contacto directo con una civilización desaparecida si no es a través de los documentos escritos o los monumentos diseñados que esta sociedad --u otras-- hayan dejado a este respecto."
(Raza y Cultura, CÁTEDRA, Colec., "Teorema" cap., 2, pág. 43)
Resulta obvio que no descubre nada, pero yo lo he entresacado de un discurso mucho más matizado y amplio, porque me ha parecido oportuno a efectos de lo que aquí se trata. Si se pretende realizar un análisis etnográfico de las antiguas poblaciones peninsulares, sólo se podrá hacer desde los documentos que existen. Pero dicho análisis sólo será de valor antropológico por comparación con otros análisis sobre el mismo tema, por ejemplo: analizar sobre los celtas en Hispania lo que nos informan esos documentos, y compararlos con lo que nos informan aquellos que versan sobre los celtas de otras regiones europeas.
Si no es así, todo el material con el que se trabaje será historiográfico, ya se use la epigrafía, la diplomática o haya que recurrir a la arqueología. Pero estas fuentes documentales y de trabajo no nos proporcionarán los mismos datos que los puramente etnográficos, aunque si serán mucho más seguros y es que entre otras razones, son más objetivos que un conocimiento recogido y transmitido por un informante.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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