Pues mire usted. No hace falta demostrar nada porque son hechos fehacientes que los legitimistas españoles (y los católicos sociales no legitimistas) fomentaron durante los regímenes isabelinos-alfonsinos, a manera defensiva, una inmensa red de asociaciones sociales de todo tipo, con independencia del Estado, y que cubrían todas las contigencias de los asociados y socios de esas comunidades. Toda la labor de las Semanas Sociales católicas, de las mutualidades, cajas de ahorros, montepíos, seguros sociales corporativos, cooperativas de todo tipo (agrícolas, de obreros, etc...), sindicatos, etc... etc... etc... y, que en los primeros momentos del Alzamiento todavían seguían en pleno vigor y que se agruparon principalmente en la Obra Nacional Corportativa capitaneada por Jose María Arauz de Robles..., todo eso, digo, se lo cargó Franco porque le dió la gana.Y ¿qué propone este partido político para solucionar 'el problema'?. Pues, según leo, para 'solucionar' este supuesto problema, el programa político al que me estoy refiriendo nos informa que: "Las iniciativas en favor de la promoción de la salud y la atención al enfermo corresponden primaria y principalmente a los cuerpos sociales (fundaciones, cooperativas sanitarias, empresas aseguradoras, etc.)". Es decir algo de lo que mi madre, que tiene ya ochenta y muchos años ha conocido y padecido en primera persona. Si le contara yo las veces que mi madre nos ha contado a mis hermanos y a mi lo terrible que era, cuando algún miembro de su familia caía enfermo, tener que acudir a esas fundaciones privadas basadas en la misericordia, algunas de ellas con muy buena intención, pero con muy pocos medios. Lo terrible que era pensar que el familiar enfermo no iba a recibir jamás tratamiento correcto, y que ante una mala rotura de un hueso de una pierna que no sanara debidamente, lo más que podían ofrecerles era la amputación del miembro, si es que tenían la suerte de que pudiera llegar a ser atendido... ¡Cuéntenles ustedes a personas como mi madre, y a más personas de su generación, que la Seguridad Social que les donó el franquismo no fué una entera y completa maravilla!.
Y díganles después que, si pueden demostrar fehacientemente y en tiempo record, que las fundaciones esas, las cooperativas sanitarias o las empresitas aseguradoras del carajo, no les pudieran 'ayudar', habrían de comenzar a solicitarle a los ayuntamientos, las diputaciones provinciales, o a quien leches proceda... que, por favor, 'cubran de manera subsidiaria la operación de un hijo que se está muriendo'. Porque ellos no tienen dinero, ni seguro de enfermedad privado, ni ninguna mierda de esas.
Explíquenles ustedes a personas obreras ancianas como mi madre que van a tener que sufrir temiendo que sus nietos tengan otra vez que volver a pasar por las desgracias que ellos pasaron. Que van a tener que regresar a los tiempos de la monarquía de Alfonso XIII o la II República, y verán qué pronto corren prestos al colegio electoral más próximo a depositarles su voto en la urnita juancarlista. Porque, es que... señor Martin Ant, ese sistema en España ya lo hemos padecido. Lo padecieron nuestros abuelos... Y gracias a Dios llegó el Caudillo a traer a los obreros y a los que no eran obreros, a los españoles todos, la Patria, el Pan y la Justicia.
Aquí nadie está diciendo, y haber si se entera, que sean malos los beneficios inmediatos que puedan derivarse de la Seguridad Social única estatalista, creada por el tecnocratismo franquista y continuada después por el tecnocratismo juancarlista, sino los efectos colaterales dañinos para la comunidad política que supone, y haber si se entera: 1º Destruir todo ese entremado de asociaciones autónomas independientes que funcionaba perfectamente y que eran comunitarias (nada que ver con las macroempresas privadas de seguros, absolutamente nada que ver, y ésto lo digo sobre todo por el mensaje de Kontrapoder, que dice que yo defiendo algo parecido al modelo estadounidense) y que podían haber seguido desarrollándose de no haber metido la zarpa el dictador totalitario ése. Y 2º. Su sustitución, jugándoselo todo a una carta, y de manera obligatoria para todo el mundo, de un único sistema centralizado para todas las contingencias, y que es, por tanto, susceptible de funcionar mal en todo momento (pues depende siempre de las coyunturas variables económicas de todo momento) sin que se deje posibilidad a alternativa alguna, porque previamente, no es que se la haya cargado, es que ni quiera fomenta o permite que haya alguna diferente.
Usted, en sus razonamientos falaces, se excusa siempre en el beneficio inmediato que supone (mientras funcione bien por entrar dinero de cualquier fuente, de acuerdo con el sistema piramidal en el que se basa). Pues claro, ¡quién lo duda! La Seguridad Social estatalista, aun cuando no le entrara dinero en la caja común por los canales ortodoxos (cotización e impuestos), podría seguir funcionando perfectamente cubriendo todos los gastos de cualquier operación, de cualquier tipo, cubriendo el gasto aumentando la Deuda Pública: una opción perfectamente legítima para salir al paso en la obtención inmediata de dinero para cubrir los gastos que sean necesarios. ¡Pues claro que eso es beneficioso! ¡Y bendito sea para salvar todas la vidas que sean en cada momento concreto! Pero esa pantalla que usted pone ¡y que nadie discute! le sirve a usted para justificar lo que es injustificable a saber: el rechazo, por principio, se puede utilizar otro sistema (que nada tiene que ver con las macroempresas de seguros, RE-PI-TO), que de hecho se ha utilizado anteriormente a Franco (de manera perfecta antes de 1833, y de manera imperfecta, a la defensiva, durante el isabelismo-alfonsismo) recuperándolo parcialmente en ese entramado de redes de seguridad social autónomas que a la par que cubre la seguridad de los asociados comunitarios respeta su libertad y libre iniciativa, y que favorece la reconstrucción de la comunidad política española sin necesidad de crear un aparato administrativo monstruo de Estado Providencia propio (y favorecedor) de la disociedad de masas.
Si le sirve de consuelo coincido con usted en que yo no votaría tampoco a ese partido, aunque, por supuesto, por razones distintas a las que usted expone (y que, de nuevo, diferencia su visión tecnocrática anticristiana frente a la mía de defensa del bien común conforme a la doctrina social de la Iglesia que las brillantes plumas de Rafael Gambra, Eugenio Vegas Latapie, Germán Álvarez de Sotomayor, Marcel de Corte, Gustave Thibon, Gil de Mora, Vallet de Goytisolo y un largo etcétera defendían en las décadas de los ´60 y `70 en la revista católico-tradicional Verbo (que actualmente dirige D. Miguel Ayuso) cuando criticaban, conforme a la doctrina social de la Iglesia, las medidas destructivas de la comunidad política española y del bien común de las políticas tecnocráticas implantas en el franquismo y calcadas a las de los otros paises occidentales del entorno).P.D.: Le agradezco que usted nos haya desvelado todas estas ideas. Gracias a ellas me he tomado la molestia de leerme por encima el programa político de esta formación a la que me refiero, y ya sé a qué partido no voy a votarle, si alguna vez me decidiera a votar, en la vida.
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